martes, 30 de octubre de 2012

La barbaridad de debilitar al Poder Legislativo.


En la polémica —natural y hasta obligada— sobre la iniciativa de reforma laboral que presentó el encargado del Ejecutivo, se han externado diversos puntos de vista. Algunos tan absurdos como considerar que siendo la mencionada iniciativa de “carácter preferente” no puede ser enmendada. Dicen, los que comparten esta extravagante apreciación, que al agregarle a la propuesta del Ejecutivo un artículo (el 338 bis, por ejemplo) el Senado cometió “una barbaridad”. Con el debido respeto al diputado Manlio Fabio Beltrones, la verdadera barbaridad sería anularle al Congreso de la Unión una de sus facultades exclusivas, que es precisamente la de legislar.


Como es conocido, el Presidente de la República tiene la posibilidad constitucional (no exclusiva, desde luego) de enviar al Congreso iniciativas, ahora incluso, con el carácter de “preferentes”; pero lo que no se puede desconocer es la facultad del Congreso a legislar. Con esa facultad constitucional exclusiva, la asamblea senatorial y la propia de los diputados pueden rechazar cualesquiera de las iniciativas puestas a su consideración; pueden, desde luego, modificarlas, corregirlas, subsanarlas, enmendarlas; pueden cambiar, quitar y adicionar párrafos a un artículo o agregar artículos a una iniciativa o minuta enviada por la respectiva colegisladora.



La propuesta de la senadora Alejandra Barrales de agregar un artículo a lo aprobado en la Cámara de Diputados— que finalmente fue aceptada por la mayoría de la asamblea en el Senado— no puede, aun en el marco de la laxa retórica parlamentaria, calificarse como barbaridad. El diputado Beltrones Rivera, en el afán de defender postulados de su partido, comete el grave error de disminuir facultades al poder legislativo.



Otro desacierto de los diputados del PRI es insistir en anularle al Senado (y en otro momento a la Cámara de Diputados) su condición de cámara revisora. El sistema bicameral de nuestro régimen político es una virtud que en lugar de invalidarla hay que fortalecerla. La existencia de una cámara revisora es necesaria para corregir deficiencias legislativas o en su caso impedir prevalencia de intereses que no sean los generales de la sociedad.



Pero veamos el caso en lo particular. El artículo 338 bis busca que los contratos colectivos de trabajo sean conocidos por los agremiados y desde luego, que sean votados por estos mismos. Hay un tipo de sindicatos que firman contratos colectivos de trabajo con los patrones y que nunca conocen y menos aprueban los trabajadores. Son estos contratos, generalmente lesivos a los trabajadores pero altamente redituables —en canonjías y en dinero— para los líderes.



Este tipo de “sindicalismo” no debiera ya persistir en una sociedad que se pretende de derechos. Le sirve, cierto, a patrones sin escrúpulos y le continúa sirviendo a un sistema político tan anacrónico que insiste en cancelar a los trabajadores su derecho constitucional a la libre sindicalización. Intenta preservar a una casta de líderes que son utilizados para propósitos electorales o que sirven para mantener deplorables métodos de control político. Esto no hace más que contribuir al riesgo de la restauración del antiguo régimen.



El diputado Beltrones Rivera ha dicho que ahora es el momento de cambiar de régimen; ha propuesto, incluso, los gobiernos de coalición; habla de la modernización de la economía y de terminar con los monopolios. Pues bien, el sindicalismo corporativo es resabio del viejo sistema, atenta contra la modernización de la economía, fortalece monopolios en la representación de los trabajadores y es un obstáculo para el indispensable cambio de régimen.

martes, 23 de octubre de 2012

Sindicalismo corrupto: pilar del antiguo régimen



Urge sanear el movimiento sindical del país, a fin de que las organizaciones de los trabajadores sean instrumentos eficaces en la defensa de sus intereses.
Heberto Castillo

En las últimas décadas, las fuerzas progresistas logramos impulsar varias reformas para democratizar la vida pública, pero los pilares del régimen autoritario priista aún se mantienen intactos.

