Gabriel Delgadillo. Internacionalista.
Asesor de los Grupos Parlamentarios del PRD en el Senado de la República
en las LVIII, LIX, LX y LXI Legislaturas.
1.- Introducción.-
La refundación de nuestro régimen político
y de sus instituciones, constituye un objetivo estratégico cuyo cumplimiento
requiere de una adecuada comprensión
de la relación existente entre política interna y política exterior.
La
política exterior es uno de los rubros de acción más importantes en el marco de
la política integral del Estado. Es en el escenario internacional en donde los
países deben buscar las condiciones y los instrumentos que les permitan complementar
y consolidar sus estrategias de desarrollo nacional.
Desafortunadamente,
a menudo se considera que los asuntos internacionales representan aspectos
secundarios o complementarios, y se pasa de lado que lo que sucede en el mundo
determina en gran medida lo que acontece en nuestra realidad cotidiana.
En
un mundo cada vez más interconectado, las decisiones que toman o dejan de tomar
los países inciden en un número cada vez mayor de seres humanos, y pueden
constituir la causa, o bien, la probable solución a cada una de las grandes
problemáticas de nuestro tiempo. De ahí la importancia de entender y considerar
lo que pasa más allá de nuestras fronteras como una prioridad estratégica.
2.-
El PRD y la dimensión internacional de la política.
En la coyuntura política actual, el
Partido de la Revolución Democrática tiene la oportunidad y la responsabilidad
de ser un actor protagónico en el proceso de toma de decisiones en materia
internacional. Como segunda fuerza
política a nivel nacional, podemos y debemos incidir en la definición de las orientaciones fundamentales de la acción exterior del Estado.
Para
el PRI, la política exterior será uno de los rubros más importantes y será en esa arena en donde tratarán de
marcar una de las diferencias más notables.
De
ahí la importancia de que el PRD otorgue también un alto nivel de prioridad al
tema internacional y se dé a la tarea de elaborar una agenda propia que nos
permita disputarle al PRI la presencia en
el escenario internacional, contrastando, al mismo tiempo, nuestra visión
del mundo y del papel que nuestro país debe jugar en concierto de las naciones.
Ningún
partido o movimiento político en el mundo puede aspirar a conquistar el poder
sin tener una idea clara de la trascendencia
de los factores externos y sin una estrategia que le permita capitalizarlos.
Por ello, estimo que ha llegado el momento de que el PRD deje atrás su visión aldeana y se trace como objetivo
el convertirse en una fuerza política de
clara y amplia visión internacionalista[1].
3.- Los objetivos.-
Si bien la definición y ejecución
de la política exterior constituyen facultades exclusivas del Poder Ejecutivo,
el Poder Legislativo cuenta con mecanismos de control y con un conjunto de
instrumentos que le pueden permitir al PRD ser
un actor corresponsable en
materia de política exterior.
Este es el contexto en el que el PRD debe buscar insertarse de manera
activa, participando en la definición de los objetivos y las estrategias,
contrastando nuestra posición en torno a los grandes temas de la agenda global,
censurando las malas decisiones y proponiendo acciones y políticas específicas
que nos acrediten como una fuerza política progresista y con perspectiva de
gobierno.
Debemos ser interlocutores y pensar
con visión estratégica de mediano y
largo plazo. La auto marginación no debe ser una opción. El objetivo debe
ser convertirnos en una alternativa socialdemócrata,
con un programa y una línea política sólida, capaz de ofrecer políticas
alternativas al neoliberalismo y soluciones
viables a las demandas más sentidas de nuestra población.
4.-
Las Estrategias.-
Para alcanzar los objetivos
anteriores, se pueden tomar en cuenta las siguientes directrices como ejes
rectores del trabajo del Partido de la Revolución Democrática en materia
internacional:
1.
Incrementar de manera sustancial nuestra participación en el proceso de toma de decisiones relativas a la política
exterior y a los asuntos parlamentarios internacionales.
Esto implica diseñar una estrategia
de negociación que nos permita incidir en la definición de los objetivos y las
estrategias que habrán de dar forma a la acción exterior del Estado mexicano en
los próximos años; y utilizar los nombramientos diplomáticos y la aprobación de
tratados internacionales como un instrumento de presión para garantizar el
respeto a la pluralidad y la inclusión de nuestros puntos de vista.
