martes, 9 de agosto de 2016

Sapere aude


En Desde la fe, el periódico que semanalmente difunde la Arquidiócesis Primada de México, se han publicado una serie de artículos que intentan que la sociedad mexicana regrese a los tiempos del oscurantismo. Desde ahí, se combate la ley y la condición laica del Estado. No son, obviamente, novedosas tales pretensiones de ésta y otras iglesias, pero Desde la fe no sólo divulga su evangelio, sino que, invadiendo la política mundana, intenta ser factor decisorio de los contenidos de la próxima Constitución de la ciudad capital.

Así, el pasado domingo, la Arquidiócesis Primada de México dejó claro por qué se opondrá con toda su fuerza a los matrimonios igualitarios y, para ello, nos dio cinco argumentos: 1.- Que la Palabra de Dios lo rechaza; 2.- Que no santifica ni da vida; 3.- Que causa daños físicos, sicológicos y espirituales; 4.- Que donde se ha legalizado se ha atentado contra la libertad de conciencia y de expresión; y 5.- Que como se opone a la voluntad de Dios, pone a los involucrados en grave riesgo de perder su salvación.

Estos argumentos bien los habría expuesto la Inquisición diocesana en Verona, en 1184, en donde el papel de los obispos era recorrer dos veces al año la diócesis, a la búsqueda de personas culpables o sospechosas de herejías.

Muchos, no sé cuántos, no queremos tal regresión al oscurantismo y, por ello, expondré mi razonamiento en contra de cada uno de los cinco argumentos de la arquidiócesis.

“Que la palabra de Dios lo rechaza”.

Veamos: Desde la Revolución de la Reforma, desde la Constitución de 1857 y, desde luego, aplicando la vigente, las múltiples iglesias o asociaciones religiosas existentes en México no pueden oponerse a las leyes y menos participar en su elaboración, pues se los impide la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos. El artículo 130 dice en su inciso E que:  “Los ministros (religiosos) no podrán asociarse con fines políticos ni realizar proselitismo a favor o en contra de candidato, partido o asociación política alguna. Tampoco podrán, en reunión pública, en actos del culto o de propaganda religiosa ni en publicaciones de carácter religioso, oponerse a las leyes del país […] los actos del Estado civil de las personas son de la exclusiva competencia de las autoridades administrativas en los términos que establezcan las leyes, y tendrán la fuerza y validez que las mismas les atribuyan”.

Por lo tanto: en lo que respecta al estado civil de las personas (es el caso del matrimonio), la Iglesia no puede intervenir ni siquiera con lo que el vocero de la arquidiócesis identifica como la Palabra de Dios.

Las palabras divinas, revelaciones, mitologías, los dogmas de fe, fueron el sustento —por largo tiempo— en donde se mantuvo a la humanidad en el oscurantismo, y suena verdaderamente grotesco que, en pleno siglo XXI, alguien desde el Arzobispado de la Ciudad de México recurra a los preceptos de la era de la oscuridad para oponerse a los matrimonios igualitarios y, con ello, alentar la homofobia. 

Sapere aude, la esclarecedora frase de Kant, fue la base desde donde se dejó atrás la ignorancia, la superstición, la fe, el misticismo, las revelaciones divinas a profetas o mesías como las fuentes del conocimiento humano. Desde la Ilustración, hace más de 400 años, ya sabemos que son la razón y la ciencia, los elementos a tomar en cuenta para el funcionamiento humanista, fraternal, tolerante, democrático, libertario, igualitario de las sociedades civilizadas.

Twitter: @jesusortegam

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