En una publicación reciente una estimada periodista llevó a cabo un análisis sobre el PRD y su conclusión, a grandes rasgos, es que este partido se encuentra en “grandes dificultades” porque se le fueron lo que ella identifica como “las figuras”. No quisiera, en esta ocasión, debatir acerca de si el PRD se ha debilitado, y mejor confronto la tesis —derivada de su análisis— de que lo importante en la política son las “figuras”.
Cierto es que resultaría insensato tratar de desligar a la política de los personajes, pues éstos le son intrínsecos, pero siendo importantes, no son lo verdaderamente sustantivo para alcanzar las transformaciones de fondo que reclaman las sociedades.
“Las figuras” son sustituibles, prescindibles y, en sentido contrario, hay que reafirmar que el principal —y éste sí insustituible— sujeto histórico de los cambios sociales, lo es el pueblo, la gente involucrada en procesos democráticos que transforman anacrónicas y falaces concepciones del quehacer político.
Por ello, cualquier proceso político que condujera a una profunda transformación del país no se sintetiza en la confrontación de “zutano versus mengano”, o para decirlo con nombres propios y llevado al extremo del absurdo, no depende de si figuras como Peña Nieto, Cárdenas Solórzano, Miguel Osorio, Gustavo Madero, Carlos Navarrete, López Obrador, Alberto Anaya, Manlio Fabio Beltrones, El Niño Verde o cualquier otro personaje, resultara “vencedor” en una de esas batallas campales de la lucha libre que se desarrollan en el cuadrilátero de la Arena Coliseo. ¡Como si la política se tratara de un combate de máscara contra cabellera, entre rudos y técnicos! Sin embargo, así, lamentablemente, observan algunos de nuestros acuciosos analistas el acontecer de la política mexicana, como de la misma manera entienden la política muchos de los políticos mexicanos.
¡No, no! Así no puede, no debe entenderse la ciencia de la política. No es, no puede ser observada como un espectáculo cuya atención se ubica en la “habilidad circense de las figuras”.
En sentido diametralmente diferente lo que debe estar en el centro de la contienda política deben ser los planteamientos programáticos, los idearios, las propuestas que presenta cada partido, para que desde ello, los ciudadanos —el verdadero sujeto histórico de los cambios— los ponderen, evalúen y en su caso los acepten o rechacen.
Por lo tanto, el cambio verdaderamente transformador de la vida en nuestro país debe implicar un cambio en la concepción de la cultura política, la que hasta ahora se ha sostenido, no en la democracia, no en la confrontación de ideas, pensamientos; no en la participación ciudadana en los asuntos públicos, sino en la existencia, finalmente efímera, de “las figuras”.
Observe, estimado lector, el inicio de las campañas. ¡Que si se fue Encinas del PRD; que si se fue Cervantes de Morena; que si a Margarita la corrieron del PAN; que si se va Osorio del gabinete; que si Peña Nieto tiene cáncer; que si El Niño Verde caza elefantes! Para los que siguen fielmente la cultura política de las figuras como el todo, esto tristemente les lleva al éxtasis, al frenesí.
Ojalá que alguien, algún partido, hiciera algo diferente y privilegiara el debate programático por sobre la lucha libre entre “las figuras”. Ojalá fuera el PRD. Estamos apenas a tiempo.
*Expresidente del PRD
Twitter: @jesusortegam
http://ortegajesus.blogspot.com/
agsjom52@gmail.com
No hay comentarios.:
Publicar un comentario