México, Distrito Federal a 13 de junio, 2013
Sr. Director
Rafael
Rodríguez Castañeda
Revista
Proceso
PRESENTE
En la edición 1909 de PROCESO, Jenaro Villamil hace
una nota sobre Arnoldo Martínez Verdugo. En tal escrito hace referencia a mi
persona faltando a la verdad de manera falaz.
Le ruego que en razón de mi derecho de réplica se
publique, en los términos de ley, esta respuesta.
Si bien la realidad es un asunto
sumamente complejo, tratar de interpretarla con
responsabilidad la convierte en un asunto
doblemente dificultoso. Justamente este es el
trabajo de un periodista que ejerce su
profesión de manera crítica y profesional.
Denisse Flores Gonz responder invadido por
la y laeños pcomprender de manera fexiález
1.- He leído con atención la nota de Jenaro Villamil
sobre el fallecimiento y trayectoria de Arnoldo Martínez Verdugo publicada en
el número 1909 de PROCESO. Ante ésta, mi primera reacción fue de indignación y
pretendí responder invadido por la cólera. Pero no, la cólera es una reacción que
cancela el pensamiento; es un sentimiento que frecuentemente anula la
reflexión. ¡No! Mejor opto por la sensatez y doy respuesta apoyándome en la
serenidad.
2.- Dice Villamil: “una de la primeras decisiones
adoptadas por Jesús Ortega Martínez cuando llegó a la presidencia nacional del
PRD fue cortar la pensión para los consejeros eméritos del partido. Una de esas
pensiones era para Arnoldo Martínez Verdugo quien fuera Secretario General del
Partido Comunista Mexicano, candidato Presidencial del Partido Socialista
Unificado de México y uno de los personajes claves en la fundación del partido
que ahora dirige la corriente política conocida como los chuchos”.
Jenaro Villamil desprecia la verdad y comete un grave
error, inaceptable en todo profesional del periodismo: no investigar, es decir,
no inquirir la verdad hasta descubrirla.
A Jenaro le digo que nunca tomé decisión alguna para “cortar”
o suspender las pensiones de nadie y desde luego tampoco la de Arnoldo. En la
nómina del PRD existían como existen ahora apoyos o pensiones a militantes del
PRD que desde anteriores organizaciones políticas o desde el propio PRD
trabajaron y aportaron al desarrollo de la izquierda.
Esas pensiones, incluida la de Arnoldo, se refrendaron
durante mi gestión. Le envío a usted, señor Director y al propio reportero, los
documentos de lo entregado a Arnoldo que se encuentran en el archivo de la Secretaría
de Finanzas del PRD Nacional. Este desglose que le envío, comprenden todas las
quincenas entregadas a Arnoldo durante mi administración al frente del PRD. Le
rogaría que este documento fuera publicado.
El reportero, ante el insidioso dicho de Alejandro
Encinas, pudo, debió hacer, una elemental visita a las oficinas del PRD y de la
mencionada secretaría para obtener los datos y comprobar lo dicho por su informante o como es
el caso, darse cuenta de la falsedad de lo que le “dijeron”.
El profesor de periodismo hizo exactamente lo
contrario a lo que enseña.
3.- Dice el reportero: “Relegado por sus ex compañeros
del PCM dentro del PRD, recibía un golpe de su viejo adversario Jesús Ortega a
quien alguna vez consideró uno de los “socialistas del presidente” aludiendo al
carácter paraestatal del partido socialista de los trabajadores en la década de
los 80s”.
¡De nueva cuenta se equivoca Villamil! pues cuando yo
inicié mi militancia en el PST (1978) se estaba dando en México y el mundo un
debate en el seno de la izquierda sobre cuál debiera ser el rumbo de esta
corriente política. El PST, como el PRT, el PPM, el PPS, la Corriente
Socialista, el MAP, el PMT, Punto Crítico, el MAUS y desde luego el PCM, y
otras organizaciones, participaban de esa discusión. De todos y entre todos
había, naturalmente, diferencias como
las sigue habiendo hoy y las seguirán habiendo en el futuro. Lo que no se entiende
por el reportero —y parece que nunca podrá comprender— es que las diferencias
son parte de la vida política democrática y que el tenerlas no debe conducir a
nadie -como sucedió en el estalinismo- a zaherir, agraviar, calumniar o hasta
eliminar a aquel que, simplemente, piensa de manera diferente.
