Supongamos este diálogo entre
un individuo de nombre Julio, propietario de diez mil hectáreas en las cuales
se plantan árboles para producir celulosa y otro individuo de nombre William que
es propietario de una empresa especializada en perforar el subsuelo para
extraer agua.
-¡Cómo estás! —pregunta Julio.
-¡Bien! Con algunos problemas
como sabes y preocupado con eso de que los diputados quieren terminar con la
consolidación fiscal…
-¡Sí, hombre! ¡Ignorantes! ¡No
saben cuánto daño le harían a las grandes empresas que consolidamos! Deberíamos
ponernos de acuerdo para impedir que eso prospere. ¡Hay que pararlos, William!
Pero ahora requiero de tus servicios para otro asunto.
-¡Dime, Julio!
-Necesito perforar un pozo en
mi propiedad para extraer agua y garantizar el riego para la producción de los
árboles.
-Con gusto, Julio, a eso se
dedica mi empresa. Sólo necesito que cubras algunos requisitos, especialmente
la autorización para explotar mantos acuíferos. Ésa que emite la Comisión
Nacional del Agua. Sin ese requisito, Julio, no puedes explotar ningún manto
acuífero y tampoco yo podría perforar, salvo que ambos violentemos la
Constitución y otras leyes…
-En ese sentido no habrá
problema alguno, amigo William. Ya hice los trámites respectivos y aquí tienes
el visto bueno de la Comisión Nacional del Agua.
-De ser así, entonces
procedamos, querido Julio. Firmemos un contrato que especifique qué servicios te
voy a prestar a través de mi empresa y, en contraparte, cómo me los vas a
pagar.
-Desde luego, William. Supongo
que la cantidad a pagarte dependerá de la inversión que se necesite para
excavar a la profundidad requerida hasta encontrar el acuífero.
-¡Sí! A mayor profundidad y a
mayores dificultades, mayor la inversión. ¡Tú lo sabes! Y por eso mismo no
quiero que me pagues con dinero.
-¿Y entonces con qué? ¡Eso no
lo entiendo, William!
-¡Sé que sí lo entiendes,
Julio! Pero de cualquier manera te lo explico:
El contrato debe especificar
que me vas a pagar, no con efectivo, sino con un porcentaje del agua extraída.
¡El 60% del agua que surja del pozo perforado en tu propiedad será mía! Esa es
la condición que me parece justa.
-¡Pero es que estás loco, William!
¡¿Cómo te voy a pagar con mi agua?! ¡Eso es un atraco, es un robo! ¡Noooooo! De
ninguna manera en esas condiciones. ¡Eso sería un contrato leonino! ¿Con quién
crees que estás tratando?
-¡Tranquilo, querido y
apreciado Julio! Veamos si te parece otra alternativa, porque de verdad quiero
hacer un negocio contigo. Está bien, no me pagues con el agua, pero entonces
págame con 60% de la celulosa que produzcas y yo la vendo por mi lado.
-¡Queeeé! ¿Es que has perdido
el juicio, William? ¡Esas condiciones, nadie, nadie, ni el más tonto de los
empresarios te las aceptaría!
-¿Tú lo crees? ¿De verdad así
lo piensas, Julio? Mira, para hablarnos con franqueza, no te creo. ¿Y sabes por
qué? ¡Porque nos conocemos lo suficiente y porque esto que te estoy exigiendo
para perforar un pozo de agua en tu propiedad es lo que ambos le estamos
pidiendo al gobierno para perforar pozos de petróleo y gas!
-Pues sí, pero ¡es al
gobierno! ¡A mí no me jodes, no soy tonto!
William se mantuvo
impertérrito y Julio se retiró mascullando… -¿Pero qué se cree ese pillo?
¡Darle mi agua, mi celulosa como pago por un servicio!
*Ex presidente del PRD
@jesusortegam
http://ortegajesus.blogspot.com/
ortegamartinezjesus@hotmail.com
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