martes, 3 de febrero de 2015

¡Nunca con tanto, hicieron tan poco!


“Nunca antes tan pocos hicieron tanto por tantos”. Es la frase que algunos historiadores le atribuyen a Winston Churchill en homenaje al enorme aporte que hicieron los pilotos de la RAF durante la llamada “Batalla de Inglaterra”. En ésta, como se sabe, la fuerza aérea inglesa era —en número de aviones, en potencia de los mismos, en capacidad de combate— muy menor a la aviación de guerra alemana, y sin embargo los pilotos ingleses salieron triunfantes. Con ello se logró que el ejército alemán se viera imposibilitado de invadir la isla y se cambió significativamente el rumbo de la Segunda Guerra Mundial. Con cierto atrevimiento, me aprovecho de esta frase para hacer referencia a lo que sucede actualmente en nuestro país, en donde, como nunca antes había sucedido: el gobierno de Peña Nieto, “teniendo tanto ha hecho tan poco”.

El actual gobierno, como ningún otro en nuestra historia contemporánea, tuvo en sus manos —como resultado del Pacto por México— el  mayor conjunto de reformas político-legislativas de carácter estratégico que, de haber sido utilizadas correctamente pudieron, efectivamente, transformar de manera profunda a nuestro país. La Reforma Financiera, de Telecomunicaciones, la Educativa, la Antimonopólica, la Fiscal, la de Seguridad Social, de Seguridad Pública, la del Nuevo Sistema Penal, etcétera, etcétera. Reformas, todas, tan importantes y con tan enorme potencial transformador, han sido o están siendo desperdiciadas, desechadas, para regresar a la vieja ortodoxia priista del gatopardismo: aplíquese, pero no se cumpla, legíslese para que todo siga igual. Así, las intenciones reformadoras en el primer año del actual gobierno están siendo avasalladas —como igual le sucedió a Fox— por la inercia conservadora que le es intrínseca al hegemonismo autoritario, corrupto y corruptor, informal, marginal a la ley, del sistema político priista. La alternancia con Fox no significó cambio estructural alguno porque los panistas, en los hechos, le dieron continuidad, le siguieron dando cauce a la cultura política del priismo.

El priismo no regresó en 2012, en realidad nunca se fue, ahí estuvo como poder hegemónico, como cultura de poder autoritario y conservador.

Por ello, tienen razón aquéllos que identifican a nuestra transición como permanentemente inconclusa y así lo es, porque la hegemonía cultural del priismo, para desgracia del país, continúa vigente.

En contraste y sólo como uno de muchos ejemplos, en España se terminó con el franquismo porque a ello contribuyeron todos los partidos, aun aquellos identificados con el caudillo. UCD, PSOE, PCE, AP y el propio Juan Carlos, todos implicados en los pactos de la Moncloa, comprendieron que el proceso de cambio en su país pasaba necesariamente por terminar con el statu quo del cual ellos mismos habían sido parte. Lo lograron desprendiéndose unos de su herencia franquista, otros de su pasado estalinista y todos, finalmente, de una cultura autoritaria.

En México, el cambio profundo, obligatoriamente deberá pasar por terminar con la hegemonía cultural del priismo que aún está, desde luego, fuertemente inserta en el PRI, pero que también lo está, con diversas manifestaciones, en el resto de los partidos. El priismo no es un programa partidario es la expresión hegemónica de una cultura política autoritaria y conservadora.

Peña Nieto participó de los cambios legislativos, pero no se decidió, consecuentemente, a llevar a cabo las reformas. A él le gana el instinto, a otros les vence el pequeño interés partidario o personal y en el PRD nos está ganando terreno la fatuidad de lo inmediato. Pero todos estamos perdiendo de vista lo estratégico, es decir, la reforma del Estado desde la cual se construya una nueva hegemonía política: la de la cultura democrática de la igualdad, de la vigencia efectiva de la ley, del respeto a los derechos.

                *Expresidente del PRD

                Twitter: @jesusortegam

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