El viejo régimen tenía en el control de los trabajadores, vía los sindicatos corporativos, uno de sus pilares más sólidos. Otros dos lo eran el Ejército y el control de los medios de comunicación (no olvidemos que Emilio Azcárraga Milmo afirmaba que él era un “soldado del PRI”).

El duopolio televisivo en su relación con el Presidente ha experimentado un cambio: ya no es un simple soldado, pues ahora comparte el poder político y se ha convertido en factor clave de una posible restauración del antiguo sistema autoritario.

El Ejército no está jugando sistemáticamente el papel de represor de movimientos sociales o políticos que desafiaron, en ocasiones varias, al sistema autoritario. Sin embargo, las Fuerzas Armadas ahora están siendo utilizadas para enfrentar a un poder fáctico que de verdad tiene en jaque al Estado nacional. De encargado de la seguridad nacional lo han degradado a encargado principal del combate a los delincuentes. Ser policía no es malo, pero no es esa la función constitucional del Ejército.

Asimismo, subsisten los líderes sindicales que durante décadas cumplieron (y lo siguen haciendo) con el papel de controlar a los trabajadores. Desde que Fidel Velázquez se apoderó de la Confederación de Trabajadores de México (CTM) hasta los actuales dirigentes de esa central, pasando por el Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE), el Sindicato Único de Trabajadores Electricistas de la República Mexicana (SUTERM), el Sindicato de Trabajadores Petroleros de la República Mexicana (STPRM), el Sindicato de Trabajadores Ferrocarrileros de la República Mexicana (STFRM), la Federación Nacional de Trabajadores al Servicio del Estado (FSTSE), etcétera. Los sindicatos han carecido de su sustancia fundamental, de su razón de existencia, es decir, de su libertad plena del gobierno, patrones y partidos políticos, para defender los derechos y los intereses de los trabajadores.

Los líderes del sindicalismo mexicano, para controlar a los trabajadores, se han subordinado al Estado, al gobierno, al capital, a los patrones y/o a sus individuales intereses económicos o partidarios. Y no es que los sindicatos no deban de hacer política, lo que no pueden es adocenarse a los intereses políticos y partidarios de quienes aparecen como los dirigentes. Carlos Romero Deschamps controla a los petroleros para ponerlos al servicio del PRI y Elba Esther Gordillo controla a los maestros para ponerlos al servicio de un partido que es de su propiedad.

La coyuntura que se presenta con el debate de la minuta sobre reforma laboral aprobada por la Cámara de Diputados y turnada al Senado de la República, es una oportunidad inigualable para minar a ese pilar del viejo sistema aún vigente, a través de un acuerdo parlamentario, para construir una mayoría en la Cámara de Senadores entre PAN, PRD, PT y MC.

Quien se resista a lograr esta mayoría, la cual puede asestar un duro golpe al corporativismo y sentar las bases para la democracia y la transparencia en los sindicatos, objetivamente ayudará a que se mantenga ese control sobre los trabajadores y fortalecerá enormemente al PRI, impulsando con ello una posible restauración.

Con una actitud responsable y en concordancia con sus principios, el PRD debe contribuir a lograr esa mayoría para lograr una reforma laboral que de verdad ayude al crecimiento de la economía, sin que se afecten los derechos de los trabajadores, que genere empleos dignos y garantice la democracia y la rendición de cuentas en el mundo sindical.

martes, 16 de octubre de 2012

El PRD debe cultivar la libertad entre sus militantes:

En entrevista para en “En 15” con Carlos Puig, Jesús Ortega, Coordinador Nacional Nueva Izquierda del PRD, aseguró que no habrá desbandada por la salida AMLO del partido, además de que los militantes pueden irse a cualquier partido ya sea Morena o a alguno otro porque están en su derecho.

