martes, 26 de enero de 2016

Una izquierda contemporánea


Desde hace tiempo, la izquierda democrática en el mundo está inmersa en una crisis de representatividad que influye en nuestros encuentros y desencuentros. Sin embargo, hay una interrogante que debemos responder: ¿Existe una crisis de representatividad que impacta en nuestra identidad o una crisis de identidad que afecta nuestra representatividad?

Cualquiera que sea la respuesta, hay que entender que las izquierdas, en el mundo, estamos obligadas a desprendernos de fetiches políticos, visiones totalizadoras y dogmas, para reconsiderar críticamente nuestra acción y pensamiento.

La izquierda debe hacerse contemporánea, es decir, dejar nacionalismos anacrónicos y visiones chauvinistas que derivan en concepciones autoritarias. Requerimos renovarnos en nuestro comportamiento ético, en el quehacer diario y en las propuestas.

Necesitamos dejar atrás la idea de que con sólo oponernos a las injusticias, abusos y desigualdad ya es suficiente para justificar nuestra existencia como corriente política o acción revolucionaria.

Oponerse es sólo parte de lo que se debe hacer. La izquierda necesita superar esa posición opositora para convertirse en alternativa de poder, de gobierno, una alternativa capaz de atender los grandes problemas globales.

Las izquierdas democráticas, en el mundo, debemos cambiar para poder ampliar nuestra representatividad e incluir no sólo a los enojados o resentidos, sino a millones de personas que tienen expectativas, que luchan por hacerlas realidad.

Recordemos que todo cambio político, toda revolución científica y toda revolución social tuvo un precedente en hombres y mujeres libres que se atrevieron a discrepar de los poderosos y se decidieron a pensar diferente a los guardianes del statu quo.

No podremos cambiar si seguimos por la vía de recurrir a los fedatarios que quieren seguir extendiendo certificados de autenticidad de izquierda.

Debemos acrecentar nuestros esfuerzos para representar de manera genuina lo que consideramos valores de modernidad frente a los símbolos del pasado, los valores del progresismo en contra del conservadurismo y el costumbrismo.

Antes era más fácil para la izquierda, ya que, por decreto, nosotros representábamos a los buenos que nos impondríamos a los malos, pero ya no es así, los cambios, tanto progresivos contra regresivos, son procesos políticos, económicos, culturales y biológicos.

Todo esto lo discutiremos durante cinco días en la Ciudad de México, Monterrey, Jalisco y Puebla, en el Segundo Encuentro Internacional de la Izquierda Democrática, porque ya no es suficiente con oponernos, debemos convertirnos en una verdadera izquierda democrática útil.

Expresidente del PRD


Twitter: @jesusortegam


http://ortegajesus.blogspot.com/


agsjom52@gmail.com

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