martes, 20 de noviembre de 2012

Izquierda contemporánea



Nuestro país necesita de una izquierda que responda a sus desafíos. Esto es: una izquierda contemporánea que, superando visiones añejas, se pertenezca al presente. La izquierda debe romper con paradigmas del pasado para ser los mexicanos, parafraseando a Octavio Paz, contemporáneos de todos los hombres.



Inspirada primero en la ideología de la lucha de clases como único motor de la historia, una parte de la izquierda mexicana adoptó una actitud defensiva frente al enemigo de clase, pero ese comportamiento lo extendió erróneamente más allá de la burguesía a todo aquel que simplemente pensara de manera diferente.

Esta visión se expresaba de diversas maneras, una de ellas fue en la de adoptar como único pensamiento válido el dogma marxista. Otra expresión fue la de encerrarse en un discurso chauvinista, de tal manera que durante décadas un sector importante ha limitado su acción y pensamiento a un anacrónico discurso nacionalista, atizando sobre todo las fobias contra lo que no fuera autóctono.

Actualmente existe también por parte de algunos actores un menosprecio hacia lo que sucede más allá de las fronteras, al parecer bajo la premisa de que México necesita estar aislado y por lo tanto no necesitamos nutrirnos de las vivencias y experiencias de las luchas políticas y sociales que se suceden en otras latitudes y regiones.

Este chauvinismo se manifiesta en una confortación contra “el otro”, que se da por medio de la falta de su reconocimiento. Existe en una parte de la izquierda, la negación del derecho del otro a pensar diferente.

En otro sentido hay quienes consideramos que una izquierda contemporánea, necesariamente debe estar vinculada con el resto del mundo y necesita ser cosmopolita y adoptar un nuevo pensamiento universalista, que sea capaz de entender el momento en que vive México como parte, y hacerlo parte de la comunidad internacional.

Esta izquierda moderna comparte el principio democrático de la tolerancia, entendida ésta como el respeto, la aceptación y el aprecio de la rica pluralidad en nuestro país y el mundo; en el reconocimiento de la diversa forma de expresión y de los medios para la convivencia entre los diferentes.

La tolerancia consiste en la armonía en la diferencia y no es lo mismo que concesión, condescendencia o indulgencia. Ante todo, la tolerancia es una actitud activa de reconocimiento de los derechos y las libertades fundamentales de los demás. Lo anterior no significa tolerar la injusticia social ni renunciar a las convicciones personales o atemperarlas. Significa asumir que toda persona es libre de adherirse a sus propias convicciones y aceptar que los demás se puedan adherir a las suyas.

Significa entender el hecho de que los seres humanos, naturalmente caracterizados por su diversidad, su origen, su situación, su forma de expresarse, su comportamiento y sus propios valores, tienen derecho a ser reconocidos como parte de la comunidad y el derecho a participar y ser reconocidos como interlocutores.

El diálogo entre diferentes es un elemento esencial de cualquier izquierda contemporánea para poder proponer soluciones viables y que deben tomar en cuenta el carácter multidimensional de los procesos globales como los financieros, económicos, ambientales, políticos y culturales, todo lo cual repercute en lo regional, en lo nacional y en lo mundial.

Todo lo anterior no significa estar en sincronía con el pensamiento neoliberal ni con el conservadurismo.

Por el contrario una izquierda moderna aspira a construir una globalidad distinta a la actualmente dominante.

El nuevo paradigma de la contemporaneidad se basa en los principios de solidaridad, bienestar, democracia e igualdad para todos los seres humanos.

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