martes, 25 de febrero de 2014

Una golondrina no hace estrategia

Si en lugar del siempre no, decimos cómo sí; entonces el PRD deberá, por un lado, reconocer que la aprehensión de El Chapo Guzmán es benéfica para México


Ante la aprehensión de El Chapo Guzmán por parte de la Marina y de otras instituciones del Estado y del gobierno, ¿cuál debiera ser, me pregunto, el comportamiento de la oposición política?

Una posible respuesta a esta pregunta podría ser la que adelantó López Obrador: “Es una cortina de humo del gobierno para distraer a la gente de otros asuntos más importantes; es pura publicidad, jolgorio”.

Ésta, la del líder de Morena, es la respuesta del tipo de oposición que Gianfranco Pasquino llama “oposición antisistema”, es decir: partidos que no buscan sustituir al partido gobernante a través de elecciones, sino que pretenden echar al sistema político en su totalidad, ya sea por medio de una revolución o por otro recurso equivalente. La oposición que representan los partidos antisistema, dice Pasquino, no es transitoria (no se acaba ni siquiera cuando accede al gobierno), sino es definitiva, permanente.

(Hago un paréntesis para señalar cómo algunos perredistas luchan por ganar gobiernos, los de los estados, por ejemplo, y… cuando eso sucede, cuando el PRD gana una gubernatura, tales perredistas se ¡pasan a la oposición! ¡Sucede en el DF y en otras entidades que ahora gobierna el PRD!).

Un segundo comportamiento de otro tipo de oposición es de callar. Enmudecer ante la prensa para evitar reconocer que la detención de El Chapo es algo positivo para el país, al margen de quien lo haya logrado. Esa oposición es la mezquina, la que sólo piensa en cómo sacar provecho partidista o personal ante cualquier coyuntura. La oposición mezquina no piensa en el país ni en la gente. Su único propósito es cómo sacar “provecho propio”.

Así, por cierto, con mezquindad también actúan partidos gobernantes, y el PRI ha sido en varias etapas de su existencia un ejemplo de ello. Como sucede con ciertos políticos de la oposición mezquina, a otros políticos mezquinos del gobierno sólo les interesa su interés particular y éste lo sobreponen al interés de la gente.

En el asunto de El Chapo, la mezquindad hace que los primeros lo minimicen y menosprecien, y hace que los segundos lo sobredimensionen y lo conviertan en una “gesta heroica”.

Por ello, si desde el PRD somos capaces de hacer a un lado la mezquindad que es contraria a los valores de la izquierda; si en lugar de ser oposición sistémicamente “contreras”; si en lugar del siempre no, decimos cómo sí; entonces el PRD deberá, por un lado, reconocer que la aprehensión de El Chapo Guzmán es benéfica para México y reconocer que la Marina hizo un gran trabajo. Pero, por el otro, el PRD debe, como oposición responsable, señalar que más allá del éxito de la captura de un peligroso criminal, se necesita de una nueva, integral, consistente y sostenida estrategia de seguridad nacional y de seguridad pública que ahora no tiene el gobierno.

Para que el Estado cuente con dicha estrategia de seguridad pública, debe, desde luego, aportar y principalmente el actual gobierno, pero igualmente lo debe hacer la oposición, de manera particular el PRD que se asume como oposición de izquierda que es responsable; que actúa no sólo para sí misma sino en razón del país, de la gente; que es crítica pero también propositiva y que sobre todo es alternativa a la del actual gobierno.

Esa estrategia, en parte, ya la estamos proponiendo en la Asamblea Legislativa del DF y en el Congreso de la Unión, y consiste en ver el problema de las drogas como un asunto de salud pública y un tema de impulso al crecimiento de la economía, de creación de empleos, de seguridad social universal.

Es positiva la aprehensión de éste y de otros peligrosos narcotraficantes, pero en eso no puede agotarse la estrategia de seguridad de un Estado fuerte que deba garantizarle a todas y todos los mexicanos el básico derecho a la seguridad en nuestra vida y patrimonio.