Creo también que debemos buscar
ocupar algunos espacios estratégicos en la estructura de la Cancillería y en el
Servicio Exterior Mexicano. Lo anterior, con el único objetivo de tener acceso
a información e ir avanzando en el cumplimiento de una meta inaplazable y de
más largo plazo, como lo es la formación y especialización de cuadros.
2.- El PRD debe contar con un diagnóstico preciso sobre la actual
coyuntura internacional y sobre el estado real de las relaciones de nuestro
país con todas las naciones y regiones del mundo.
De igual forma, debemos dar
seguimiento y monitorear de manera constante y sistemática la evolución y el desempeño de otras fuerzas políticas progresistas; así como
integrar una base de datos que nos permita evaluar las políticas públicas y las
medidas legislativas que han sido eficientes en otras naciones para hacer
frente a realidades y problemáticas comunes.
3.- Debemos revisar y actualizar nuestras definiciones políticas en torno a una
gran cantidad de temas que forman parte
de la discusión internacional. Desde los conceptos de multipolaridad, nueva
gobernanza mundial y postmodernidad, hasta regionalismo, integración,
supranacionalidad, soberanía, globalización y relaciones
Estado-Mercado-Sociedad.
Nuestro partido debe tener
posiciones claras en torno a temas definitorios de nuestro tiempo tales como la
regulación de los mercados financieros, la crisis sistémica del modelo
económico mundial, los impactos sociales de las políticas de estabilidad y la
necesidad de encontrar una alternativa viable y sustentable al capitalismo
neoliberal.
Lo anterior nos permitirá contar
con los elementos necesarios para integrar y enriquecer nuestra propia oferta
política, y así estar en mejores condiciones para promover la definición de una
política exterior de Estado que le permita a nuestro país legitimar y
fortalecer su poder de negociación frente a otras naciones.
3.- Diseñar una estrategia política que nos permita, a
través de las relaciones internacionales entre nuestro partido y organismos
partidistas afines, alcanzar objetivos
políticos concretos y fortalecer la presencia de nuestro proyecto a nivel
internacional. (Internacional Socialista, Foro de Sao Paulo, foros
parlamentarios multilaterales y relaciones interparlamentarias Congreso-Congreso,
etc.).
El PRD, paralelamente, debe ejecutar una ambiciosa política de
fortalecimiento y diversificación de sus relaciones con otros partidos en el
mundo. Esto implica diseñar una agenda de encuentros y de participación en
eventos que nos reposicione nuevamente en el mapa mundial y nos permita
enriquecer y retroalimentarnos del diálogo y el intercambio de puntos de vista.
De manera prioritaria, propongo la
celebración de convenios con el Partido Socialista Obrero Español y con sus
diversas fundaciones. Se pueden coorganizar conferencias y seminarios para
funcionarios y dirigentes partidistas en ambas naciones. El intercambio de
cuadros y funcionarios en estancias de más larga duración es también una
alternativa importante.
Sobre todo, si se toma en cuenta
que en materia de organización e institucionalización aún tenemos mucho que
aprender. El PSOE creo que es un excelente punto de partida. Existen las
relaciones con los funcionarios responsables y lo único que haría falta serían visión y voluntad política de nuestra parte.
4.- Controlar y contrastar la política exterior de la próxima
administración. El PRD debe hacer de los temas de política exterior uno de
los ámbitos prioritarios de su acción política y parlamentaria.
En el ámbito político, debemos
estar muy atentos a las acciones del nuevo gobierno. Desde ahora, en su
carácter de Presidente Electo, Enrique Peña Nieto ha definido que su primer
gira internacional será a América Latina, Europa y después a Estados Unidos. El
mensaje es claro, buscarán recuperar el liderazgo perdido en nuestra región
histórica natural y disputarán a Brasil la capacidad de interlocución.
Buscarán en Europa construir una
relación que en lo económico equilibre nuestra dependencia hacia los Estados
Unidos e irán a los Estados Unidos a ofrecer la continuidad de una política
exterior subordinada a los intereses de los norteamericanos en materia de
seguridad. La diferencia será que, al contrario del PAN, ellos si buscarán
obtener algo a cambio.
