En colaboración anterior, hablaba de quienes adoptando el comportamiento de oposicionismo sistémico y extremista terminan siendo inútiles para lograr los cambios sociales y políticos que el país necesita.
Algunos de éstos y que se asumen de izquierda son dados a repetir ciertas “frasecillas” sin darse la menor cuenta de que están tan huecas como tambor: PUM, PUM, PUM, PUM, PUM, PUM… repiten constantemente y con estridencia “los insurreccionales”, en una rutina que los automatiza en su acción diaria y hace que ésta no tenga ninguna trascendencia política. Una, por ejemplo, de esas “frasecillas” preferidas por los inútiles de la “oposición extrema” es la siguiente: “¡a la izquierda mexicana le hace falta ideología!”
En realidad es tan vago y tan impreciso su concepto de ideología que cuesta trabajo discernir a qué se refieren, los inútiles, con esta supuesta crítica.
¿Están hablando del marxismo-leninismo? Si así es, entonces es claramente explicable su futilidad, pues algunos de los grandes y trágicos errores de la izquierda en México y en otros países, fue el de adulterar el pensamiento socialista y comunista para convertirlo —desde un falso determinismo histórico— en una religión, en una “ideología” que visiblemente ha fracasado en el propósito de lograr la igualdad, la libertad y el bienestar social.
¿Están clamando por la ideología que establece que la violencia es la partera de la historia; por aquella que pugna por la dictadura del proletariado; por la que implantó atrozmente Stalin; por la que abrazan los místicos populistas que hablan con Dios, o por la de mesianismos redentores que confunden el quehacer político con una cruzada de los “buenos contra los malos”? (Reagan, Bush, Gaddafi dixit).
Reencontrar a la izquierda con esas ideologías es un regreso a un pasado que desde luego no hay que olvidar, pero que claramente hay que superar.
Reclamamos que no debe restaurarse el viejo régimen priista, pero los de la “oposición extrema” buscan restaurar a una izquierda dogmática e ideologizada.
Por el contrario, lo que la izquierda necesita para contribuir a la igualdad, al bienestar de todas y todos los mexicanos, es exactamente, desprenderse ya de ideologías hechas catecismo para recuperar el pensamiento libre y universalista; la capacidad para construir ahora alternativas viables al injusto statu quo; para presentar soluciones tangibles a los problemas del país y de la gente; para recuperar a la democracia como principio político y como un modo de vida que hace posible, como dice Ikram Antaki, que el acuerdo no signifique traición, que el desacuerdo no sea ofensa y, quizás, lo más importante recuperar aptitud para salvaguardar “el ámbito de la política frente a los excesos de lo imposible” (Ensayo sobre la hiperpolítica. Peter Sloterdijk).
A los inútiles de la “oposición extrema” no les interesa distinguir entre lo políticamente posible y lo imposible. Hacer esta distinción les es indiferente pues medran, argumentando ideologías, de hacer imposible lo posible.
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