En ningún Estado democrático se goza de libertades
absolutas, pues siempre se tienen como límite las libertades de los demás.
Es posible que quienes se manifiestan tengan sus razones y ejerzan su derecho a la libre expresión y manifestación, pero no pueden hacerlo a costa del menoscabo de los derechos del resto de la sociedad.
Esta visión no es una cuestión de derecha vs. izquierda y mucho menos una postura del liberalismo decimonónico. Es una cuestión relativa a las reglas de la democracia. En una sociedad plural y diversa, todas y todos tienen la libertad de expresar ideas y de manifestarse sobre los asuntos públicos, pero, precisamente, para que todas las voces sean escuchadas y tomadas en cuenta, es indispensable que se asuma que no se posee la razón absoluta ni que es por medio de la fuerza como se acalla a aquellas y aquellos que piensan diferente.
Como bien apunta José Woldenberg (Principios y valores de la democracia) “las sociedades modernas están cruzadas por una diversidad de intereses, concepciones, puntos de vista, ideologías, proyectos, etcétera. Las diferencias de oficio, de riqueza, de educación, de origen regional, etcétera, construyen un escenario donde coexisten diferentes corrientes políticas. La fórmula democrática parte de reconocer ese pluralismo como algo inherente y positivo en la sociedad que debe ser preservado como un bien en sí mismo… El pluralismo, además, permite no sólo relativizar las certezas políticas, sino que teóricamente obliga a un procesamiento más cuidadoso y racional de los asuntos públicos”.
Obviamente, quienes piensan que sus derechos laborales están siendo afectados tienen la libertad de manifestar su oposición. Tal es el caso de algunos maestros que en estos días se encuentran realizando acciones de protesta en contra de la reforma educativa. Están en su derecho, pero sus protestas no pueden agraviar los derechos de otras personas, sin importar que sean decenas o millones, ya que en un régimen democrático basado en igualdad no puede haber distinción en razón de número, por lo que es indispensable que quienes se manifiestan comprendan que su libertad tiene como límite el ejercicio de la libertad de los otros.
Además, es evidente que contrario a lo que opinan sus detractores, esta reforma no resulta lesiva para los derechos laborales de las y los maestros.
En sentido contrario, la reforma educativa da certidumbre y claridad sobre el derecho al trabajo de las y los docentes, estableciendo un sistema racional para la obtención y permanencia en sus plazas de trabajo, así como un sistema de evaluación que permitirá institucionalizar y transparentar la movilidad dentro de los organismos educativos, y establecer un sistema de estímulos para aquellos que se profesionalicen y se preocupen por el mejoramiento de habilidades y técnicas educativas. La evaluación, el reconocimiento de méritos, el concurso de ingreso, la cancelación de aviadurías, comisiones pagadas por el gobierno y la redistribución del presupuesto para educación, además de estar pensadas para mejorar la calidad de la educación; están encaminadas a que los docentes puedan disfrutar realmente de sus derechos como trabajadoras y trabajadores.
La reforma educativa de ninguna manera pone en contradicción los derechos laborales del profesorado y el derecho de las niñas, niños y jóvenes a una educación pública, laica, gratuita y de calidad, que a final de cuentas debe ser nuestra prioridad como sociedad, para reconstruir el tejido social dañado por décadas de políticas neoliberales y poder insertarnos en una nueva ruta para el desarrollo, basada en la sociedad del conocimiento.
Quienes están a favor de terminar con las mafias sindicales, eliminar la venta de plazas, escuelas sin maestros y a favor de un régimen democrático de libertades en donde todas las voces sean escuchadas y todas y todos puedan gozar de libertades y derechos, no pueden avalar ni consentir manifestaciones violentas que afecten y coarten los derechos de las personas.
*Ex presidente del PRD
@jesusortegam
http://ortegajesus.blogspot.com/
ortegamartinezjesus@hotmail.com
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