5.-
El PRD y la Diplomacia Parlamentaria.-
En el ámbito legislativo, la
diplomacia parlamentaria constituye una de las responsabilidades más
importantes del Senado de la República (y en menor medida en la Cámara de
Diputados). A través de la interacción con legisladores de otros países y de la
participación en distintos foros parlamentarios internacionales, los
legisladores tienen la oportunidad de intercambiar experiencias y compartir
puntos de vista sobre diversos fenómenos y problemáticas comunes.
De igual forma, la
diplomacia parlamentaria brinda a las distintas fuerzas políticas la
oportunidad de promover objetivos e intereses partidistas muy concretos.
No obstante lo anterior, con
frecuencia se pierde la perspectiva y se deja de lado el carácter estratégico
de la actividad internacional. Como consecuencia, la planeación y la definición
de una estrategia política de largo alcance son factores que se diluyen frente
a la coyuntura y los objetivos inmediatos.
Se trata de una deficiencia
estructural que en mayor o menor medida, afecta a todos los Grupos
Parlamentarios. En el caso particular de nuestros Grupos Parlamentarios,
deviene de una práctica histórica que ha impedido a nuestro partido tejer,
diversificar e institucionalizar sus relaciones políticas internacionales.
A la fecha, el Partido de la
Revolución Democrática mantiene relaciones muy estrechas con los comunistas
cubanos y chilenos; relaciones bastante fraternales con el PT de Brasil y el
Frente Amplio de Uruguay; y relaciones intermitentes con otras fuerzas
políticas latino y centroamericanas.
Sin embargo, las relaciones
de nuestro partido y de nuestros Grupos Parlamentarios con legisladores
europeos, asiáticos, africanos y norteamericanos son prácticamente inexistentes.
Por ello, en un contexto
internacional como el de nuestro tiempo, resulta absolutamente incomprensible
que un partido como el nuestro que aspira a ser gobierno no tenga contactos
formales y permanentes con demócratas, republicanos, socialistas y verdes
europeos, y legisladores chinos, japoneses, indios, australianos o
sudafricanos.
Como partido político de
izquierda, participamos en diferentes organizaciones y asistimos a numerosos
eventos del Foro de Sao Paulo y la Internacional Socialista. No obstante, más
allá de nuestro activismo en el Foro Social Mundial y otras reuniones
altermundistas, el Partido de la Revolución Democrática –y por ende su Grupos
Parlamentarios- carecen de una plataforma política e ideológica que nos permita
influir más en los procesos y discusiones que están teniendo lugar más allá de
nuestras fronteras.
Como se puede apreciar, esta
deficiencia programática y la ausencia de propuestas sobre los principales
temas de la agenda internacional de nuestro tiempo, nos obligan a replantear
los objetivos de las relaciones de nuestro partido con el exterior y la
participación de nuestros grupos parlamentarios en la diplomacia parlamentaria.
Propuesta.-
Para incrementar de manera
sustancial nuestra participación e influencia en los procesos de toma de
decisiones relativos a la política exterior y a los asuntos parlamentarios
internacionales, nuestros Grupos Parlamentarios deben comenzar por tomar con seriedad el tema de la
diplomacia parlamentaria y definir sus
representaciones en función de criterios y perfiles muy específicos.
De igual forma, debe generarse una nueva relación institucional
entre la Secretaría de Asuntos Internacionales del Comité Ejecutivo
Nacional, las áreas internacionales de nuestros parlamentarios en el Congreso
de la Unión y algunas personalidades y académicos, a efecto de diseñar una estrategia política coherente y
unificada para hacer frente a la política exterior de la próxima
administración.
En
este sentido, la diplomacia
parlamentaria debe ser utilizada al máximo por nosotros para alcanzar objetivos partidistas más
concretos y fortalecer la presencia de
nuestro partido a nivel internacional, contrastando
en todo momento nuestro proyecto
político y nuestra visión del mundo.