La otra historia



Este es el momento de abrir las puertas del PRD a la gente y a las nuevas ideas del pensamiento universal

Hace unos días, tuve la oportunidad de escuchar a una joven escritora nigeriana. Platicaba su propia historia cuando llegó a estudiar a una universidad de Estados Unidos. Su compañera de cuarto en la universidad, pensaba que África era un sólo país y se mostraba sorprendida de que la joven nigeriana hablara en inglés (el inglés es uno de los idiomas oficiales en Nigeria); preguntaba cómo soportaban los nigerianos el invierno y cómo se cubrían de la nieve andando semidesnudos; le preguntaba cómo se protegían de los leones (la joven nigeriana vivía en Lagos, una ciudad de millones de habitantes y a los leones sólo los había visto en el zoológico).



Le preguntaba cómo había sobrevivido a la matanza entre los tutsis y hutus (cuando esa masacre se sucedió en Ruanda); le preguntaba por qué parte de la frontera con México había ingresado como ilegal a Estados Unidos (la joven había obtenido una beca del gobierno nigeriano para estudiar literatura inglesa contemporánea); le preguntaba sobre la música de los tambores, cuando el músico favorito de la escritora era Eric Clapton.



Desde luego, la joven escritora se dio cuenta de la ignorancia enorme de su compañera de estudios universitarios, pero sobre todo se dio cuenta del estereotipo que se ha creado sobre África. Ella sabía de esa historia estereotipada y en el discurso en mención, la joven nigeriana quería contar las otras historias de África y de Nigeria, las historias de las universidades, museos, teatros, grupos de rock, jóvenes, científicos, artistas, política y de los escritores de Nigeria.



¡Cuánta razón tiene esta joven nigeriana por contar las otras historias de su patria!



Y es verdad, los hombres y las mujeres de Nigeria, de México, de Estados Unidos, de cualquier otra parte tenemos no una historia sino varias así como las naciones.



Por eso, relato la historia de la joven escritora nigeriana, porque pienso que la izquierda, en especial el Partido de la Revolución Democrática no tiene una sola historia y ésta no es únicamente la estereotipada, la de las tribus, la del pleito interno, de las disputas miserables por miserias de poder para grupos o para individuos. ¡No! El PRD tiene varias historias y, aún más, el PRD es la síntesis de las historias de millones de mujeres y hombres que a diario luchan por superarse, por progresar; de las historias de lucha por aportar a la construcción de un México más justo, sin pobreza, con libertades y sin violencia.



Tenemos que lograr que la gente conozca la otra historia del PRD, la de nuestros esfuerzos, de nuestros logros, la de la lucha de millones de mujeres y hombres que con generosidad y fraternidad recorren los caminos del país, la de nuestra lucha por la democracia, la libertad, la igualdad, la de nuestro objetivo de un México de prosperidad y de justicia.



De igual manera, al mismo tiempo que tenemos que contar la otra historia del PRD, debemos abrir nuestras puertas y ventanas para oxigenarnos y comprender las otras historias de la gente, de la ciudadanía, de las y los compatriotas que no piensan igual que nosotros, sin que reproduzcamos prejuicios ni estereotipos, para que nos conozcamos y nos reconozcamos en nuestra pluralidad.
Este es el momento de abrir las puertas del PRD a la gente y a las nuevas ideas del pensamiento universal. Para lograr el interés y el compromiso de esta gente, es fundamental que tengan conocimiento de lo que es el PRD en su totalidad y no nada más la historia que desde actitudes sectarias y mezquinas han construido muchas y muchos perredistas sin interés porque el partido se convierta realmente en un instrumento de la sociedad.

sábado, 13 de octubre de 2012

Cambio de fondo en el PRD para lograr un México de prosperidad y justicia

  • Hay que retomar las bases de 1989
El Coordinador Nacional Nueva Izquierda del Partido de la Revolución Democrática (PRD), Jesús Ortega Martínez, llamó a la militancia a establecer un cambio de fondo, a través de un nuevo pacto reconstituyente, acorde con las circunstancias de la vida del país, a fin de retomar las bases originarias de 1989 y lograr un México de prosperidad y justicia.

