martes, 17 de enero de 2012

El falso dilema de Peña Nieto: eficacia o democracia

En sus planteamientos es fácil observar la nostalgia por el antiguo sistema priista así como la ausencia de toda voluntad para innovar en formas y contenidos en el tema de la gobernabilidad.

Excélsior

Enrique Peña Nieto se reunió el día de ayer con un grupo de periodistas y politólogos a los cuales externó su opinión sobre varios temas, pero puso énfasis en los relacionados a la gobernabilidad del país. El mexiquense dijo: Estoy a favor de un presidencialismo; hay que disminuir el número de legisladores de representación proporcional; hay que darle mayor peso cuantitativo a la cláusula de gobernabilidad; las minorías “eventualmente virulentas, rudas, difíciles”; hay que fortalecer al Ejecutivo; hay que evitar “la trampa de la relación del Ejecutivo-Legislativo”. En síntesis, el precandidato priista plantea la restauración plena del nocivo régimen político de autoritarismo y concentración de poder en un individuo, es decir: se propone restablecer el sistema presidencialista de partido casi único.

En sus planteamientos es fácil observar la nostalgia por el antiguo sistema priista así como la ausencia de toda voluntad para innovar en formas y contenidos en el tema de la gobernabilidad. Peña Nieto no le da vueltas al asunto y su propuesta se concentra en el regreso al pasado.

Pongamos atención a la expresión de “minorías eventualmente virulentas, rudas, difíciles”. En el fondo su planteamiento pretende que cualquier minoría opositora que con firmeza ejerza su derecho a confrontar al Presidente y a sus decisiones, la considerará no sólo una dificultad para lograr la eficacia en el gobierno, sino incluso peligrosa para la fuerza del Presidente.

Esa visión no sólo es conservadora sino es llanamente autoritaria y contraria a todo fundamento democrático. Peña Nieto no quiere minorías que cuestionen y menos que lo hagan con lo que él llama “rudeza” y no alcanza a comprender que en los tiempos modernos la eficacia gubernamental con contenido democrático, está necesariamente asociada a la existencia de mayorías y minorías; a la existencia de una oposición crítica; a la presencia de pesos y contrapesos; al reconocimiento de la pluralidad. Para Peña Nieto, la “eficacia del gobierno” no empata con la democracia y menos con el reconocimiento de la pluralidad política existente en el país. Por el contrario, el candidato del PRI asocia eficacia con autoritarismo.

El aspirante priista encuentra contradicción entre pluralidad política y eficacia del Estado y por lo tanto, él mismo se pregunta: ¿Cuál de los dos escenarios privilegiamos? En otras palabras nos dice: o hay eficacia o hay democracia. Asumir como cierto este dilema es una barbaridad y con ello Peña Nieto se desnuda para enseñarnos su verdadero pensamiento: Un autoritarismo no ilustrado.

El dilema de efectividad o democracia no debe existir y más aún,  hay que evidenciar que no hay eficiencia en el gobierno para lograr mínimos de bienestar para tod@s sino hay democracia y respeto a la pluralidad.

Como bien dice Arturo Camou: “El ejercicio eficiente del poder no excluye sino que incorpora la dimensión del consenso como insumo del proceso de toma de decisiones e implementación de políticas. […] ningún actor puede disponer de todo el poder; más bien, los distintos actores sociales y políticos poseen una parte del poder que ejercen tomando en cuenta el conjunto de expectativas de los otros al momento de tomar decisiones.” (Gobernabilidad y Democracia. Cuadernos de divulgación de la cultura democrática. IFE).

                *Integrante del PRD
                @jesusortegam
                http://ortegajesus.blogspot.com/
                ortegamartinezjesus@hotmail.com

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