México requiere una oposición constructiva, una oposición que le sea útil, lo cual de ninguna manera es sinónimo de que le sea útil al régimen y menos de que le sea útil al gobierno.
Ante el riego que enfrentamos de una política regresiva, la izquierda debe de innovar la forma de ser oposición con compromiso social y democrático, para enfrenar al autoritarismo y las políticas neoliberales que se vislumbran. Al mismo tiempo, aportar propuestas viables para solucionar los grandes problemas del país.
Es momento, la izquierda puede abandonar visiones sobreideologizadas para definir sus prioridades, siendo la principal el bienestar y la seguridad de la población en el marco de una sociedad democrática y de libertades.
Es necesario que la izquierda se aleje de posturas conservadoras y recupere su naturaleza reformadora, debatiendo y proponiendo alternativas para construir un mejor país. Es urgente que las fuerzas progresistas nacionales abran sus puertas y ventanas a nuevas ideas, que sean contemporáneas de las izquierdas que gobiernan en otras latitudes y que sea el motor de la elaboración de un nuevo pensamiento que cimiente las acciones de esa nueva oposición.
Pensamos que son necesarias reformas para poder transformar positivamente al país, pero sin traspasar una línea roja: la afectación de los derechos humanos, sociales, económicos, políticos, culturales, ambientales de las mexicanas y de los mexicanos. Esta línea no obedece a dogmas, sino a convicciones democráticas y derechos.
Nuestro país requiere una reforma a la Ley Federal del Trabajo para enfrentar los nuevos retos que se están presentando en el mundo laboral del siglo XXI, pero sin sobrepasar la línea de la calidad de vida y los derechos conquistados por las trabajadoras y los trabajadores.
Es posible una estrategia que combata frontalmente a la delincuencia organizada y prevenga la inseguridad, sin traspasar la línea del respeto de las garantías individuales y los derechos humanos.
Podemos crecer en el marco de una nueva economía, pero sin rebasar la línea de un Estado inversor, que mantenga su potestad rectora y reguladora. Asimismo, si utiliza una visión estratégica que tenga como prioridad el interés nacional, México puede ser parte y aprovechar la globalización para desarrollarse económicamente, en lugar de sólo estar padeciendo sus efectos más negativos.
Existen también muchos otros temas en los que se pueden llegar a consensos, que desde ninguna perspectiva se encuentran cerca de cruzar la línea en los que la izquierda tiene la posibilidad de ponerse a trabajar de inmediato.
México requiere una oposición constructiva, una oposición que le sea útil, lo cual de ninguna manera es sinónimo de que le sea útil al régimen y menos de que le sea útil al gobierno.
La ciudadanía espera que las fuerzas políticas, independientemente de que sean gobierno u oposición, trabajen para solucionar los problemas más graves que enfrentamos como sociedad. La izquierda tiene los elementos para ser una fuerza política que, desde la oposición, construya y contribuya a dar respuesta a las ciudadanas y los ciudadanos.
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