El denominado Tea Party nace en el invierno de 2009 como
reacción a las políticas fiscales del presidente Barack Obama. Esta
organización cuenta con bases ideológicas difusas y es heterogénea (aglutina a
miembros de la derecha religiosa, antiinmigrantes, defensores del derecho a
poseer armas, nacionalistas, ultraliberales, etcétera). Más allá de sus
“creencias no negociables”, como la xenofobia, posesión de armas de fuego y
fomento de los “valores familiares”, lo que realmente aglutina a este
conglomerado de conservadores radicales son principalmente sus demandas en lo
económico, es decir, menos gobierno, menos déficit y menos impuestos.
Para el Tea Party el gobierno, sobre todo el federal,
siempre es demasiado grande e intrusivo, por lo que exigen su reducción (hasta
el grado de que prácticamente sólo se dedique a cuidar las fronteras y fungir
como policía); la eliminación de toda regulación que se interponga con “la mano
invisible del mercado”; y la eliminación del ya por sí raquítico sistema de
seguridad social.
Pugnan también por un “presupuesto balanceado” (déficit
cero), tildando a la política de gasto público deficitaria como traición a la
patria. Asimismo, luchan por la derogación permanente de casi todos los
impuestos y la reducción inmediata de aquellos que, según ellos, atentan contra
la clase media: Impuesto Sobre la Renta, Impuesto Sobre el Capital e Impuesto
Sobre la Herencia.
Desafortunadamente, la visión del Tea Party tiene su
réplica en México. Ante la iniciativa de reforma hacendaria, los organismos
cúpula del empresariado mexicano (con el Consejo Coordinador Empresarial a la
cabeza) junto con el PAN y un sector importante del PRI, replican la negativa a
elevar los impuestos a quienes más tienen, se oponen recurrir a un moderado
déficit, rechazan la inversión pública productiva que dinamiza la economía,
desaprueban el papel regulador del poder público, y la creación de todo sistema
de seguridad social.
Como ahora sucede en Estados Unidos, donde el Partido
Republicano presionado por el Tea Party, utiliza la táctica de llevar al “punto
muerto” (gridlock) al gobierno para frenar la Ley de Protección al Paciente y
Cuidado de Salud Asequible, que es la reforma de la sanidad pública del
presidente Obama; la réplica mexicana le apuesta a la parálisis en los acuerdos
y a toda reforma hacendaria en el Congreso de la Unión. Cabe señalar que el
gran empresariado y los partidarios de la derecha (junto con la izquierda
nihilista) se unifican ya que comparten la táctica de la parálisis, la de la
ausencia de diálogo, la de promover la agudización de las crisis política y
económica.
En sentido contrario, para la izquierda responsable, lo
que debe prevalecer es la búsqueda de acuerdos para llevar a buen puerto una
reforma hacendaria progresiva, por medio de la cual paguen más impuestos
quienes ganan más, a que se logre que el Estado aumente la recaudación y se
utilice a ésta como una herramienta redistributiva, a que se haga uso del
déficit flexiblemente, se redireccione el gasto público hacia la inversión
productiva y en infraestructura social, y se sienten las bases para la construcción
de un sistema de seguridad social universal.
Con base en lo anterior, en concreto, para una reforma
hacendaria justa y equitativa el PRD ha propuesto: 1) Que el Impuesto Sobre la
Renta sea el eje de la política recaudatoria, sobre la base de la progresividad,
esto es, que pague más quien más tiene, por lo que proponemos una tasa de hasta
36% para las personas con los más altos ingresos; 2) Que el consumo no sea el
pilar recaudatorio, por lo que no se debe aplicar el IVA en medicinas y
alimentos; 3) Eliminación de regímenes especiales, particularmente el régimen
de consolidación; 4) Mantener exenciones fiscales sólo para aquellos sectores
más pobres y desprotegidos de la población; 5) Incrementar responsablemente el
gasto público, el cual debe estar sujeto a mayor transparencia y fiscalización;
6) Utilizar un déficit moderado para contar con mayores recursos para
orientarlos, como se establece constitucionalmente, sólo a inversión
productiva, ello para reactivar la economía; y 7) Simplificar el pago de impuesto,
eliminando aquellos que no tienen un impacto recaudatorio significativo y que
afectan a sectores productivos, como es el caso del IETU y el IDE.
Como se puede observar, esto que propone el PRD es lo que
cualquier izquierda progresista sostiene alrededor del mundo, lo contrario es
lo que proponen los replicantes mexicanos del Tea Party, es decir, los sectores
más conservadores y de derecha del país.
*Ex
presidente del PRD
@jesusortegam
http://ortegajesus.blogspot.com/
ortegamartinezjesus@hotmail.com
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