martes, 16 de diciembre de 2014

Dominar en lugar de gobernar

Excélsior

México vive hoy lo que el notable historiador alemán Reinhart Koselleck denominó “la tensión entre los espacios de experiencia histórica y los horizontes de expectativa”. Es decir: hay una experiencia histórica en nuestra nación, que permanentemente está en confrontación con nuestras expectativas, con todas ellas, con las que tiene por ejemplo el grupo político dominante, con las de los partidos que lo contradicen, con aquellas que tienen los grupos y clases sociales y desde luego, con las expectativas que quiere construir el conjunto de la sociedad mexicana. Esta tensión se mantiene en todas las sociedades y es lo que permite, en una parte,  su desarrollo. Pero hay circunstancias tales —como las que ahora vivimos en México— en donde esa tensión se agudiza a tal extremo, que en algún momento se rompen los lazos que mantenían en “esa tensa unidad” a nuestra historia con el presente, y a ambos con nuestro futuro. Para decirlo de otra manera: con la crisis política que vivimos se ha creado una situación caracterizada por un presente que sólo vive del pasado y ello, aunado a una peligrosa ausencia de expectativas en el conjunto de la sociedad. Hay pesimismo individual, pero sobre ello existe la ausencia de expectativas en el conjunto social, esto es: Existe una crisis social, una crisis del Estado.
Gramsci identificaba estas situaciones como de “crisis orgánica”,  en donde “la clase dominante o un determinado grupo social o político ha perdido el consenso, es decir, que ya no es dirigente sino únicamente dominante y lo es sólo porque es detentador de una fuerza coercitiva pura. Lo viejo no muere y lo nuevo no puede todavía nacer” porque lo nuevo —en nuestro caso— ni siquiera existe como expectativa.
No se trata, siquiera, de que el grupo dominante (el gobierno y la oligarquía económica) busquen mantener el statu quo, pues la crisis es de tal magnitud que no podrán hacerlo y por lo tanto no hay disyuntiva, no hay manera de conservar lo existente, pues la agudización de la tensión social hará eso imposible.
Trato de explicar con estos ejemplos: el primero tiene que ver con el modelo económico que ha evidenciado su fracaso e inoperancia. El neoliberalismo refleja ese pasado en tensión, en contradicción con las expectativas de mejoría económica y de disminución de la desigualdad y pobreza. Y sin embargo, en sentido contrario de la búsqueda del consenso, el gobierno de EPN persiste en mantenerse en el pasado, en la ortodoxia neoliberal para dominar, que no gobernar, con lo que al margen de su voluntad, sólo se agudizará la crisis como ahora lo vemos en la depreciación de nuestra moneda, en la pérdida de productividad, en la pobre inversión pública y privada, y en la creciente pérdida de capacidad de consumo de la gente y la desigualdad.
Otro ejemplo es el de la corrupción. El secretario de Hacienda admite que la pérdida de confianza en los inversionistas está localizada en parte importante, en la corrupción, y sin embargo, ésta penetra y avanza en todas las instancias del gobierno, en poderosos grupos privados hasta llegar a las propias esferas de control directo del Ejecutivo federal. Videgaray tiene razón, pero nada se hace seriamente, por el grupo político dominante, para sancionar a los grupos privados y funcionarios públicos que, como en el caso de la licitación del tren México-Querétaro y la Casa Blanca participaron en este escandaloso acto de corrupción. Así sucede porque —sin comprender la magnitud de la crisis— buscan dominar, no gobernar. No entienden que nada daña tanto a la pérdida de expectativas de la gente, que la impunidad y complacencia ante la corrupción.
El Pacto por México fue un intento de suplir la dominación coercitiva por la gobernabilidad del consenso básico. Pero parece que este propósito fue infructuoso, y contra la razón política y el interés nacional los grupos económicos oligárquicos impusieron su lógica de dominar, contrario a la necesidad política de la gobernabilidad democrática. Esa forma de pensar los llevará al fracaso, pero lo más grave es que puede llevar al país a la ruina. Y no hay peor ruina para una sociedad que vivir del pasado y en la ausencia de expectativas de un mejor futuro.
                *Expresidente del PRD
                Twitter: @jesusortegam
                http://ortegajesus.blogspot.com/
                agsjom52@gmail.com

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