Esto
implica que nuestro Grupo Parlamentario deberá debatir, fijar posiciones y defender desde los ámbitos legislativos y
externo, aquellos elementos constitutivos
de una política exterior de Estado que le permita a nuestro país legitimar
y fortalecer su poder de negociación frente a otras naciones.
De
igual forma, debemos pugnar por el fortalecimiento de las facultades de control
del Senado de la República en materia de política exterior y por la institucionalización de reglas de operación
mínimas para la diplomacia parlamentaria. Para alcanzar dichos objetivos
proponemos lo siguiente:
ü Planeación estratégica de la participación de las y los
legisladores de los GP-PRD en los distintos foros parlamentarios
internacionales (PARLATINO, UIP, PARLACEN, CONSEJO Y ASAMBLEA PARLAMENTARIA DE
EUROPA, COMISIÓN PARLAMENTARIA MIXTA MÉXICO UNIÓN – EUROPA, EUROLAT, FORO ASIA
PACÍFICO, ETC.).
ü Seguimiento y sistematización de los temas y los
acuerdos alcanzados en cada evento al que asista un integrante del GPPRD como
miembro de la delegación mexicana.
ü Elaboración y presentación de proyectos de resolución y
documentos que puedan ser promovidos por la delegación mexicana en cada foro parlamentario internacional.
ü Redacción de informes sobre la participación y aportaciones
de los legisladores del GP-PRD en las reuniones internacionales en que
participe el Senado de la República.
ü Promoción de encuentros particulares paralelos entre
legisladores del GP-PRD y parlamentarios
o funcionarios gubernamentales de otros países. (Unión Europea, Estados
Unidos, América Latina, Asía, África, etc,).
ü Elaboración de una agenda internacional propia que permita
al GP-PRD realizar aportaciones a los
debates ideológicos que tiene lugar más allá de nuestras fronteras
(globalización, gobernanza, el papel del Estado y del mercado, etc.).
ü Fortalecer
e institucionalizar las relaciones con el personal diplomático acreditado en
nuestro país.
ü Promover la formación de cuadros y su inclusión en áreas estratégicas como el
Servicio Exterior Mexicano, representaciones de México en el Exterior
(embajadas, consulados y misiones ante organismos internacionales), así como en
diversas áreas de las Secretarías de Relaciones Exteriores.
Conclusión.-
El
escenario político que enfrentaremos en los próximos meses y años nos obliga a
contar con un diagnóstico muy preciso de los que significa la continuidad y la
ausencia de una política exterior de Estado.
Por
ello, es impostergable que tracemos una estrategia para hacer frente a una
administración más que seguramente se caracterizará por profundizar la falta de
rumbo, ausencia de talento e imaginación y, desde luego, por su subordinación y
anti nacionalismo.
La
integración económica a los Estados Unidos, la Alianza para la Seguridad y
la Prosperidad de América del Norte; y,
la Iniciativa Mérida, son sólo algunos de los procesos en marcha que ponen en
serio riesgo la autonomía y la viabilidad del país y del proyecto alternativo
que impulsan las fuerzas progresistas. De ahí la importancia de que nuestro
partido y nuestros Grupos Parlamentarios conviertan este tema en una prioridad
al interior de sus respectivas agendas.
LA
POLÍTICA EXTERIOR DE MÉXICO EN PERSPECTIVA
UNA
VISIÓN DESDE LA IZQUIERDA
Durante los últimos doce años, las
relaciones de México con el mundo se convirtieron en uno de los rubros con mayor déficit y ausencia de
rumbo. La política exterior de los gobiernos del PAN consolidó la tendencia
que llevó a nuestro país a la intrascendencia
internacional y a la renuncia de su
liderazgo e influencia regional.
Entre 2000 y 2006, las relaciones
internacionales de México fueron víctimas del 11 de septiembre de 2001, pero
también de los caprichos y fobias
personales de Vicente Fox y Jorge Castañeda. Fue en esta administración en la
que se consolidó la política de subordinación
hacia los Estados Unidos, con el consecuente deterioro de nuestros vínculos con
países con los que histórica y tradicionalmente habíamos mantenido relaciones
de amistad y respeto.