                *Expresidente del PRD

                Twitter: @jesusortegam

                http://ortegajesus.blogspot.com/

                ortegamartinezjesus@hotmail.com

martes, 18 de febrero de 2014

“Los salvadores”

Una de nuestras grandes desgracias como país proviene de nuestro propio  desarrollo histórico. Durante siglos, en el proceso de conformación de nuestra nación, se ha construido densamente una nociva cultura política que tiene como esencia a “los salvadores”; es decir: aquellos individuos que por alguna “razón”,  la providencia nos enviará con el encargo de la misión superior de liberar a México de todos sus males. Desde Quetzalcóatl, el dios que descendió en Tollan para gobernar con justicia, para que la ciudad floreciera, para que la discordia se olvidara, para instalar una era de progreso y felicidad para sus habitantes.


Como Quetzalcóatl, asimismo los tlatoani, los caciques deidificados en las sociedades prehispánicas; así con los virreyes; con los fugaces emperadores Iturbide y Maximiliano; con los presidentes en la etapa post Independencia (notablemente con “su alteza serenísima”); los de la Reforma (especialmente Juárez); con Porfirio Díaz; con los caudillos revolucionarios, y recientemente con los presidentes de “la República” durante la “monarquía sexenal”, como la llamaba Cosío Villegas.

Esta enfermiza orfandad que nos ha acompañado durante siglos; esta perenne esperanza a la llegada de un “salvador de la patria” se mantiene, lamentablemente, inalterable.

Vicente Fox también pretendió encarnar la figura del “Salvador” durante la campaña presidencial de 2000 y lo mismo sucedió con Andrés Manuel López Obrador (especialmente) durante su campaña electoral de 2012. Durante esta gesta —así la llamaba— lo sustantivo no era la terminación del régimen político presidencialista con toda su carga autoritaria, sino lo trascendente era la posible llegada, por fin, de un hombre bueno a la presidencia, pues con eso se resolverían los problemas del país y de la gente. Para López Obrador (ahora como entonces) el problema no se encuentra en la política sino en la moral; en resolver, por la vía de un “salvador” —que él encarna— el dilema moral derivado de concepciones religiosas: de la maldad versus la bondad.

Para colmo del país, ahora, de nueva cuenta desde la Presidencia de la República, se pretende que aparezca “un nuevo salvador de México”. Así presenta la revista Time a Peña Nieto y parecería que así quisiera que se le viera e identificara por las y los ciudadanos. ¡Esto sería un despropósito cargado de una absurda arrogancia!

Pero lo más grave es que no se aprende de la historia y, peligrosamente, se vuelve a esa concepción equivocada del ejercicio del poder político; a la del poder concentrado en un individuo, a la del presidencialismo omnipotente, a la del “Salvador del país”, desde el cual surgen todas las respuestas y desde donde se generan todas las soluciones.  

Contrario a seguir esperando por “salvadores” de cualquier signo ideológico, México para resolver sus graves y enormes problemas necesita, no de un “príncipe” sino de un nuevo Estado que cuente con un nuevo régimen político y que debiera sustentarse en principios democráticos, en instituciones verdaderamente republicanas de separación y equilibrio de poderes.

Necesitamos, las y los mexicanos, del reconocimiento pleno de nuestra condición plural y diversa; de cambios profundos en las estructuras del Estado nacional; del diálogo entre las diversas fuerzas políticas y sociales para encontrar, desde la política, reformas profundas, respuestas estratégicas al problema de la desigualdad, al de una economía estancada, al problema de instituciones degradadas por la corrupción, es decir: se necesita de la acción política desde un Estado democrático, ¡no de un “salvador” con visiones de omnipotencia!

Con el regreso del PRI al poder presidencial se encuentra latente el riesgo del  regreso al viejo régimen del presidencialismo autoritario, que en su naturaleza política trae el gen del poder concentrado en un individuo susceptible de asumirse como “un nuevo salvador de la patria”. A esa degeneración en el ejercicio del poder, característica de nuestra añeja cultura política (que alcanzó expresión mayor durante el anacrónico sistema priista) podría agravarla la presencia de los profesionales de la adulación que de vez en vez se presentarán en Los Pinos para reafirmarle al Presidente que de nueva cuenta se necesita de un “nuevo salvador para México”.

Para bien de nuestro país sería deseable que nadie —menos aun Peña Nieto— confundiera la urgencia de reformas democráticas y no de “salvadores de la patria”.

¡Ni mesías ni monarcas sexenales ni nuevos príncipes ni salvadores de la patria! Eso es parte de un pasado trágico para el país al que no debiéramos, en ninguna circunstancia, regresar.

