martes, 13 de octubre de 2015

Un fantasma recorre México


Un fantasma recorre México: el fantasma de la política. Todas las fuerzas del conservadurismo mexicano se han unido en santa cruzada para acosar a ese fantasma.


Desde la fe y desde el púlpito, algunos de los jerarcas religiosos lanzan los más feroces anatemas contra la política y contra todos aquellos que osan participar en ella.

Desde los confines norteños, el mismísimo “diablo” encabeza grandes campañas para fustigar con gran eficacia,  a todos los partidos políticos.

Los medios de comunicación, muchos de los cuales viven del presupuesto público —el que paradójicamente elaboran los políticos—, permanentemente vapulean, degradan, al Congreso de la Unión y a toda institución que se involucre en el quehacer público.

Intelectuales que meses antes, con gran fervor, defendían la política, ahora organizan “frentes ciudadanos” para defenestrarla.

Algunos periodistas que, desde siempre, le sirven a políticos oficialistas, ahora llenan sus columnas contra todo aquello que identifican con la política.  

Relevantes personajes que han hecho política durante toda su vida, ahora, ridículamente, se disfrazan de “independientes” para combatir la política.

Candidatos que lo fueron de partidos en varias ocasiones, ahora camuflan su discurso y vestimenta para aparecer como “ciudadanos” inmunizados de la política.

Líderes que únicamente lo han sido de partidos, ahora construyen “movimientos de renovación” enderezados contra la política.

¿Qué estrategia política puede ser más eficaz contra un contrincante que acusarlo de hacer política?

¿Qué mote más efectivo para zaherir, que señalar a alguien como político?

¿Qué mejor manera para ser candidato a un cargo político que renegar de la política?

¿Qué campaña electoral más redituable ahora, que aquella que se dirige contra la política y contra los políticos?

Pero todos estos, los de la antipolítica dirán: ¿Y acaso esta reacción no es justificada ante los atropellos, las corruptelas, los abusos que cometen y han cometido muchos políticos?

Y sí, es verdad que ésta es una explicación del porqué soplan vientos no sólo para rechazar a la política, sino para que se incube entre la sociedad, en su conjunto, un sentimiento de apatía, de alejamiento de lo público y de lo que nos es común.

Y, sin embargo, Gustavo Zagrebelsky, en su texto Contra la ética de la verdad, establece que “esas reacciones hacia lo público y hacia la política son reminiscencias que no prometen nada bueno. Los ciudadanos excitados ante esos atropellos e injusticias se movilizan (pero) para someterse al eslogan de bien-mal, amor-odio, vida-muerte (lealtad-traición), elementos todos que los pícaros de la política y la antipolítica despachan como revancha de los valores relativos de la democracia. Palabras que quizá podrán servir para ganar unas elecciones, pero que mientras tanto esparcen veneno sin que una opinión pública consciente sepa defenderse una vez que la routine cotidiana la ha convertido en obtusa”.

Por ello, por el contenido relativista de la democracia, no debería caerse en la trampa de los absolutismos que esparcen los devotos de la antipolítica, los mismos que, en lugar de programas, propuestas o idearios, difunden lo que, suponen, son verdades absolutas, dogmas encarnados en personajes mesiánicos.

Democracia y verdad absoluta, democracia y dogma son incompatibles. La verdad absoluta vale en sociedades autocráticas, no en sociedades democráticas.

Los de siempre de la antipolítica, apenas unos años antes, adoptaron al régimen autoritario priista como su quimera y su valor absoluto, y al cual durante décadas  confrontaron con el relativismo del sistema democrático de partidos.

Ahora, en un viraje absolutista, esos mismos pregoneros de la antipolítica utilizan las candidaturas independientes como si éstas fuesen, por naturaleza, contrarias a la política.

Se equivocan: las candidaturas independientes son consustanciales a un sistema democrático; conviven y coexisten perfectamente con un sistema de partidos. Las candidaturas independientes son, incluso, necesarias para combatir un grave problema que enfrenta la política hoy; es decir, su aislamiento de las y los ciudadanos.

Hay que terminar con ese aislamiento y ello es tarea, por supuesto, de los partidos y de los políticos, pero es también una necesidad del conjunto de la sociedad.

La política no es un fantasma que deba asustar a la sociedad, asusta, sí, a quienes insisten en mantener a los ciudadanos al margen de los asuntos públicos.

*Expresidente del PRD


Twitter: @jesusortegam


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