martes, 19 de junio de 2012

“New Deal” mexicano




La derecha que acusa a AMLO de populista está sorprendida y la ultraizquierda que lo quiere extremista, está decepcionada.
 
Andrés Manuel, en uno de los tantos mítines que ha realizado por el territorio nacional, ha dicho que su modelo ideal de economía y de sociedad se encuentra en los países escandinavos (Suecia, Dinamarca, Noruega), esto es, en países donde durante décadas ha dominado políticamente la socialdemocracia. Es verdad, que desde la posguerra, en esas naciones ha prevalecido, con algunas interrupciones, la izquierda democrática y eso ha hecho posible que en el extremo norte europeo se encuentren los mayores alcances de desarrollo humano, de igualdad social y de ejercicio de derechos y libertades políticas.De esa manera, en su propuesta de gobierno, AMLO apunta correctamente hacia un régimen política y económicamente de corte socialdemócrata desde el cual las autoridades públicas, democráticamente establecidas, norman y regulan una economía capitalista, de mercado, en donde la inversión pública y privada se orientan al aumento de la productividad, del comercio libre y legal y desde luego, del bienestar económico y social de la población. Una socialdemocracia en donde se cobra a todos los impuestos debidos y estos se utilizan, con honradez y transparencia, para el desarrollo del país, para el crecimiento de la economía y para el progreso colectivo; una socialdemocracia en donde se amplían permanentemente los derechos ciudadanos y se respetan irrestrictamente las libertades políticas.

¿Cuba, Venezuela, Bolivia y Corea del Norte? ¡No! ¡No! Son —para molestia de algunos— Noruega, Dinamarca y Suecia, los modelos a seguir por AMLO.

Con esta oportuna declaración de AMLO habrá con seguridad un buen número de desencantados y otro tanto de decepcionados. Los desencantados son los ultraizquierdistas, que por años y por todos los medios han tratado de colocar a AMLO —a veces con su complacencia— en un extremismo ideológico desde donde, según el delirante juicio de la “ultra”, se conduciría a México hacia la “Revolución”.

Los segundos, los desencantados (situados en el extremismo derechista) siempre han deseado —y cierto es que en ocasiones lo han conseguido— a un López Obrador situado y estacionado en una política de polarización social y arremetiendo —sin distingos— contra los empresarios e incluso contra las clases medias.

¡Oh decepción para los extremistas de derecha e izquierda!

Ahora mismo (y eso es parte de su impresionante crecimiento) López Obrador se ha colocado en el ánimo público como un político sereno, moderado, incluyente, que pugna por la unidad y la reconciliación nacional y que propone un “New Deal” mexicano en donde la equidad y la justicia sean los valores indispensables para la sociedad y se constituyan como el sustento ético de un nuevo orden democrático para México.

La derecha que acusa a AMLO de populista está sorprendida y la ultraizquierda que lo quiere extremista, está decepcionada. AMLO camina por el rumbo de la izquierda responsable y democrática.

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