Entre 2006 y 2012, se dejó de lado
la estridencia y se volvió a la cordura diplomática. Sin embargo, la
sensatez y el respeto de las formas elementales de la diplomacia, es lo menos
que se le puede exigir a un gobierno,
independientemente de su orientación política e ideológica. En los hechos, se mantuvo la
política de dependencia y sumisión a
los intereses y necesidades de los Estados Unidos en materia de seguridad, y se
mostraron poca voluntad e imaginación
para convertir a México en un verdadero protagonista del devenir internacional.
Como consecuencia, la imagen de México se encuentra sumergida en una crisis sin precedente.
Ahora bien, es muy importante
recordar que muchas de las políticas y tendencias que se consolidaron durante
los gobiernos del PAN, tienen su origen en concepciones
que comenzaron a gestarse y a aplicarse desde los gobiernos del PRI.
Fue
el PRI el que ancló nuestro modelo de desarrollo al proceso de integración en
América del Norte y
fue el PRI el que decidió condenar a nuestro país a ser un simple observador de
la realidad mundial
Lo anterior, a pesar del discurso de auto reivindicación que
durante los últimos 12 años ha sostenido el PRI en materia de política
exterior, argumentando que la política exterior de los gobiernos priistas era
una política de Estado que derivó en
un gran prestigio y en una tradición
diplomática ampliamente reconocida.
Este es el contexto que obliga al
PRD a tener una estrategia muy clara y a construir una propuesta alternativa que impida que el PRI evada sus responsabilidades históricas.
2.-
Diagnóstico.-
La política exterior de
nuestro país padece los mismos males desde las últimas cuatro administraciones.
Nuestra política exterior carece de autonomía
y se encuentra cada vez más sujeta a los objetivos e intereses de una clase
política y económica profundamente antinacional, cuyo objetivo estratégico
es la profundización y consolidación del proceso de integración de nuestro
país a América del Norte.
Carecemos de una estrategia de
desarrollo nacional que tome en cuenta lo que pasa en el mundo y hemos sido
incapaces de aprovechar los beneficios de nuestros lazos con otros países y
regiones del orbe.
El ejemplo más claro de lo
anterior, sin duda, es la falta de voluntad mostrada por nuestros gobiernos
para buscar redefinir los términos de la
relación bilateral con los Estados Unidos. Una relación de franca
subordinación, cada vez más dominada por los intereses de los norteamericanos
en materia de seguridad (ASPAN e
INICIATIVA MÉRIDA) y cada vez más alejada de temas como la promoción del
desarrollo y la disminución de las desigualdades.
En suma, una modelo de relación e integración
definido y ejecutado a espaldas de la
sociedad y del Congreso, que sólo beneficia a unos cuantos y que en sus términos actuales no ofrece expectativa
ni oportunidad alguna para mejorar las condiciones de vida de la mayoría de los
mexicanos.
En el contexto actual, la economía
mexicana depende en más del 80 % de los vínculos comerciales con los Estados
Unidos y la agenda bilateral se
encuentra subordinada a los
intereses del vecino del norte en materia de seguridad. Temas sustantivos como
la migración, los derechos humanos de los trabajadores
migrantes y el desarrollo de las
regiones más atrasadas han sido completamente olvidados.
Y no sólo eso, nuestra obsesiva devoción por Norteamérica, además de ser peor que un amor mal correspondido, le ha impedido
a nuestro país tejer y fortalecer relaciones que le permitirían a nuestra
diplomacia diversificarse e incrementar sustancialmente su poder de negociación
en el ámbito regional e internacional.
En
suma, la excesiva concentración de
nuestras relaciones y la apuesta a la profundización del proceso de integración
de América del Norte, han derivado en una marginación
que le ha impedido a nuestro país diversificarse y jugar el papel que
verdaderamente le corresponde en el concierto de las naciones.
En cuanto a nuestras
relaciones con América Latina y el
Caribe, es importante señalar que a pesar de los esfuerzos encaminados a
resarcir los agravios, nuestra política exterior sigue sin contar con una estrategia de largo plazo que nos
permita recuperar el liderazgo regional y construir una alianza con los países
de la región en torno a temas fundamentales de la agenda de nuestro tiempo.