Lo que México necesita son reformas para construir instituciones democráticas y republicanas desde las cuales la participación ciudadana, desde las organizaciones civiles y los partidos políticos, sea cotidiana y permanente. Ello como condición para que nuestro país salga adelante.

                *Expresidente del PRD

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martes, 11 de febrero de 2014

Los reformadores

El neoliberalismo fracasó, y ello ha conducido al mundo a una grave crisis económica de la que no alcanza a salir.


En días pasados Moody’s Investors Service mejoró la calificación de los bonos soberanos de México. Moody’s explica las razones que le llevaron a tal determinación y entre éstas, menciona el hecho de que durante 2013 se hubiesen llevado a cabo varias “reformas estructurales” en nuestro país.

Entrecomillo “reformas estructurales” porque esta palabra tiene diversas connotaciones. Una de éstas tiene que ver con aquellas reformas que a partir de la década de los 80 impulsaron y llevaron a cabo los grupos y partidos situados en la ultraderecha económica, y alentados por el enorme deterioro que vivieron en sus economías, los países del llamado “socialismo realmente existente”.

Con la caída del muro de Berlín se habló, incluso, “del fin de las ideologías”, lo que para algunos significaba la preeminencia absoluta (y eterna) del mercado sobre el Estado. La “revolución neoliberal” reducía a su expresión mínima al Estado y le despojaba de facultades para intervenir en la economía y de obligaciones para regularla.

Pero como sucede con todas las visiones extremistas, el neoliberalismo —como también el estatismo— fracasó, y ello ha conducido al mundo a una grave crisis económica de la que no alcanza a salir.

La mayoría de las reformas de 2013 en México son ciertamente estructurales aunque no deben tener esa connotación neoliberal. Son estratégicas porque —en sentido diferente— tuvieron en su concepción el objetivo de recuperarle al Estado su facultad constitucional para intervenir eficazmente en el desarrollo de la economía y en aquellas otras actividades fundamentales para la vida del país.

En el Pacto por México se trataba, no de terminar con la economía de mercado, sino de impedir que continúe el “libertinaje en el mercado”; terminar con los poderes fácticos que crecieron al amparo de éste y crear nuevos instrumentos —del Estado— para reorientar el rumbo del país.

Las reformas educativa, de competencia económica, hacendaria, financiera, política, de seguridad social y de telecomunicaciones son estratégicas, porque remueven viejas estructuras que durante décadas minaron el poder del Estado en el propósito de favorecer intereses de mafias políticas y de grupos económicos oligárquicos. Sin embargo, es de lamentar que no todas tengan este contenido.

Ciertamente, las reformas en materia energética, a mi parecer, no cumplen con los propósitos anteriormente mencionados. Esto lo digo, no en razón de que mantenga una negativa ideologizada, dogmática a la participación de agentes privados en esta industria, sino porque el contenido básico de estas reformas (en particular para la industria eléctrica y la de los hidrocarburos) sí ponen en riesgo la seguridad energética de la nación y permiten que prevalezcan los intereses privados sobre las necesidades públicas y sobre el interés general.

Esta última, que en mi opinión es perjudicial al país, la combatiremos con los propios instrumentos que nos da la Constitución y con estos mismos buscaremos que las leyes secundarias de todas, fortalezcan al Estado nacional, pero que sobre todo se traduzcan en bienestar para la gente.

Sirve la calificación de Moody’s, pero eso se desvanecerá en el aire si no hay crecimiento de la economía, si no hay nuevos empleos, si no se garantiza la seguridad social para todas y todos, si no hay bienestar general. Éste es el desafío principal de los políticos reformadores, de todos, pero especialmente de los de izquierda.

                *Expresidente del PRD

                Twitter: @jesusortegam

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jueves, 6 de febrero de 2014

Nueva Izquierda comparte decisión de senadora Iris Vianey Mendoza Mendoza


México, Distrito Federal, 6 de febrero, 2014


Ante los señalamientos hechos en su contra, la senadora Iris Vianey Mendoza Mendoza tomó una decisión correcta al pedir licencia a su cargo y con ello demuestra responsabilidad ante los electores, su partido y ante el Senado de la República, señaló Jesús Ortega Martínez, coordinador nacional de Nueva Izquierda (NI).

NI, dijo, reconoce la decisión adoptada por la legisladora del Partido de la Revolución Democrática por Michoacán.