Al inaugurar el Congreso Nacional de Nueva Izquierda, Jesús Ortega Advirtió que de no concretar el cambio los de izquierda “nos hundiremos en la desgastante rutina de la sola sobrevivencia”.

“Este momento que vive el país y el partido, es el tiempo en donde hay que adoptar decisiones de carácter trascendental. No se repiten momentos como estos y ahora se nos presenta el dilema que es consustancial a los políticos, a todos y principalmente a los de izquierda; o se aprovecha y cambiamos o lo dejamos pasar y nos seguimos hundiendo en la desgastante rutina de la sola sobrevivencia”, afirmó.

Señaló que a 23 años de existencia, es indispensable “desprendernos de nuestro otro yo”, de ese que aparece anacrónico, incongruente, conflictivo, irresponsable y egoísta, para lo cual, dijo, es necesaria una reforma al partido.

Afirmó que el PRD discute en su interior diversas propuestas de un nuevo rumbo, pero casi todas apenas vislumbran un cambio que se limita a arreglarnos para nuestra convivencia interna.

Se viven dificultades de una sana convivencia comparada con la que vivieron los antiguos partidos de izquierda mexicana (acusaciones contra acusaciones, demandas contra demandas, expulsiones y más expulsiones, etcétera, etcétera,) para finalmente terminar en la división, en la marginación y en la disolución, indicó.

Ante un nutrido grupo de militantes del PRD, Ortega Martínez, dijo el PRD alberga conductas encontradas: respetable y responsable uno; irresponsable otro.

“Hoy, a pesar de que el artículo primero de la Declaración de Principios del PRD, nos mandata a respetar la ley, no pocos compañeros asumen un comportamiento al margen de ese principio perredista; siguen decidiendo arbitrariamente qué ley sí se respeta y cual no.

En su discurso, Jesús Ortega insistió en retomar el rumbo, ya que una izquierda moderna y progresista siempre está comprometida en la conquista de una sociedad en donde todas y todos disfruten plenamente de los derechos humanos que garantizan una vida de dignidad y bienestar “Una sustancia fundamental de un nuevo partido de izquierda es el de la lucha por la igualdad social”, apuntó.

Aclaró que una izquierda democrática no acepta ninguna forma de lucha que no sea pacífica y, por lo tanto, es indispensable que se deseche, definitivamente, la idea de que en algunas circunstancias es válida la violencia para conseguir determinados objetivos de justicia.

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Nueva Izquierda no participará en movilizaciones contra toma de posesión de EPN

  • Las decisiones de MORENA no están vinculadas con PRD 

El Coordinador Nacional de Nueva Izquierda del Partido de la Revolución Democrática (PRD), Jesús Ortega Martínez, se deslindó de las movilizaciones y marchas que pretenden realizar simpatizantes del Movimiento Regeneración Nacional (MORENA), previstas para el próximo primero de diciembre, como parte de las acciones contra la toma de posesión de Enrique Peña Nieto.

En entrevista previa al inicio del Congreso Nacional de Nueva Izquierda, aseveró que las decisiones de Morena, no están vinculadas con el PRD. "Somos partidos diferentes y cada partido toma sus decisiones. El partido que será Morena, pues ellos toman sus decisiones, pero no tienen nada que ver o no están vinculadas a las decisiones, que en su momento va a tomar el PRD".

Ortega Martínez aclaró que pese a que existen coincidencias, "a mi juicio también tenemos diferencias, y una de ellas es que nosotros queremos transitar y trabajar políticamente sin causarle daño a terceros, en paz, sin generar conflictos innecesarios".

El Coordinador Nacional de Nueva Izquierda dijo que la resolución del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación al validar la elección presidencial no es la correcta, porque hubo irregularidades, no obstante señaló: "no queremos vivir en el pasado, necesitamos encontrar en las nuevas circunstancias, las vías para poder avanzar".

Destacó que el PRD apuesta por un trabajo político de propuesta. "Sí de protesta cuando sea necesario, pero más de propuesta, más de alternativa. Los problemas del país no se van a resolver solamente diciendo no, si no también hay que decir cómo sí".

