martes, 6 de agosto de 2013

El Contrato

Supongamos este diálogo entre un individuo de nombre Julio, propietario de diez mil hectáreas en las cuales se plantan árboles para producir celulosa y otro individuo de nombre William que es propietario de una empresa especializada en perforar el subsuelo para extraer agua.


-¡Cómo estás! —pregunta Julio.

-¡Bien! Con algunos problemas como sabes y preocupado con eso de que los diputados quieren terminar con la consolidación fiscal…

-¡Sí, hombre! ¡Ignorantes! ¡No saben cuánto daño le harían a las grandes empresas que consolidamos! Deberíamos ponernos de acuerdo para impedir que eso prospere. ¡Hay que pararlos, William! Pero ahora requiero de tus servicios para otro asunto.

-¡Dime, Julio!

-Necesito perforar un pozo en mi propiedad para extraer agua y garantizar el riego para la producción de los árboles.

-Con gusto, Julio, a eso se dedica mi empresa. Sólo necesito que cubras algunos requisitos, especialmente la autorización para explotar mantos acuíferos. Ésa que emite la Comisión Nacional del Agua. Sin ese requisito, Julio, no puedes explotar ningún manto acuífero y tampoco yo podría perforar, salvo que ambos violentemos la Constitución y otras leyes…

-En ese sentido no habrá problema alguno, amigo William. Ya hice los trámites respectivos y aquí tienes el visto bueno de la Comisión Nacional del Agua.

-De ser así, entonces procedamos, querido Julio. Firmemos un contrato que especifique qué servicios te voy a prestar a través de mi empresa y, en contraparte, cómo me los vas a pagar.

-Desde luego, William. Supongo que la cantidad a pagarte dependerá de la inversión que se necesite para excavar a la profundidad requerida hasta encontrar el acuífero.

-¡Sí! A mayor profundidad y a mayores dificultades, mayor la inversión. ¡Tú lo sabes! Y por eso mismo no quiero que me pagues con dinero.

-¿Y entonces con qué? ¡Eso no lo entiendo, William!

-¡Sé que sí lo entiendes, Julio! Pero de cualquier manera te lo explico:

El contrato debe especificar que me vas a pagar, no con efectivo, sino con un porcentaje del agua extraída. ¡El 60% del agua que surja del pozo perforado en tu propiedad será mía! Esa es la condición que me parece justa.

-¡Pero es que estás loco, William! ¡¿Cómo te voy a pagar con mi agua?! ¡Eso es un atraco, es un robo! ¡Noooooo! De ninguna manera en esas condiciones. ¡Eso sería un contrato leonino! ¿Con quién crees que estás tratando?

-¡Tranquilo, querido y apreciado Julio! Veamos si te parece otra alternativa, porque de verdad quiero hacer un negocio contigo. Está bien, no me pagues con el agua, pero entonces págame con 60% de la celulosa que produzcas y yo la vendo por mi lado.

-¡Queeeé! ¿Es que has perdido el juicio, William? ¡Esas condiciones, nadie, nadie, ni el más tonto de los empresarios te las aceptaría!

-¿Tú lo crees? ¿De verdad así lo piensas, Julio? Mira, para hablarnos con franqueza, no te creo. ¿Y sabes por qué? ¡Porque nos conocemos lo suficiente y porque esto que te estoy exigiendo para perforar un pozo de agua en tu propiedad es lo que ambos le estamos pidiendo al gobierno para perforar pozos de petróleo y gas!

-Pues sí, pero ¡es al gobierno! ¡A mí no me jodes, no soy tonto!

William se mantuvo impertérrito y Julio se retiró mascullando… -¿Pero qué se cree ese pillo? ¡Darle mi agua, mi celulosa como pago por un servicio!

                *Ex presidente del PRD

                @jesusortegam

                http://ortegajesus.blogspot.com/


                ortegamartinezjesus@hotmail.com

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