Caso contrario a lo que sucedió con Carlos Romero Deschamps, secretario general del Sindicato de Trabajadores Petroleros de la República Mexicana, quien fue acusado de haber desviado recursos del sindicato petrolero que fueron destinados a la campaña priista para las elecciones presidenciales del año 2000.

En 2003, el IFE concluyó que sí había existido un desvío de al menos 500 millones de pesos; sancionó entonces al PRI con una multa de 1,000 millones de pesos, la más alta interpuesta por este organismo desde que existe.

Romero Deschamps no pisó la cárcel pues se amparó en el fuero, al ser legislador.

Recientemente Luis Alberto Villarreal, coordinador de los diputados del PAN fue acusado del cobro de “comisiones” a alcaldes a cambio de asignación de recursos. Pese a que algunos sus compañeros de bancada le pidieron que dejara el cargo no lo hizo.

Los militantes del PRD simpatizantes de NI demandan a la PGR que inicie el proceso correspondiente que se deriva de la denuncia que ante esa instancia interpuso la senadora con licencia, exige celeridad en la investigación y reclama que las conclusiones de la misma se den a conocer a la opinión pública.

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martes, 4 de febrero de 2014

¿Quién los entiende?

Rechazan las reformas constitucionales en materia energética, llaman a una insurrección popu-lar para echarlas abajo, ¡y ahora, los extremistas seguidores del Morena, se oponen a que se haga una consulta ciudadana, contemplada en el artículo 35 de la Constitución y que podría derogarlas!


Un sector del populismo y del extremismo político ha satanizado durante meses al Pacto por México. ¡Y ahora, estos mismos, se encuentran muy alarmados, muy preocupados, porque las reformas constitucionales que surgieron del mismísimo Pacto, pudieran ser menguadas —con la complacencia de la oligarquía económica— por las leyes secundarias que discutirá y en su caso aprobará el Congreso de la Unión!

¿Quién los entiende?

Estos mismos rechazan las reformas constitucionales en materia energética, llaman a una insurrección popular para echarlas abajo ¡y ahora, esos extremistas seguidores del Morena, se oponen a que se haga una consulta ciudadana, contemplada en el artículo 35 de la Constitución y que podría derogarlas!

¿Quién los entiende?

Pugnan por una reforma hacendaria que termine con los privilegios fiscales; pregonan por terminar con los regímenes especiales; se indignan porque los poderosos evaden al fisco; protestan porque muchos de éstos no pagan proporcionalmente a sus altos ingresos. ¡Y ahora con la misma vehemencia —y en paradójica coincidencia con el PAN, con la Coparmex— reprochan que los más ricos paguen 35% en el ISR, se enojan porque se termina con la consolidación fiscal, con otros mecanismos para eludir al fisco y hasta porque se crea un impuesto especial a la comida chatarra!

¿Quién los entiende?

Rechazan una reforma constitucional en materia educativa, que entre muchas cosas, obligará a la evaluación a los mentores y directivos de la educación. ¡Y ahora se rasgan las vestiduras porque se cancela la prueba ENLACE!

¿Quién los entiende?

Gritaban airados, marchaban, protestaban contra la total dependencia de los órganos electorales ante los gobernadores. ¡Y ahora con enojo, con la misma ira se oponen a una reforma constitucional que, precisamente, termina con tal dependencia!

¿Quién los entiende?

Dicen que la Constitución es anacrónica en muchos textos; que en varios artículos se contradice ¡Y, sin embargo, se oponen a toda reforma constitucional. Aún más, se oponen a cualquier tipo de reforma, así sea a un simple reglamento!

¿Quien los entiende?

Pregonan que el actual régimen político es anticuado; que alienta el autoritarismo; que impide el equilibrio entre los poderes, ¡y en el colmo de sus contradicciones, su modelo político ideal es el presidencialismo, el poder concentrado unipersonalmente, el que ciertamente debilita al Congreso, al Poder Judicial y minimiza a los otros órdenes de gobierno!

¿Quién los entiende?

Reconocen una profunda crisis de las instituciones del Estado, ¡pero se oponen a reconstruirlo y a reformarlo!

En realidad, será difícil entenderlos y mejor hay que reconocerlos, para tener siempre presente su dogmatismo, su extremismo irredento, que generalmente concluye en fanatismo.

                *Expresidente del PRD

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