Es indispensable promover tolerancia, diálogo y acuerdos para en-contrar respuestas a problemas del país.
En su gira por Oaxaca, el candidato presidencial de las izquierdas, Andrés Manuel López Obrador (AMLO) hizo un llamado a la reconciliación. Expuso la necesidad de unidad porque hay un objetivo superior: “transformar a México y tenemos que unirnos todos”.
Es pertinente que AMLO mantenga la posición de convocar a la reconciliación durante el actual proceso electoral, ya que existe una grave crisis de carácter político que padece el conjunto del Estado mexicano.
Esta crisis política ha debilitado al Estado al grado de que no es capaz de garantizar los mínimos de seguridad para la población, promover el desarrollo económico, combatir eficazmente a la pobreza ni regular a una, cada vez más, creciente gama de poderes fácticos.
La naturaleza de la problemática del país no es coyuntural es, en sentido diferente, estructural. En otras palabras: Hay que cambiar de gobierno pero además —si queremos salir de la crisis— hay que reformar estructuralmente al Estado.
La salida a la crisis no se encuentra en el rompimiento del tejido social, el menoscabo de los valores democráticos como es el sufragio libre, en el descrédito a la ley, en el deterioro de la política, en el rechazo a los partidos políticos, la polarización; y menos aún, en el socavamiento del poder estatal.
Es radicalmente irresponsable, aprovecharse de la existencia de esta crisis política para privilegiar pequeños intereses partidistas, ganancias grupales o propósitos individuales. Inclusive, existen actores políticos que le apuestan a la profundización de la crisis, aún a costa de un daño irreparable a la nación.
Contrario a lo anterior, hay que plantear desde la política y desde la democracia las alternativas que, con viabilidad y objetividad, recuperen para la sociedad la certidumbre sobre un rumbo de desarrollo para el país. Con la política, y desde una izquierda progresista, deben presentarse alternativas y no promover el encono y la división entre la ciudadanía.
El país necesita y demanda una agenda de las grandes reformas estructurales y progresistas, esas que superando ideologismos y doctrinarismos obsoletos, resulten por su innovación, por su originalidad, por su fertilidad, eficaces para superar el deterioro político del Estado mexicano.
Que quede claro, no buscamos retornar a un Estado omnipresente que asfixie a la sociedad, por el contrario, nuestro objetivo es un Estado social y democrático de derecho; con la suficiente fortaleza para poder garantizar la seguridad, contener la violencia, impulsar el desarrollo social y económico para elevar la calidad de vida y superar la pobreza, así como para regular con eficacia intereses particulares y poderes fácticos.
Por todo lo anterior, resulta oportuno convocar a la reconciliación para transformar a fondo la situación del país. En cualquier circunstancia, pero especialmente en la de una situación tan grave, de crisis institucional, de crisis del Estado como la que ahora vivimos, es indispensable promover la tolerancia, el diálogo y los acuerdos como vías para encontrar respuestas viables y posibles a los grandes problemas del país y a las justas exigencias de la gran mayoría de la población.
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