Este es el momento de abrir las puertas del PRD a la gente y a las nuevas ideas del pensamiento universal
Hace unos días, tuve la oportunidad de escuchar a una joven escritora nigeriana. Platicaba su propia historia cuando llegó a estudiar a una universidad de Estados Unidos. Su compañera de cuarto en la universidad, pensaba que África era un sólo país y se mostraba sorprendida de que la joven nigeriana hablara en inglés (el inglés es uno de los idiomas oficiales en Nigeria); preguntaba cómo soportaban los nigerianos el invierno y cómo se cubrían de la nieve andando semidesnudos; le preguntaba cómo se protegían de los leones (la joven nigeriana vivía en Lagos, una ciudad de millones de habitantes y a los leones sólo los había visto en el zoológico).
Le preguntaba cómo había sobrevivido a la matanza entre los tutsis y hutus (cuando esa masacre se sucedió en Ruanda); le preguntaba por qué parte de la frontera con México había ingresado como ilegal a Estados Unidos (la joven había obtenido una beca del gobierno nigeriano para estudiar literatura inglesa contemporánea); le preguntaba sobre la música de los tambores, cuando el músico favorito de la escritora era Eric Clapton.
Desde luego, la joven escritora se dio cuenta de la ignorancia enorme de su compañera de estudios universitarios, pero sobre todo se dio cuenta del estereotipo que se ha creado sobre África. Ella sabía de esa historia estereotipada y en el discurso en mención, la joven nigeriana quería contar las otras historias de África y de Nigeria, las historias de las universidades, museos, teatros, grupos de rock, jóvenes, científicos, artistas, política y de los escritores de Nigeria.
¡Cuánta razón tiene esta joven nigeriana por contar las otras historias de su patria!
Y es verdad, los hombres y las mujeres de Nigeria, de México, de Estados Unidos, de cualquier otra parte tenemos no una historia sino varias así como las naciones.
Por eso, relato la historia de la joven escritora nigeriana, porque pienso que la izquierda, en especial el Partido de la Revolución Democrática no tiene una sola historia y ésta no es únicamente la estereotipada, la de las tribus, la del pleito interno, de las disputas miserables por miserias de poder para grupos o para individuos. ¡No! El PRD tiene varias historias y, aún más, el PRD es la síntesis de las historias de millones de mujeres y hombres que a diario luchan por superarse, por progresar; de las historias de lucha por aportar a la construcción de un México más justo, sin pobreza, con libertades y sin violencia.
Tenemos que lograr que la gente conozca la otra historia del PRD, la de nuestros esfuerzos, de nuestros logros, la de la lucha de millones de mujeres y hombres que con generosidad y fraternidad recorren los caminos del país, la de nuestra lucha por la democracia, la libertad, la igualdad, la de nuestro objetivo de un México de prosperidad y de justicia.
De igual manera, al mismo tiempo que tenemos que contar la otra historia del PRD, debemos abrir nuestras puertas y ventanas para oxigenarnos y comprender las otras historias de la gente, de la ciudadanía, de las y los compatriotas que no piensan igual que nosotros, sin que reproduzcamos prejuicios ni estereotipos, para que nos conozcamos y nos reconozcamos en nuestra pluralidad.
Este es el momento de abrir las puertas del PRD a la gente y a las nuevas ideas del pensamiento universal. Para lograr el interés y el compromiso de esta gente, es fundamental que tengan conocimiento de lo que es el PRD en su totalidad y no nada más la historia que desde actitudes sectarias y mezquinas han construido muchas y muchos perredistas sin interés porque el partido se convierta realmente en un instrumento de la sociedad.
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