Literalmente hemos abandonado a
América Latina, en donde Brasil se
ha posicionado como el referente más
importante, y nuestra agenda con América
Central se encuentra secuestrada por la inseguridad, la ingobernabilidad
y la incapacidad para detener las violaciones
a los derechos humanos de los migrantes.
De
igual forma, no hemos logrado estrechar
y aprovechar nuestros intercambios con un aliado estratégico como la Unión Europea. El 80% de nuestra
relación comercial y financiera con este importante bloque se encuentra
concentrado en 5 de los 27 países miembros y más del 50% de
la inversión europea en México se encuentra concentrada exclusivamente en el
sector financiero.
Para corregir estas
distorsiones, necesitamos explotar al
máximo el potencial del Acuerdo
Global suscrito con la Unión
Europea y necesitamos promover más el
comercio y menos la especulación.
El reto debe ser lograr que
el excelente nivel de diálogo político y parlamentario existente, se
corresponda con el volumen de
comercio, inversión y cooperación que debe existir entre dos países que se han
concedido recientemente el status de
socios estratégicos.
Lo anterior adquiere una
relevancia superior en el contexto de la actual
crisis europea y mundial, y frente a la inevitable desaceleración de la economía de los Estados Unidos. Por ello, hoy más que
nunca, Europa debe ser vista como una oportunidad
y como la opción más fuerte para buscar consolidar nuestra estrategia de diversificación.
En cuanto a la
región Asia- Pacífico, es claro que
México se ha quedado rezagado con relación al bloque más dinámico del planeta.
Países como China y economías como las de sudeste
asiático se han convertido en actores protagónicos del proceso económico
mundial y nuestro país simplemente se ha dedicado a contemplar con incredulidad
el ascenso y los altos índices de competitividad de la región.
Por su parte, África es un continente sumamente rico
en hidrocarburos, recursos naturales, metales y minerales que hoy en día
resultan indispensables para la nueva
economía sustentada en la producción de aparatos eléctricos y electrónicos,
así como en el desarrollo de nuevas tecnologías y la producción de aleaciones
utilizadas en la aeronáutica espacial.
Todo lo anterior, ha
convertido a África en una región estratégica que ameritaría por
sí misma un mayor interés de nuestro
país y una mayor convergencia de
nuestra política exterior con las posiciones de estos países en los organismos
internacionales.
Así lo han
entendido naciones como China que tiene 36 embajadas en África; Cuba que tiene
24 y Brasil que está por abrir 18 más. En cambio, en un continente que después
de todo, cuenta con más de la cuarta parte de la membrecía total de las Naciones
Unidas, México sólo tiene representaciones en países como Argelia, Etiopia,
Kenya, Marruecos y Sudáfrica, así como numerosas concurrencias que sólo denotan
desdén y falta de visión estratégica.
Mención aparte merece
nuestra política migratoria. Durante
los últimos años se
ha consolidado y profundizado aún más la política
de contención y expulsión de personas que ha estado vigente durante la última década en nuestro país.
Lo
que no se ha podido resolver regional e internacionalmente con políticas
sociales y económicas, se ha pretendido llevar acabo de manera unilateral a
través de políticas de represión y el
cierre de fronteras.
Pocos son los temas
internacionales en donde la relación entre el factor interno y externo se
percibe de manera tan clara. La política
migratoria del Estado mexicano es presa
de los compromisos bilaterales
suscritos por el gobierno mexicano con los Estados Unidos en materia de seguridad.
México ha aceptado de manera
voluntaria convertirse en una gigantesca
estación migratoria y ha decidido renunciar al ejercicio de su soberanía al
permitir que para ingresar a nuestro territorio sea suficiente contar con la visa expedida por el gobierno
norteamericano.
En este camino de sumisión y
dependencia, nos hemos consolidado en un país que a los ojos de la comunidad
internacional es incapaz de garantizar la integridad y el respeto a los derechos humanos fundamentales de los
migrantes que cruzan o se encuentran en nuestra jurisdicción. Y también,
irrefutablemente, nos hemos convertido en un país que ha renunciado a la defensa de sus migrantes en los Estados Unidos con
tal de no incomodar y no afectar la agenda
de intereses políticos y económicos de la élite en el poder.
