martes, 22 de septiembre de 2015

Somos lo que hacemos para cambiar lo que somos*


“Los partidos políticos son organizaciones sin cuya mediación no es posible actualizar los principios democráticos de las sociedades complejas contemporáneas”.  Esto es así, dice García Pelayo, porque los partidos pueden transformar las orientaciones, los intereses, las necesidades, las demandas generales de las sociedades en propuestas políticas y programas de acción que a su vez pueden (deben) ser satisfechas por los poderes públicos. Sin embargo, escribe Javier Arzuaga Magnoni, “existen demandas y exigencias ciudadanas que se presentan al sistema político que no son procesadas ni amalgamadas por los partidos. Junto a estos se desarrolla un variado conjunto de asociaciones y organizaciones de la sociedad que se dirige a los órganos del Estado sin la mediación ni la representación de partido político alguno”.

En este análisis puede encontrarse la contradicción principal que ahora se vive en la vida social y política del país,  y en el ánimo de ser realistas, la balanza de esta contradicción se encuentra ahora inclinada en contra de los partidos políticos.

Una buena parte de los ciudadanos en México y en muchos otros países no les está confiriendo a los partidos ni mediación ni representación, y la razón principal para que se presente esta circunstancia se localiza en el hecho de que los partidos cuando asumen el poder político o parte de éste, no lo utilizan para satisfacer las necesidades, las demandas, las exigencias de los ciudadanos y, más aún, es frecuente que desde el poder político los partidos actúen en contra de los derechos de los ciudadanos.

Una primera consecuencia de ello es que observamos a personajes que siempre han hecho política a través de los partidos, haciendo eco al reclamo ciudadano hacia los partidos y hacia la política en general. Y tienen éxito porque, ciertamente, hay un desencanto de los ciudadanos respecto de los partidos.

Pero desaparecer, eliminar a los partidos para ser sustituidos por individuos con discursos mesiánicos, sin programas políticos, con propuestas descabelladas (por ejemplo, la de no pagar impuestos) no podría ser solución para que las sociedades contemporáneas avancen hacia la democracia y hacia mejores condiciones de vida de todas las personas. Pero igualmente es equivocado que se pretenda que los partidos deban tener el monopolio de la representación ciudadana.

En sentido diferente, avanzaremos hacia un país justo, igualitario y democrático si hay ahora mismo una reconstrucción profunda del sistema político, que necesariamente debe tomar en cuenta tanto la pluralidad social y política de los ciudadanos, como los diversos instrumentos de los que se valen para ser verdaderamente atendidos.

Esa reconstrucción debe de ser de todo el sistema político, incluido el sistema de partidos.

Es en razón de ello que el PRD llevó a cabo su congreso nacional para desde éste iniciar nuestra propia reconstrucción, nuestro propio cambio.

Una lección que ya hemos aprendido es la de saber escuchar los reclamos y las exigencias ciudadanas, pero, además, tener plena conciencia de que la ciudadanía aprecia los hechos concretos, tangibles, más que los discursos y los dichos. Por ello, los gobiernos y cualquier institución emanada del PRD aplicarán, obligatoriamente, todas las medidas de transparencia en el manejo de los recursos públicos. Igualmente, los gobiernos perredistas y sus representantes en los Congresos no admitirán —a partir de este Congreso— ningún acto de corrupción y, de presentarse, será inmediatamente sancionado. Además, los recursos públicos que son entregados al PRD para el cumplimiento de sus obligaciones constitucionales, serán transparentados de manera absoluta.

Invitaremos a personas de la sociedad civil a constituirse en observadores ciudadanos que fiscalicen y vigilen de manera permanente el actuar de nuestros gobiernos en todos los niveles y el funcionamiento de nuestras estructuras partidarias, e instalaremos de manera cotidiana instrumentos de consulta a la ciudadanía sobre decisiones de nuestros gobiernos y de los congresistas del PRD en todas las entidades de la República, para que las exigencias de la gente se conviertan en políticas públicas.

En nuestro congreso resolvimos que todos los órganos de dirección del PRD se constituyan con paridad de género y la inclusión afirmativa de las y los jóvenes y, asimismo, creamos la Secretaría de la Diversidad Sexual. De manera destacada aprobamos una propuesta programática, que alejada de los dogmas y las promesas celestiales, sí sea eficaz en resolver las exigencias concretas más sentidas de la población, como son las del aumento al salario de los trabajadores, la creación de empleos, el combate a la pobreza, la garantía del derecho a la salud, la educación, la información y todos los demás derechos humanos. Este programa objetivo y realista se pondrá en práctica en nuestros gobiernos y lo impulsaremos para que se materialice en el conjunto del país.

En el PRD supimos escuchar el reclamo ciudadano y aprendimos la lección. Por eso hemos iniciado, con grandes pasos, nuestra transformación, tan profunda como lo reclama la ciudadanía.

*Frase de Eduardo Galeano.

*Expresidente del PRD


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