En ese sentido, se pronunció en contra de las tomas de tribuna, ya que no ayudan a que el PRD, o la izquierda en su conjunto, se convierta en alternativa de gobierno. "Necesitamos aparecer ante la ciudadanía como una izquierda madura, que sabe debatir y que gana en el terreno de las ideas, no en el terreno de los gritos", apuntó.

Insistió que gritos no dejan escuchar a la gente, "hay que hablar, dialogar, escucharnos mutuamente y debatir y ahí es en el terreno en donde nosotros queremos ganar y proyectar al PRD como alternativa de gobierno".

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martes, 9 de octubre de 2012

Acuerdo por la libertad y la transparencia sindical


Las reformas a la Ley Federal del Trabajo aprobadas por la Cámara de Diputados han sido turnadas a la Cámara de Senadores. Nuestro sistema bicameral nos da la oportunidad de que el Senado de la República cumpla con su papel de cámara revisora y pueda modificar los contenidos más lesivos para los derechos de los trabajadores y rectifique la omisión de excluir todo aquello relacionado con la democracia y transparencia en los sindicatos, así como de corregir el comportamiento de algunas diputadas y diputados que eludieron el debate y con ello favorecieron a la mayoría priista para mantener los privilegios de la casta sindical que a toda costa quiere evitar el voto universal, directo y secreto de los líderes sindicales, así como la rendición de cuentas por parte de estos.

Las izquierdas en el Senado de la República tienen la oportunidad de rectificar el error cometido en la Cámara de Diputados por algunos legisladores, que con una actitud extremista pero fútil, tomaron la tribuna e impidieron formar una mayoría para aprobar la reforma al artículo 371 de la ley laboral para lograr el voto universal, directo y secreto para elegir a los líderes sindicales.

Por su parte, muchos diputados panistas apoyaron acríticamente la iniciativa laboral enviada por el Ejecutivo federal. Si nos atenemos a su declaración de principios y a algunos de sus planteamientos históricos, las y los diputados panistas se comportaron de manera oportunista para convalidar el acuerdo personal entre Felipe Calderón y Enrique Peña Nieto, para que éste último no pague los costos de una reforma que sin duda alguna afecta a buena parte de trabajadoras y trabajadores de México.

Con la obligada revisión del Senado de la República de lo aprobado por la Cámara de Diputados, las bancadas tanto del PAN como de las izquierdas tienen la oportunidad de actuar de acuerdo con sus principios históricos de defensa de la libertad, democracia y transparencia en los sindicatos. Para comprender mejor estos principios, basta recordar a dos personajes emblemáticos:

“De la cultura que el PAN expresa en la política, se sigue su compromiso con la libertad sindical, con el respeto a las leyes, con la historia y la identidad de la nación mexicana, con la democracia, con la justicia y con el conjunto de libertades concretas que da cuerpo a la libertad humana”: Castillo Peraza.

“Los intereses de clase de los trabajadores pueden ser mejor defendidos por sindicatos democráticos y modernos que por organizaciones anquilosadas, atadas todavía al mito del nacionalismo revolucionario, y, más todavía, vinculadas a los beneficios tangibles de los compromisos políticos que éste generó”: Gilberto Rincón Gallardo.

Estamos pues, frente a una ocasión excepcional para concretar un acuerdo parlamentario contra el autoritarismo y la opacidad en los sindicatos entre las izquierdas y el PAN, verdaderamente congruente con los principios de estas fuerzas políticas, por lo que le resultará muy difícil a la casta sindical sabotear esta convergencia alegando pureza.

Es hora de que las izquierdas le demuestren al electorado que las llevó a ser la segunda fuerza en el Congreso de la Unión que los derechos sociales se defienden proponiendo, dialogando, legislando y acordando entre diferentes en los temas que hayan coincidencias.