3.-
Propuesta.-
El
diseño y la conducción de la política exterior del país son facultades exclusivas que la
Constitución otorga al Titular del Poder
Ejecutivo Federal. Sin embargo, la misma Constitución le concede también al
Poder Legislativo y, particularmente
al Senado de la República, diversas
facultades de control para fiscalizar los actos del Ejecutivo en el
escenario internacional.
Este
debe ser el punto de partida para tratar de evitar que la política
exterior de nuestro país siga siendo una política que responsa exclusivamente a
los intereses del gobierno en turno.
Durante
las LVIII, LIX, LX y LXI Legislaturas[2],
los Grupos Parlamentarios del PRD han presentado numerosas iniciativas de
reformas legales y constitucionales tendientes a democratizar el proceso de toma de decisiones en materia de política
exterior, a través del fortalecimiento
de las facultades de control del Senado en materia internacional.
Lo
anterior, bajo la premisa fundamental de que la política exterior del país ya no
debe seguir siendo diseñada y ejecutada con base en el mismo sistema constitucional e institucional vigente (el mismo
desde nuestro pasado autoritario). Necesitamos
seguir impulsando los cambios que sean necesarios para que la política exterior
de nuestro país sea una verdadera
política de Estado que responda a las necesidades de un México democrático.
Ello
implica que la re-distribución de
competencias en materia internacional debe ser planteada y considerada
dentro del marco de la reforma integral
del Estado en nuestro país, en aras de ajustar
dicha política al contexto de
pluralidad política y diversidad social que caracteriza al México de
nuestros días.
Debemos
aprovechar cualquier foro para reiterar
nuestra invitación a todas las fuerzas representadas en el Congreso a tomar
con seriedad la necesidad de concretar
también una reforma del Estado mexicano
en materia internacional, una reforma sin la cual, el proceso de
reconstrucción nacional que el PRD busca y promueve, simplemente quedará
incompleto.
De
igual forma, nuestro Grupo Parlamentario
debe contar con un diagnóstico muy
preciso del estado actual de las relaciones de México con el Mundo y trazar
una estrategia para evitar que nuestra actividad internacional siga siendo
víctima de la ausencia de rumbo y
subordinación.
El
objetivo debe ser contribuir a que a nuestro país desarrolle una política
exterior que le permita legitimar y
fortalecer su poder de negociación frente a otras naciones; y diseñar
paralelamente una estrategia que nos permita, a través de la diplomacia parlamentaria, posicionar y
alcanzar objetivos políticos y
partidistas más concretos.
La política exterior es una extensión
de la política interna y, como tal,
debe servir para apuntalar y fortalecer la estrategia de desarrollo nacional.
Por ello, en un México cada vez más plural y diverso, la conducta internacional de nuestro país no
puede seguir siendo definida a espaldas
de la sociedad y del Congreso.
Para corregir esta
situación, el Grupo Parlamentario del PRD en el Senado debe insistir en la
necesidad de replantear urgentemente las
concepciones fundamentales sobre las cuales se sustenta la estrategia de inserción internacional de
nuestro país, comenzando por promover la radical modificación de las bases
sobre las cuales se desarrollan nuestra interacción con los Estados Unidos y el
proceso de integración en América del Norte.
La sociedad mexicana demanda la definición de una política exterior
que responda a sus demandas y necesidades, y no sólo a los objetivos y prioridades del gobierno en turno.
La
legitimidad y el éxito de nuestra actividad internacional dependen
fundamentalmente de su respaldo interno. Por ello, debemos promover que
en la definición de la conducta internacional del Estado mexicano se tomen en
cuenta todos los puntos de vista y todas las visiones del mundo.
Y
para ello, debemos iniciar un gran
proceso de discusión nacional. Un proceso de diálogo que le permita a los mexicanos definir de manera plural, incluyente y democrática, las bases de su interacción con el
exterior.
En
suma, implica sentar las bases para la definición
de una política exterior de Estado que permita a nuestro país ocupar el
verdadero lugar que le corresponde en el concierto de las naciones.
En un escenario global como el de
nuestro tiempo, la acción exterior del
Estado constituye un instrumento
fundamental para ampliar nuestras capacidades y reforzar las posibilidades
de hacer frente a los grandes retos de
la agenda nacional.
