martes, 5 de julio de 2011

3 de julio o cómo fortalecer al contrincante

Excélsior


Dice SunTzu “que lo más importante en una batalla es la victoria  y no la persistencia”. Esto viene a colación porque entre las variadas opiniones sobre lo acontecido en las elecciones del pasado domingo, hay algunas que se empeñan en ocultar la realidad,  y en sentido contrario, se afanan en tratar de convertir cada derrota en una nueva fase de la eterna-y dicen que heroica-persistencia. Eterna, ciertamente,  pero también trágica,  como el castigo a Sísifo: ciego, empujando la pesada roca montaña arriba, para que al punto de llegar a la cima, el fardo ruede cuesta abajo para iniciar de nueva cuenta la penosa tarea,  y así eternamente.
Algunos compañeros de la izquierda, reproducen esa forma de persistencia trágica. No les importa perder y seguir perdiendo, porque su valor fundamental en la lucha política no es llegar a gobernar;  para algunos compañeros  -por eso confunden política con religión-, lo esencial, es la abnegación, el sacrificio, la victimización y en algunos casos,  la santidad. Así, nuestro propio candidato a Gobernador, declara que lo importante en la elección del  Estado de México no era el triunfo,  sino su sacrificio para “lograr la unidad de la izquierda”. Otros compañeros, con evidente ceguera política, celebran los resultados debido a que en el Estado de México,  el PRD logró superar al PAN (aunque en Nayarit y Coahuila nos hubiésemos derrumbado hasta tercero y cuarto sitio).
Las elecciones del pasado domingo no eran la oportunidad-por más importante que esto sea- para “unir a las izquierdas”; menos aún,  eran la ocasión para ajustar cuentas  -políticamente inútil en este momento- con Calderón y los panistas.
Contrario a esto, las elecciones del domingo pasado debieron tener para el PRD dos objetivos primordiales, el primero: construir una gran alianza partidista, especialmente entre el PRD y el PAN, y esta fortalecida con una gran participación ciudadana, para con ello estar en condiciones reales de derrotar a Peña Nieto en cuando menos tres entidades, incluido su propio territorio, y asestar un golpe mortal al intento restaurador del sistema priista en el país.  Y el segundo: consolidar gobiernos democráticos y progresistas en las dos entidades (Distrito Federal y Estado de México) más influyentes en las próximas elecciones presidenciales. Esta estrategia era claramente posible, incluida, la declinación de Bravo Mena a favor de Encinas. No tengo ningún ánimo de soslayar las trampas y las maniobras ilegales del PRI y sus gobiernos. Existen y son cada vez más burdas, aunque se les puede derrotar-como lo vimos en Oaxaca, Sinaloa, Puebla y Guerrero-si se aplica una estrategia adecuada de alianzas tácticas. Pero los errores, principalmente alentados por AMLO,  de no identificar los obstáculos fundamentales que enfrenta la vida democrática en el país y de no ubicar correctamente al contrincante principal de la izquierda,  propiciaron el hecho tangible de que el PRI y Peña Nieto, lograran sacar adelante sus objetivos inmediatos para avanzar en su objetivo estratégico de ganar la presidencia y restaurar el viejo sistema.
Terminocitando nuevamente a SunTzu: “Nunca se debe atacar por cólera” los resultados son funestos y se termina por fortalecer al contrincante. Ojalá, cara al 2012, aprendamos la lección.

@jesusortegam
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ortegamartinezjesus@hotmail.com

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