Yo no era, ni lo fui nunca, “viejo adversario” de
Arnoldo. En esos momentos del debate de referencia, Arnoldo, seguramente, no conocía de mi existencia. Yo era un
militante de base y él era el Secretario General del PCM.
Yo conocí personalmente a Arnoldo cuando era Diputado
por el PCM y lo era yo por el PST y quienes fueron desde la izquierda,
compañeros de esa legislatura, saben que nunca existió agravio alguno de mi
parte y menos aún de parte suya. Si algo distinguía a Arnoldo era su actitud
tolerante y su sapiencia para tratar diferencias.
4.- Dice Alejandro Encinas y lo cita textualmente en su
nota Villamil: “le retiraron el apoyo mensual. Me parecía una canallada por que
si alguien fue el verdadero impulsor del PRD fue el propio Martínez Verdugo”.
¡MIENTE Alejandro Encinas y Villamil comete el error
de difundirlo sin comprobar la veracidad de su fuente. Nunca, nunca di tal
instrucción como se lo demuestro con los documentos que anexo. La canallada es
de Encinas, pues se aprovecha del fallecimiento de Arnoldo, para seguir
alimentando su rencor, mismo que lo envenena y lo ofusca.
Alejandro Encinas fue durante años militante de
Estrategia, una organización
dirigida entre otros, por Alonso Aguilar y, que entre otras cosas, se distinguió por su crítica radical e intensa
en contra del PCM. ¿La militancia de Encinas en Estrategia, lo convirtió en “viejo adversario” de Martínez Verdugo? ¿Sabe Jenaro Villamil de las profundas diferencias
de Punto Crítico (PC) y de algunos de sus principales dirigentes como Raúl Álvarez
Garín con el Partido Comunista Mexicano? ¿Eso hizo de Raúl “viejo adversario” de
Arnoldo?
Alejandro Gascón Mercado mantuvo durante mucho tiempo
diferencias con el Partido Comunista y con el propio Arnoldo. ¿Eso hizo de
Alejandro Gascón “viejo adversario” de Arnoldo? O el propio Heberto Castillo
que tenía diferencias con el Partido Comunista Mexicano. ¿Eso hizo al dirigente del PMT “viejo
adversario” de Arnoldo?
¡Pamplinas! ¡Tonterías! El que piensa de esta manera
es sólo un absolutista y un intolerante que entiende a la política como la
eliminación del diferente.
Su “lógica” es: ¡O estás ahora conmigo o serás para
siempre un “viejo adversario”! Este es el viejo pensamiento de una izquierda
seguidora de evangelios, fundamentalista.
5.- En la nota se dice: “De hecho el primer
representante del incipiente PRD ante el Instituto Federal Electoral fue
Arnoldo Martínez Verdugo en 1989. Su suplente, un político que promovió la
ruptura del PST y se había acercado al Ingeniero Cuauhtémoc Cárdenas, era Jesús Ortega, quien al poco tiempo se
quedó con la representación en el IFE (sic)”.
¿Localizan el veneno?
Efectivamente fui representante suplente ante el
órgano electoral. Pero la expresión “se quedó con la representación” destila veneno
de alta pureza. No me quedé con nada, sino simplemente actúe supliendo a
Arnoldo —para eso sirven los suplentes— cuando, por necesidades derivadas de
sus responsabilidades políticas, éste tenía que ausentarse de algunas de las
sesiones. Debo decir que mucho tiempo después se nombraron nuevos representantes
ante los órganos electorales y hasta ese momento, me asignaron la tarea de
representante propietario y a Jesús Zambrano como representante ante el
Registro Federal de Electores.
Por cierto, Alejandro Encinas fue candidato suplente
de Demetrio Vallejo para diputado federal y al fallecer éste, Alejandro asumió
el cargo. Alejandro, pregunto, ¿“se quedó con” la diputación de Vallejo? Quien
pensara de esta manera lo hace desde visiones perversas.
6.- En la nota en mención se escribe que: “el
desencuentro entre Martínez Verdugo y la corriente ahora conocida como los
“chuchos” está entre los orígenes de las tensiones actuales en el PRD”.
¡En esta aseveración no existe un elemental estudio
sobre la historia del PRD y sobre la realidad que vive actualmente nuestro
partido!
¿A dónde se quiere llegar al hablar de “tensiones”?
