martes, 1 de diciembre de 2015

Los ilusionistas

Excélsior 

Se inauguró la Feria Internacional del Libro (FIL) y, en este excelente marco, se llevó a cabo un homenaje al gran escritor mexicano Fernando del Paso. Más que merecido el reconocimiento al autor de Noticias del imperio y de otros textos de gran valía histórica y literaria. Sin embargo, las notas de los diarios y portales a lo que le dieron mayor relevancia fue a la presencia en Guadalajara de Jaime Rodríguez, El Bronco; Manuel J. Clouthier Carrillo, Pedro Kumamoto y Alfonso Martínez, todos ellos identificados por haber ganado elecciones como candidatos independientes. Debo decir, desde luego, que son todos ciudadanos que merecen respeto tan sólo por el hecho de concitar el apoyo de gran número de electores para ganar una elección constitucional.

Pero el hecho de ser los personajes más notables para los medios de comunicación durante la FIL (muy por encima de Fernando del Paso), da cuenta de que en nuestro país existe, ciertamente, una crisis de representatividad que repercute principalmente en la vida política, pero que también tiene efectos en la vida social en su conjunto. Con lo expuesto no pretendo (como sí lo hacen algunos políticos demagogos) seguir los pasos de quienes pretenden, no sólo profundizar en la crisis de representatividad que viven el Estado y sus instituciones, sino hacia algo quizá más peligroso, es decir: incentivar en la ciudadanía a que adopte el sentimiento y hasta el pensamiento francamente irracional de que la política no tiene o ha dejado de tener utilidad en la solución a la compleja problemática del país.

Este perverso incentivo alienta, en lo inmediato, la profundización de la incertidumbre que invade al conjunto de la sociedad, pero, además, propicia el surgimiento de los ilusionistas, es decir, de aquellos individuos que, a fuerza de ofrecer, sin ningún sustento verdadero, sin respuestas ciertas, supuestas soluciones —como si fuese acto de magia— a todos, absolutamente a todos los problemas que padece la gente.

“La raza paga, la raza manda”, dice el eslogan de El Bronco y entonces, si la raza manda que no se pague el impuesto predial o se elimine el impuesto a la tenencia y uso de vehículos automotores, ¡pues que así sea, que no se paguen! Dirá el ahora gobernador de Nuevo León. ¿Y cómo se sostendrá entonces la administración pública y cómo se garantizarán los derechos ciudadanos y de qué manera se pagarán otros servicios vitales como el agua potable, el transporte público, los servicios de salud? Pues ya Dios dirá, aunque lo más probable es que Dios no diga nada porque esto es un asunto de la terrenal, prosaica y repudiada administración política.

Pero los ilusionistas han contagiado a no pocos personajes de la política partidista. “Si el Sol se encuentra en su cenit, pero el pueblo dice que es de noche, entonces es tiempo de que los políticos encendamos las farolas”. Ésta es una frase que frecuentemente repite López Obrador y que es reflejo, precisamente, de una actitud demagógica que prefiere desconocer la realidad antes que perder los votos. Por eso el ahora presidente de Morena todo lo quiere poner a plebiscito y consulta, incluidos los derechos humanos, como el de las mujeres a decidir sobre su propio cuerpo o el tener cualquier tipo de preferencia, incluida la sexual.

Pero quizás el más fiel creyente de la cartomancia, que es una argucia más de los ilusionistas, es Peña Nieto. Empeñado éste, todos los días, en predecirnos un futuro mejor para las y los mexicanos, pero haciendo en los hechos todo aquello para que nos mantengamos en el estancamiento económico, en el atraso, en la postración del subdesarrollo.

Los ilusionistas mexicanos, detractores contumaces de la política,  imitan a Carlota, aquella ilusionada a la que en las Noticias del imperio, Fernando del Paso le llama “princesa de la nada y del vacío, reina de la quimera, emperatriz de la mentira”.

Expresidente del PRD


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