En los jefes de Estado cuenta la inteligencia, la experiencia y la voluntad, pero nada de ello sirve si no hay humildad para reconocer que nadie por sí solo podría sacar adelante al país.
Han iniciado las campañas electorales federales, como era previsible, la campaña de Enrique Peña Nieto se está desarrollando conforme al guión que ex profeso, le han diseñado los estrategas de las televisoras, de manera especial, Televisa. La instrucción que recibe: no debatir y si resulta inevitable hacerlo porque la ley lo ordena, entonces —como si fuera telenovela— no salirse un renglón del script. Otra instrucción es poner énfasis en la imagen no en las ideas. El mexiquense pretende ganar la Presidencia de la República enseñando la cara y no descubriendo la mente. Será una campaña de mercadotecnia clásica: “Hay que vender el producto por el empaque y no por el contenido”.
Con Josefina Vázquez Mota la estrategia se sustenta en presentarse como “ama de casa” que buscará “cuidar” al país como si fuera su residencia y “cuidar” a las y los mexicanos como si fueran sus hijos. Recurre al simplismo más ramplón y busca ganar simpatías, sobre la base de considerar que las y los ciudadanos no sólo son menores de edad, sino que además, son adolescentes de conciencia social y política. Para el PAN lo importante será explotar el instinto, la reacción y no la razón. Aparentemente, las campañas del PRI y PAN son diferentes, pero sólo lo son en los matices, pues son iguales en su contenido, esto es: menosprecio a la capacidad de reflexión y de razonamiento de las y los electores.
EPN venderá un envoltorio de celofán y JVM ofrecerá un pueril maternalismo.
López Obrador ha presentado en primer término la actitud más importante e indispensable en todo aquel que pretende ser hombre de Estado: capacidad de reconocer errores, y en ese sentido —contrario al esquema de la polarización— hoy expone y propone satisfacer la necesidad de una reconciliación nacional como el gran elemento sustantivo de cualquier gobierno que se pretenda capaz de enfrentar con éxito, la enorme problemática nacional. En los jefes de Estado cuenta la inteligencia, la experiencia, el conocimiento y la voluntad, pero nada de ello sirve si no hay humildad para saber reconocer que nadie por sí solo podría sacar adelante al país.
Y en segundo término, AMLO representa a la izquierda. Digo esto porque los individuos son importantes, pero no tanto como las ideas. Es discutible lo de una “cartilla moral”, pero no es esto lo que principalmente distinguió a Alfonso Reyes. Lo distinguió su pensamiento universalista y humanista.
De ese pensamiento desprendo lo siguiente: “Nos importa el triunfo de todas aquellas normas que exaltan al hombre en cuanto tiene de excelsamente humano […] Deseamos el triunfo de aquella filosofía política que ofrece la libertad con justicia; la coherencia entre la persona y la sociedad. […] Cuando la violencia, la impudicia, la barbarie y la sangre se atreven a embanderarse como filosofía política, la duda no es posible un instante. Nuestro brazo para las izquierdas cualesquiera sean sus errores en defecto o exceso. Ellas pugnan todavía por salvar el patrimonio de la dignidad humana, hoy tan desmedrado, tan amenazado”. (El pensamiento político de Alfonso Reyes. Sebastián Pineda).
*Integrante del PRD
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