martes, 10 de marzo de 2015

Lo dialógico vs. lo ideológico


En el reciente informe de la Comisión de Derechos Humanos del Senado de la República, que preside la senadora Angélica de la Peña, escuché la intervención de la doctora Olga Sánchez Cordero.

La señora ministra de la SCJN estableció una tesis que bien podría ser jurisprudencial, pero sobre todo tiene un contenido político. Decía la ministra que “un sistema dialógico requiere orientarse hacia otros fines, requiere facilitar la conversación entre iguales. El lenguaje de diálogo apela a una civilizada y respetuosa resolución de conflictos en momentos marcados por los antagonismos políticos; requiere de una estructura institucional al servicio del intercambio de razones”. Esta tesis es ahora muy oportuna, pero más allá de la coyuntura, establece un nuevo juicio, un nuevo razonamiento acerca de lo que debe ser ahora la parte esencial del quehacer político. Como si se tratara de contradecir una tesis jurisprudencial añeja, extemporánea, el sistema político dialógico confronta al antiguo sistema político ideológico.

El sistema político ideológico es como “una guerra de trincheras”, como lo fue la Primera Guerra Mundial, en donde nadie se podía mover de sus posiciones hasta que todos —los de una y otra trinchera— se destruían mutuamente. En algunos momentos los soldados se atrevían a salir del “hoyo del infierno” —como les llamaban— para  avanzar tan sólo unos metros, disparar al enemigo, para, acto seguido… regresar de inmediato a su trinchera a esperar la muerte.

Así sucede ahora con la política mexicana. La mayoría de los partidos y los políticos no tienen propuestas para resolver los problemas del país; lo que sí tienen son “principios ideológicos” tan antiguos, tan añejos, tan extemporáneos como los dogmas religiosos. Los partidos carecen —carecemos— de propuestas nuevas, lógicas, contemporáneas, prácticas y, por ello mismo, es que se hace tan difícil establecer el debate civilizado, el diálogo que es consustancial a la política.

Veamos, tan sólo como ejemplo, el tema de la inseguridad pública que en México y en el mundo ahora está estrechamente vinculado al narcotráfico. Para los extremistas del prohibicionismo (PRI, PAN, PVEM y Morena, especialmente) les resulta una herejía el tan sólo pensar en alternativas como el de considerar este problema como uno de salud pública, de educación y resultado, principalmente, de las condiciones sociales de pobreza y marginación que padece la mayoría de la población.

El dogma de estos ideologizados consiste en pretender resolver el problema de la inseguridad construyendo más y más cárceles para llenarlas de narcodependientes, de productores —en su gran mayoría campesinos pobres— y de jóvenes cooptados por el crimen,  por los verdaderos dueños del redituable negocio —por ser ilícito— del tráfico y venta de las drogas.

¿Podrían pensar, y en consecuencia dialogar, sobre otras alternativas que no sea la prohibición que genera la terrible violencia? Lamentablemente no,  pues son ideológicos en lugar de dialógicos.

Éste es sólo un ejemplo de muchos, en donde lo ideológico se impone por sobre la realidad y el dogma por sobre las verdaderas respuestas a la problemática nacional. Por ello mismo es que, para tener propuestas viables ante las necesidades de la gente, la izquierda debe romper con los dogmas, terminar con las visiones absolutistas, rompiendo con los profetas y sus profecías. En sentido diferente, la izquierda se reivindicará porque alienta, para el conjunto de la sociedad, la pluralidad, el pensamiento libre, la crítica a lo establecido, el diálogo entre los diferentes; porque recrea y fortalece su propuesta política y su programa a través de concebirse desde un pensamiento dialógico, contrario a cualquier ideologismo absolutista.

                *Expresidente del PRD

                Twitter: @jesusortegam

                http://ortegajesus.blogspot.com/

                agsjom52@gmail.com

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