¿Se quiere evidenciar la existencia de diferencias? Si eso se busca entonces
¡Eureka! ¡Gran descubrimiento! ¡Cierto, sí hay diferencias sobre asuntos
diversos! Pero, ¿alguien, a principios del siglo XXI, pretende encontrar un
partido de izquierda con pensamiento uniformado; pretende, quizás, al PRD como al Kramer Rojo o como al PCUS en
los tiempos de Stalin o al PC chino en los tiempos de la revolución cultural? ¿Aspira
a un PRD de pensamiento único, el cual es dictado por un profeta cuyo “evangelio”
es indiscutible? Pretensiones de esa naturaleza sólo evidencian nostalgia por
una izquierda autoritaria o añoranza por el viejo régimen priista.
Las discusiones, las reflexiones que se dan ahora en
el PRD no tienen absolutamente nada que ver con supuestos “desencuentros” entre
la corriente de los “chuchos” y Arnoldo Martínez Verdugo. Eso es un invento
descabellado para tratar de seguir aplicando la máxima absolutista de: ¡O la
realidad se ajusta a mi pensamiento o peor para la realidad! Si se quiere
analizar seriamente al PRD, hay que hacerlo con rigor en la investigación, con
profundidad en el estudio, con crítica seria. Esto no aparece en la nota de
referencia.
Por ejemplo: el año en que Villamil ubica los
“desencuentros” de Nueva Izquierda con Arnoldo (1986) fue el año en el que el
PST se encontraba en pleno proceso de división y yo representaba —junto con
otros compañeros— la parte disonante de Aguilar Talamantes. Disputábamos contra éste, el registro del PST
y Jorge Alcocer, representante del PSUM y Leonardo Valdés Zurita representante
del PMT defendieron el que la disidencia de Aguilar Talamantes mantuviera la
representación legal del partido.
Y hay que decir, que una de las razones principales de
la confrontación interna con Aguilar Talamantes fue, principalmente, el tema (argumentado
por mi parte en varias ocasiones) de la pertinencia de sumar nuestro esfuerzo
al de otras organizaciones por la unidad de la izquierda. Después de la
división, Aguilar Talamantes formó el PFCRN y nosotros nos sumamos al proceso
de construcción del PMS.
En 1987, un año después en que el reportero ubica los
“desencuentros” de Nueva Izquierda con Arnoldo, se “celebraba” en la antigua URSS
el 70 aniversario de la Revolución de Octubre. La delegación que fue a Moscú en
representación del PMS estaba integrada por Pablo Gómez Álvarez, por Leonardo
Valdés Zurita y por Jesús Ortega Martínez, el mismo que Villamil pretende —sin
razón alguna— ubicar siempre en “grandes
desencuentros” con Arnoldo Martínez Verdugo y otros dirigentes del PCM o de
otros partidos. ¿Cómo sería posible que quien “tenía tan grandes y graves
desencuentros con Arnoldo” fuese comisionado para asistir, con la representación del PMS, a la URSS?
7.- Se menciona “que en las elecciones legislativas de
1985 el PSUM obtuvo 12 diputaciones, las mismas del PST y que el PRT igual que el
PMS, tenían seis cada uno”.
¡Error por falta de rigor en el análisis! En 1985 el
PMS no podía tener ni uno ni seis diputados porque en ese año, ¡el PMS no
existía!
¡La fundación del PMS fue en 1987! (dos años después
de que Villamil ya le asigna diputados) y en su proceso de formación
participaron, inicialmente el PSUM, el PMT, la UIC, la Corriente Socialista, el
MRP y unos meses después, la Asamblea
Nacional extraordinaria del PST y de la cual yo era secretario general.
¡El confundido informante del reportero, no sabe,
siquiera, cuando se formó el PMS! ¡Menos conocerá de sus discusiones internas!
8.- ¿“Desencuentros” de Arnoldo con los “chuchos”
origen de las “tensiones actuales en el PRD”?
¡Esto es, lamentablemente, un desatino!
Otro ejemplo: A mediados de 1987 (más de un año
después de los supuestos “desencuentros” de Arnoldo con los “chuchos”) es
cuando apenas conocí personalmente a Jesús Zambrano, así como a Camilo Valenzuela,
Rosario Tapia, Alfonso Ramírez Cuellar, Gabriel Santos y otros compañeros, todos
integrantes del Partido Patriótico Revolucionario, una de las cinco
organizaciones originalmente participantes del proceso de formación del PMS. Los
militantes escindidos del PST, manteníamos con el PPR (como con otros dirigentes
de los otros partidos iniciadores del PMS) un diálogo constante y respetuoso, y
si bien teníamos algunas diferencias, también compartíamos coincidencias
fundamentales al grado de que los militantes del PST que rompimos con Aguilar
Talamantes, fuimos la sexta organización
fundadora del PMS.