Sería lamentable que visiones extremistas en el PAN y en el PRD impusieran una dinámica maximalista del “todo o nada” (que casi siempre termina en “la nada”), cuando con una elemental práctica parlamentaria como lo es el acuerdo, están en posibilidad de detener una reforma que en lugar de contribuir al desarrollo del país resulte un “parche” mal pensado, que tenga como consecuencia que sigan prevaleciendo los privilegios y la impunidad de la casta de líderes sindicales autoritarios y corruptos.

martes, 2 de octubre de 2012

El extremismo: Enfermedad senil de la izquierda


La reforma laboral requería de mayor tiempo para el mejor diálogo entre los actores económicos, las organizaciones sindicales y, desde luego, los partidos políticos

En las últimas semanas el tema que acaparó la atención del Congreso de la Unión fue la iniciativa de reforma laboral, que con carácter de preferente, presentó Felipe Calderón.

Me parece, en principio, que tanto Calderón como Peña Nieto cometieron una grave imprudencia. Una reforma como la laboral no debió presentarse a sólo dos meses del cambio de gobierno. La iniciativa en comento fue incompleta, insuficiente y presentó contenidos que, ciertamente, afectan derechos de los trabajadores. No estoy en contra de modernizar las relaciones entre los empresarios y los trabajadores, y aún creo que este asunto resulta indispensable para un mayor crecimiento de la economía y la generación de más empleos, pero el resultado de tal imprudencia fue sólo un parche mal pegado.

El Presidente electo, en el espacio de diálogo que se estableció para la transición en el poder Ejecutivo federal, debió recomendar al aún Presidente que no presentase, y menos con el carácter de preferente, la mencionada iniciativa.

La reforma laboral requería de mayor tiempo para el mejor diálogo entre los actores económicos, las organizaciones sindicales y, desde luego, los partidos políticos. No debiera legislarse, como creo que sucedió, a partir de favores mutuos entre el Presidente saliente y el entrante.

En consecuencia, el comportamiento de algunos actores fue de extravío y confusión. No del PRI, por cierto, pues obtuvo lo que buscaba: que no se tocara la estructura del sindicalismo corporativo y corrupto que en buena parte lo sostiene y apoya.

El PAN apoyó acríticamente a su correligionario que se va y les ganó el instinto —que algunos cargan con fervor— de aparecer como partido 
patronal. Por su parte, el PRD se ahogó en la indefinición y en su lamentable bipolaridad: ni se pudo abortar la reforma y tampoco pudimos evidenciar, ante la opinión pública y los propios trabajadores, su contenido lesivo.

¡En el parlamento, una parte de los perredistas rehuyeron el debate! Y, peor aún, inocentemente, cayeron en la trampa tendida por PRI y PAN para seguir presentando al PRD como una fuerza que insiste en medir su influencia en la política nacional a partir del número de decibeles que alcanza su protesta y de su irrefrenable “capacidad para enfurecerse”.

La izquierda es la segunda fuerza política del país y nos seguimos comportando como un pequeño grupo de desesperados, de encolerizados. Un ejemplo: pudimos dar un severo golpe a las mafias sindicales cambiando el artículo 371 de la ley laboral y con ello lograr el voto universal, directo y secreto para elegir a los lideres sindicales, pero en lugar de ello, 48 perredistas, siete miembros del MC, varios petistas y ocho legisladores más, puntualmente se retiraron antes de la votación de ese artículo.

El resultado de ese extremismo fútil es que las mafias sindicales seguirán actuando contra los trabajadores, en la impunidad y permanecerán como principal obstáculo para la modernización, democratización y crecimiento de la economía.

Nuestros “ultra izquierdistas”, que “toman” tribunas, huyen del debate y vociferan en lugar de confrontar ideas, en realidad desprecian la lucha en el parlamento y la vía electoral. Febrilmente buscan ser parlamentarios y cuando llegan a serlo, en lugar de dar la batalla de las ideas —y también ganar las votaciones— se retiran de ésta, argumentando precisamente un extremismo, que a la luz de los hechos, es trágicamente inservible.