martes, 8 de diciembre de 2015

Los olvidados


México es un país constituido, principalmente, por jóvenes… pobres. Una parte muy importante de las y los mexicanos cuyas edades oscilan entre los 14 y los 29 años vive en condiciones de pobreza, y muchos de ellos en la marginalidad de la pobreza extrema. Son pobres por diversas causas, pero la principal es la manifiesta incapacidad del Estado para garantizarles acceso a los derechos humanos elementales.

Viven en la pobreza, porque muchos no tienen posibilidad de acceder a un empleo formal y, por lo tanto, no tienen acceso a los elementales servicios de seguridad social, y menos a un salario justo y digno; son pobres porque muchos más laboran en la economía informal, donde reciben ingresos que apenas les permiten la sobrevivencia: son pobres porque un número importante no puede estudiar, por una escasa oferta de espacios educativos o, peor aun, como efecto de una cada vez mayor deserción escolar; son pobres porque, aun con un diploma universitario, la mayoría padece grandes e insuperables obstáculos impuestos por el gobierno o las empresas privadas, que les hace imposible insertarse en el mercado laboral.

Son pobres porque la mayoría de ellos no tuvo una educación sexual suficiente y adecuada y, por lo tanto, siendo apenas adolescentes, se vieron obligados a contraer matrimonio debido a embarazos no deseados; son pobres porque a los matrimonios entre adolescentes, el Estado no les garantiza las condiciones básicas de independencia (casa-habitación, empleo, salud) para desarrollar con mínimos de bienestar su propio entorno familiar; son pobres porque muchos de ellos, ante la ausencia de oportunidades en sus lugares de origen, se ven obligados a disolver sus familias para emigrar en búsqueda de mejores condiciones de vida.

Son pobres y, por ello mismo, son la carne de cañón de la delincuencia organizada. Son jóvenes y pobres y, por ello, son la mayoría de quienes saturan los presidios. Son asesinados sin nombre, los arrojados a las fosas clandestinas, los invisibles, los olvidados.

Son hombres y mujeres que apenas dejaron de ser niños y ya son padres; los que nunca piensan en un futuro porque son los rechazados del presente.

Los problemas de México son muchos, pero, sin duda, el principal es que los niños, niñas y jóvenes son, como en la historia de Buñuel, Los olvidados de siempre.

Para que nuestra realidad deje de parecerse a una negra película surrealista de mitades del siglo XX, las políticas del Estado tienen que promover la inclusión de la juventud en el mercado laboral, con un soporte educativo tal, que les permita impulsar por ellas y ellos mismos su bienestar. Unas de las principales medidas que proponemos en ese sentido son:

“Boleto estudiantil universal” para el transporte público, automotriz y ferroviario, en todo el territorio nacional para el estudiantado de todas las modalidades y niveles de educación pública.

“Mi primer empleo”, programa que contempla beneficios fiscales a las empresas que empleen a jóvenes por un periodo no menor a dos años.

“Mi primera casa”, consistente en mecanismos para facilitar el acceso a la primera vivienda a las y los jóvenes que no califiquen para un crédito bancario. Esta línea de crédito a tasa preferencial será alcanzada mediante subsidios y reintegro del IVA.

“Carnet cuidando mi salud”, por medio del cual se establecería la obligatoriedad del Estado para brindar acceso universal a los servicios de salud a las y los jóvenes mexicanos. La cobertura comprenderá el esquema de salud básico, atención a embarazos, prevención y atención de enfermedades de transmisión sexual y de alta especialidad, así como acceso a medicamentos y análisis clínicos gratuitos.

Expresidente del PRD


Twitter: @jesusortegam


http://ortegajesus.blogspot.com/


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