Esto es lo que hace indispensable
que nuestro grupo parlamentario brinde la mayor importancia al tema
internacional y diseñe una estrategia que
le permita ser parte activa del proceso de toma de
decisiones en la materia.
Así las cosas, nuestra estrategia
política para la próxima legislatura debe estar estrechamente vinculada al ejercicio pleno y al fortalecimiento de las
facultades constitucionales del Senado de la República en materia de política exterior. Lo
anterior, con el objeto de transformar
al Senado en un auténtico órgano de control y evaluación de la conducta
externa del Estado mexicano, y en promotor de la rendición de cuentas en el
ejercicio de la facultad que el Ejecutivo tiene en materia de política
exterior.
Para fortalecer la participación e influencia del Senado en este rubro,
debe impulsarse un nuevo marco jurídico para regular los procesos de negociación, aprobación y evaluación de los tratados
internacionales suscritos por el Estado mexicano (especialmente en materia
de libre comercio y promoción y protección recíproca de inversiones).
Se debe buscar también
regular los denominados acuerdos
interinstitucionales y garantizar que exista un control legislativo sobre
los compromisos internacionales
adquiridos al amparo de los instrumentos de esta naturaleza.
Hay que impulsar un proceso
de diagnóstico y evaluación que nos
permita determinar la utilidad de
todos y cada uno de los Tratados de
Libre Comercio suscritos por nuestro país, así como conocer el estado actual de las relaciones
comerciales de nuestro país con los distintos países y regiones.
Tenemos que promover la consolidación del Centro de Estudios Internacionales del Senado, órgano especializado
e institucional de reciente creación, encargado de ayudar a los Senadores a
ejercer sus facultades constitucionales.
De
igual forma, debemos insistir en la necesidad de disminuir nuestra dependencia de la economía de los Estados Unidos
y utilizar a la diplomacia parlamentaria
como instrumento para promover la diversificación
de nuestro comercio y el fortalecimiento de nuestras relaciones con países de
América Latina, Europa, Asía-Pacífico y África.
En el mismo tenor, debemos
ser promotores activos del estrechamiento
de las relaciones del Senado de la República con parlamentos de otros países
y, principalmente, con el Congreso de los Estados Unidos, el Parlamento Europeo
y el Parlamento Latinoamericano.
Finalmente, a través del
diálogo y la interacción con parlamentarios de otros países, debemos buscar enriquecer nuestras posiciones y propuestas políticas sobre los grandes temas
de la agenda global y nacional, desde una perspectiva de izquierda y buscando consolidarnos como una fuerza política progresista de amplia y
clara vocación internacionalista.
Otras propuestas:
Difundir entre los municipios y
sectores cercanos al PRD, el aprovechamiento de las oportunidades que brinda el
escenario mundial para posicionar las
ventajas comparativas de los estados
gobernados por el PRD, así como de cada uno de sus municipios, diseñando una
estrategia común que nos permita potenciar al máximo los beneficios de la
interacción con el exterior.
En este sentido, proponemos elaborar y difundir una guía con los conocimientos técnicos
fundamentales que permitan a los municipios identificar proyectos
susceptibles de apoyo internacional; asistencia técnica; cooperación
ciudad-ciudad; apoyos no
reembolsables a favor de proyectos de sus localidades; y préstamos y créditos
para el desarrollo o programas sociales, con tasas preferenciales, otorgados
por diversos gobiernos u organismos internacionales.
[1]
Se recomienda revisar las plataformas políticas del Partido Socialista Obrero
Español, del Partido de los Trabajadores de Brasil, del Frente Amplio de
Uruguay y del Partido Socialista Francés. Cada uno de estos organismos
políticos, en su momento, hizo del factor internacional un instrumento
determinante para alcanzar el poder.
[2] Gracias a estos esfuerzos se logró
avanzar en una nueva ley de celebración y aprobación de tratados
internacionales, en una ley reglamentaria del proceso de nombramiento y ratificación
de agentes diplomáticos y en la creación del Centro de Estudios Internacionales
“Gilberto Bosques del Senado de la República”.