martes, 7 de junio de 2016

El factor de las alianzas

Excélsior

1.- Me dice un amigo que si alguien quiere partir un diamante,  entonces… haga uso de una alianza. Es así que las alianzas electorales que llevaron a cabo el PAN y el PRD fueron enormemente exitosas: de las cinco realizadas, cuatro vencieron: Durango, Quintana Roo, Veracruz y aún peleando contra el fraude, Oaxaca; en Zacatecas la alianza encabezada por Rafael Flores obtuvo más de 22% de los votos, apenas seis puntos menos que David Monreal, quien ocupó el segundo lugar. En Tamaulipas, Cabeza de Vaca, el candidato del PAN, hizo una alianza, igualmente de facto, con amplios sectores priistas y perredistas. Por ello se desfondó la votación del PRD y se debilitó enormemente la del PRI. En Chihuahua sucedió lo mismo para que ganara Javier Corral y en Puebla, el PAN gana gracias a una alianza con el PT, Nueva Alianza y PES.

2.- Pero el PRI también hizo amplias alianzas con el PVEM, Nueva Alianza, con el PT, con el PES y con múltiples partidos locales, lo que le permitió ganar en Hidalgo, Sinaloa y Zacatecas. Pero la alianza más interesante del PRI fue con AMLO en Veracruz y Oaxaca. En estas dos últimas entidades, se trataba, según los planes de la triple alianza (Duarte-Murat-López Obrador), de evitar triunfos de la alianza PAN-PRD. En Veracruz no lo lograron y en Oaxaca aún no hay nada definido.

Las alianzas de Morena con el PRI en Veracruz y Oaxaca le arrimaron votos artificiosamente, pero no le dieron, a López Obrador, ninguna victoria de gobernador.

3.- En la CDMX las encuestas previamente publicadas le auguraban al PRD una derrota catastrófica ante Morena: 3 a 1, decían algunos diarios y otros supuestos analistas.

De nueva cuenta se equivocaron, unos y otros, pues en la capital de la República la diferencia entre Morena y el PRD es de 70 mil votos, en un universo de votantes de siete millones 480 mil y de los cuales votaron, el pasado domingo, dos millones 90 mil electores.

Morena, decía López Obrador, iba a desaparecer al PRD en la ciudad. Ello, desde luego, era una baladronada y la diferencia entre ambos partidos fue apenas de tres puntos porcentuales. En la Ciudad de México se consolidaron dos grandes fuerzas en equilibrio y en competencia muy pareja. Ello sucedió a pesar de medidas del gobierno que, siendo indispensables, resultaban controversiales para importantes sectores de la población. Además, hay que decir que el PRD tendrá al mayor número de integrantes del Constituyente. El PRI tendrá 21, Morena 21, el PAN 13 y el PRD 27. Seremos, el PRD, el partido más influyente en el Congreso Constituyente de la capital de la República.

4.- Es de reconocer que el PRD se equivocó al no ampliar su política de alianzas en Chihuahua, Tamaulipas, y el PAN se equivocó al negarse a las alianzas en Tlaxcala e Hidalgo.

Nos equivocamos en admitir presiones externas en la designación de algunas candidaturas a gobernador y no pudimos zafarnos de los conflictos internos (algunos alentados por el propio PRI) que nos afectaron en varias entidades.

5.- El PRI experimenta una severa derrota electoral, y principalmente política. El tema de la corrupción, su resistencia a adoptar medidas de fondo contra este flagelo; su incapacidad para combatir la pobreza; su inoperancia frente a la violencia e inseguridad son algunas de las causas de ello. Otra causa de esta derrota debe encontrarla en las oficinas de Duarte, el de Veracruz; de Duarte, el de Chihuahua; de Borges; de Egidio, etcétera, etcétera.

6.- Pero también hay que decir que el PRD no creció como necesitábamos y una razón la encontraremos en los severos efectos de la división que experimentamos cuando AMLO se va del PRD y convoca a muchos militantes a acompañarlo.

Esta división fue de grandes costos electorales, pero, a decir verdad, resultaba imposible evitarla debido a las grandes diferencias en los proyectos políticos que enarbolamos. Lo mejor que puede pasarnos después de los resultados de las elecciones del pasado domingo es asumir un nuevo rumbo para el PRD y eso implica que cambiemos a profundidad; que reconstruyamos nuestra identidad de izquierda progresista; que corrijamos nuestras prácticas y que nos mantengamos como demócratas de izquierda por convicción, no por ocasión.

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