La izquierda mexicana, como otras en el mundo, ha tenido en su historia experiencias de éxito y desde luego de fracasos y derrotas. En estas últimas ha influido de manera determinante una nociva actitud de dogmatismo que ha hecho que se comporte más como iglesia que como movimiento político.
Como en la iglesia, en donde el martirio es “una afirmación de la verdad de Cristo” y manifestación de una “total purificación del pecado y de perfecta santidad”, en la “iglesia de la izquierda” el martirio ha sido y es un gesto de abnegación por la causa y de fidelidad a los dogmas.
Sucede frecuentemente, con personajes de la izquierda, que de manera consciente buscan el sacrificio como vía “hacia la virtud personal”, y ello lo sobreponen al logro de las transformaciones sociales para el bienestar común que, a final de cuentas, es el propósito de la política.
La actitud más notable y extrema de este comportamiento erróneo lo podemos observar en la Revolución Francesa y en la figura de Maximilien Robespierre. Haciendo uso de la represión extrema, “el incorruptible” impuso a la Revolución el objetivo de la virtud individual por encima de los propósitos sociales y colectivos de la igualdad y la libertad. “El fundamento único de la sociedad civil es la moral”, decía, y con una visión particular de la moral se sobrepuso —con el terror— a la libertad, este sí, valor ético fundamental de la Carta de los Derechos del Hombre y del Ciudadano.
Finalmente, Robespierre fundó su propia iglesia (la del “culto al ser supremo”), la misma que, según sus palabras, fuese pilar del Estado y de la moral. Este es un ejemplo de cómo una razón política se convierte —mediante una visión dogmática— en liturgia canónica, y como toda iglesia tuvo en Robespierre a uno de sus mártires.
Han pasado tantos años y a pesar de ello aún no se aprende la lección, pues la izquierda insiste en rendir culto al mártir, en resaltar las “virtudes” del sacrificio, y con ello pierde de vista lo esencial de la lucha política, es decir, la eficacia, la capacidad para hacer realidad el objetivo del cambio para que sean reales y tangibles la igualdad y el bienestar de la sociedad. Esto tiene que ver con la situación actual del PRD y la circunstancia de definir a su candidato a la Presidencia de la República.
En los próximos días se llevará a cabo una encuesta que el Consejo Nacional de nuestro partido tomará en cuenta para su decisión sobre la candidatura presidencial del PRD y, por lo tanto, es necesario que nos hagamos las preguntas siguientes:
¿Queremos agregar un nuevo nombre a nuestro martirologio o queremos a un Presidente de la República?
¿Queremos dejar a la sociedad testimonio de virtudes personales o queremos como candidato a quien tenga la potencialidad y las condiciones de derrotar al PRI y a Peña Nieto?
¿Queremos acceder al poder político para transformar al país o continuamos por el camino de recordar eternamente a nuestros héroes vencidos?
si si ok ok , segun tu AMLO Es un dogmático y Marcelo pragmático centro-izq. el pequeño detalle es que Marcelo es de centro-derecha, el mismo en una carta que el elaboro hace años hace hincapié en eso.
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