martes, 21 de junio de 2011

Asignaturas pendientes de la izquierda mexicana



Las izquierdas en México, aún no terminamos de salir del pasmo que nos provocó el derrumbe del Muro de Berlín. Nos desenvolvemos aún en la incertidumbre programática y continuamos transitando en una especie de orfandad ideológica. Durante varias décadas, la izquierda mexicana ha buscado nuevos paradigmas, pero no hemos logrado romper con la herencia estatista y autoritaria que nos legaron nuestros dos principales referentes del pasado; el socialismo estalinista y el nacionalismo revolucionario priista.

El PRD, nuestro partido, pretendió genuina y atinadamente superar a ambos y,  ante el país, aparecimos como una alternativa nueva y diferente al conservadurismo panista y al priismo que ya se debatía en su degeneración. La izquierda representada por el PRD, creció de manera impresionante y como nunca en la historia del país, avanzando hasta la condición de una fuerza progresista capaz de ser opción de poder. El PRD actuó con gran audacia y oportunidad para avanzar en la unidad de fuerzas progresistas y de avanzada; con sentido de oportunidad e incluso con frescura nos abrimos para recibir a la amplia pluralidad de fuerzas políticas que reclamaban el cambio, convirtiéndose nuestro partido en receptor de marxistas, nacionalistas revolucionarios, liberales, progresistas y de demócratas del más diverso signo. Lo hicimos con apertura y tolerancia. Sin duda ello fue razón de nuestro crecimiento electoral y de nuestra fuerte influencia en la vida política nacional.

Sin embargo, no hemos descubierto dos asignaturas que, después de más de 20 años, continúan pendientes: La aceptación de la democracia como nuestro principio fundamental y la modernización de nuestra propuesta programática.
¿Qué implica la aceptación de la democracia como principio fundamental de una izquierda moderna? Varios son los puntos, pero las esenciales son a mi juicio los siguientes:

1.- Aceptar que el PRD no representa solamente a una clase o a un sector de la sociedad. Desde luego que representamos los afanes de los más pobres y desprotegidos, pero también debemos representar a las amplias y diversas clases medias; a los trabajadores desde luego, pero también, y no hay contradicción en ello, representamos a la gran mayoría de los empresarios; a los movimientos que reivindican derechos sociales, pero de la misma forma a quienes luchan por los derechos civiles, políticos y humanos. Debemos representar no sólo a los enojados de la coyuntura, sino a todos aquellos que aspiran a progresar y a mejorar sus condiciones de vida. En síntesis, una izquierda nueva y moderna debe representar al conjunto de la población, ya que ello significa serle útil al país en su conjunto.

2.- Una izquierda democrática se recrea en la pluralidad del país y por ello es laica y libertaria. La libertad y los derechos individuales no están en conflicto con los derechos sociales y por ello mismo, una izquierda democrática es defensora de la legalidad.
 
 
Estas asignaturas pendientes, tienen que ver con un verdadero proceso de renovación de las ideas y concepciones que debieran caracterizar una izquierda democrática, progresista y moderna como la que necesita el país y como la que requiere la coyuntura de la próxima elección presidencial.


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