9.- ¿“Desencuentros con los “chuchos” origen de las “tensiones
actuales en el PRD”?
Ignorar la historia ocasiona grandes yerros en el
análisis.
Por ejemplo: de la formación del PMS y del PRD fueron
partícipes Arnoldo, Pablo, Rincón Gallardo, Alcocer, Eduardo González, Heberto Castillo,
Eduardo Valle, Manuel Terrazas, Carmelo
Enríquez, Camilo Valenzuela, ¡Jesús Zambrano!, además de otras y otros
militantes de la izquierda y, entre todos estos, modestamente, también quienes
nos habíamos escindido del PST. Esto fue, como lo he dicho, en 1987.
¡Nueva Izquierda, fue constituida como corriente, 10
años después de la formación del PMS y 8 años después de la formación del PRD! Como
es de observarse el estudio de la historia es un elemento indispensable y
sustantivo para un periodismo verdaderamente profesional.
10.- En su nota, Villamil elogia el esfuerzo de Arnoldo para
dialogar, en 1978 (apenas siete años después del “halconazo”) con Jesús Reyes
Heroles, entonces Secretario de Gobernación y representante del régimen priista
autoritario y represivo. Elogia, acertadamente, el trabajo de Arnoldo para
lograr la reforma política que dio origen a la LOPPE y con ella a la
participación de los comunistas y otros partidos de izquierda en las
elecciones. Dice Villamil “que ésta negociación de Arnoldo con el gobierno es
considerada por distintos especialistas como el parteaguas que permitió la
apertura electoral del viejo régimen priista y aceleró la formación de nuevos
partidos”.
Yo comparto con el reportero, que Arnoldo fue, junto
con otros reformadores, actor fundamental del proceso de desarrollo y
crecimiento de la izquierda, y de igual manera comparto que tuvo, Arnoldo, la
firme convicción y el coraje de no sólo criticar “al socialismo autoritario” (cuando
la invasión de las tropas del Pacto de Varsovia a Checoslovaquia), sino además, de darle continuidad a un proceso de creación
de un nuevo pensamiento de izquierda (impulsado principalísimamente por Carlos Pereyra)
para recuperar a la democracia como elemento sustantivo en su quehacer político.
Pero se cae en la incongruencia (por sectarismo)
porque lo que se elogia en el comportamiento de Arnoldo, se descalifica cuando
lo hacen —aunque sea lo mismo— otros actores.
¡Qué bien que el PCM dialogó con el gobierno para la “apertura
democrática”! ¡Qué mal que lo haga el PRD para profundizarla y para procurar
que —la democracia— se consolide en nuestro país!
¡Qué bien que se hicieron reformas electorales! ¡Qué
mal que el PRD impulse reformas educativas, antimonopólicas, antioligárquicas, electorales
y políticas contra los poderes fácticos y para lograr un cambio de régimen!
¡Qué bien que Arnoldo hizo acuerdos y alianzas con el
PAN en 1986 para defender el voto de los ciudadanos de Chihuahua! ¡Qué mal que el
PRD haga alianzas con el PAN para defender el voto en Oaxaca, en Puebla, Baja California,
Zacatecas y en otros estados!
¡Qué bien que Encinas diga que es indispensable
dialogar con las otras fuerzas políticas, en donde los principios y la
autonomía no están a negociación! ¡Qué mal (que eso mismo que pregona Encinas)
lo haga el presidente del PRD ahora!
Para Encinas lo acertado de las estrategias no está en
su contenido, sino en si él o algunos de los de su corriente política
participan en su implementación. Esto es, llanamente, sectarismo y grosera
arrogancia.
Por último, el presidencialismo es uno de los
obstáculos mayores para la democracia; es una carga que el país ha padecido a
lo largo de su historia, y si habrá una reforma de fondo para transformar el
régimen, ésta tiene que contemplar la mayor acotación al poder unipersonalizado
en cualesquiera de sus manifestaciones: presidencialismo como monarquía sexenal
hereditaria, presidencialismo como expresión de caudillismo, o autoritarismo
populista, que con ropaje de izquierda, aspira al mismo presidencialismo del
viejo régimen.
Con respeto.
Jesús Ortega
Martínez