martes, 3 de septiembre de 2013

La izquierda y las reformas

Las desigualdades son una realidad del mundo, pero lo son especialmente vigentes, persistentes y profundas en nuestro país. ¿Qué se hace desde la izquierda para terminar con ellas? ¿Qué se hace para aminorarlas o disminuirlas?


Este problema ha sido, a lo largo de la historia de la humanidad, el más complejo y más difícil de solucionar y… lo sigue siendo ahora. El comunismo dijo que aboliendo la propiedad privada y en consecuencia a las clases sociales, el problema se solucionaría. No fue así y la alternativa que ofrecía el comunismo devino, no en una sociedad sin clases ni en igualdad social, sino en un Estado burocrático y totalitario.

Después del fracaso del comunismo en el mundo, ¿hay alternativas en México a la terrible desigualdad?, ¿la izquierda puede construir alternativas a esa lacerante realidad?

¡Ya antes se construyó una teoría —casi evangelizadora— desde la cual el futuro es predecible e inalterable! Tal teoría nos “condenaba —a la izquierda— a la victoria” y nos auguraba el paraíso. Como todos ahora sabemos, eso no fue cierto antes ni lo es ahora.

A pesar de ello, sí hay alternativas; pero no son aquellas sustentadas en ese fallido determinismo histórico, sino que son aquellas otras que con objetividad y realismo pueden identificar la existencia de los problemas sociales, que pueden diagnosticar sus causas y que pueden encontrar soluciones realistas y concretas.

Para decirlo de otra manera: la alternativa no es la revolución que de una vez y para siempre construye “el cielo en la tierra”, sino las reformas económicas, sociales y políticas que van reconstruyendo, renovando, innovando y transformando las añejas y anacrónicas estructuras de nuestra injusta sociedad y las del propio Estado.

La alternativa no es continuar en el inútil esfuerzo de “intentar bajar el cielo”; es, en sentido diferente, “poner los pies en la tierra” para reformar, por ejemplo: el modelo económico, lograr crecimiento de la economía, garantizar mayor ingreso para las familias, alentar el mercado (especialmente el interno) y construir, entonces, más empleos y mayor distribución de la riqueza.

Con los pies en la tierra, hay que decir que el desempleo es el factor que más contribuye a la desigualdad, y de igual manera, que la educación es el factor social igualador por excelencia.

Por lo tanto, hay necesidad de hacer una reforma educativa que termine con el desastre que es hoy la educación pública, porque al hacerla y garantizar —aparte de la gratuidad, laicidad, universalidad— la calidad educativa, estaríamos avanzando en posibilitar la igualdad jurídica que postula la Constitución y la igualdad social y de oportunidades, para la niñez y la juventud que postula la izquierda.

No digo que tres leyes y una reforma a la Constitución sean la totalidad de la reforma educativa. Ello sería un desatino. Pero tal reforma y tales leyes servirán para iniciar el desmantelamiento del poder fáctico supraestatal que desde hace décadas se apoderó de la educación pública, y la convirtió en instrumento para construir y preservar intereses particulares y de grupo que son antítesis de los intereses del país. Ese poder supraestatal no son —desde luego— los maestros, pues ellos también son víctimas —junto a los niños y jóvenes— del desastre de nuestra educación.

El problema no son los maestros, como tampoco lo es la genuina disidencia al autoritarismo del SNTE y al de los gobernantes y partidos que lo apoyan; sí lo es la corrompida estructura del poder político y económico que se disfraza de sindicalismo y lo es, también, la red de intereses particulares insertos —desde hace muchos años— en el sistema administrativo y gubernamental de la educación pública. 

Las reformas de Estado son, desde una izquierda moderna, la más viable alternativa a la desigualdad y la pobreza que vive la mayoría de la población. Y dentro de estas reformas la principal, sin duda, es la educativa.

                *Ex presidente del PRD
                @jesusortegam
                http://ortegajesus.blogspot.com/
                ortegamartinezjesus@hotmail.com

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