La izquierda tiene dos desafíos en el momento político actual y ambos son igualmente importantes: luchar con la ley y hasta los límites que ella impone, contra la injusticia electoral; y hacer que nuestra acción política tenga contenido de acción transformadora, que incida en el rumbo del país y contribuya a lograr bienestar para los mexicanos.
El domingo pasado, se llevaron a cabo —por parte de la alianza progresista— asambleas en las cuales se informaba a la ciudadanía de las acciones legales y políticas para hacer posible la justicia electoral, incluyendo sanciones a quienes cometieron ilícitos y contribuyeron a tergiversar el voto ciudadano.
Ojalá que el Tribunal Electoral actúe como garante de los derechos ciudadanos, especialmente, con el derecho de elegir libremente a los gobernantes. Esto es fundamental para garantizarle al país gobernabilidad democrática y prosperidad.
Hasta hoy nada está resuelto en la elección presidencial y los supuestos que establece la Constitución, hacen posibles diversas salidas, incluida la nulidad.
Pero cualquiera que fuese la sentencia del Tribunal, lo cierto es que el país requiere —vitalmente— de respuestas inmediatas a los grandes problemas que lo flagelan.
En circunstancias como las actuales en donde se dan las decisiones cruciales para las naciones y en donde partidos y lideres frecuentemente caen en la gran confusión (en realidad perversión), de entender al poder como objetivo en sí mismo y no como el vehículo, como el instrumento para alcanzar el verdadero propósito de la política, esto es: bienestar para la mayoría de los ciudadanos.
La coyuntura electoral es importante porque atrás de ella se encuentra, preponderante, el asunto del poder; la reflexión sobre el sentido y la razón para ejercerlo y, de manera particular ahora, de la necesidad de un “nuevo orden político”.
Nietzsche escribía sobre “la gran política” en donde se revelaría una conciencia de una misión universal, de un fin ecuménico y sobre todo, de “una acción eficaz que incida, porque la voluntad política se expresa en procesos de sublimación y —sobre todo, diría yo— de realización”.
En la acción política evidenciar la injustica, dar testimonio del abuso, descubrir al abusador y sancionarlo, es algo fundamental, pero esto es sólo una parte, porque la acción política debe ser, especialmente, eficaz en la transformación de la realidad, de la superación de las injusticias, de la desigualdad, en la superación de antiguos y anacrónicos valores y costumbres.
La izquierda, entonces, tiene dos desafíos en el momento político actual y ambos son igualmente importantes: luchar con la ley y hasta los límites que ella impone, contra la injusticia electoral; y hacer que nuestra acción política tenga contenido de acción transformadora, que incida en el rumbo del país y contribuya a lograr bienestar al mayor número posible de mexicanas y mexicanos.
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