y, sin embargo, habita como un hueco que viene de los muertos,
de las blancas raíces del pasado.
¿Hacia dónde volverse?
¿hacia Dios, el ausente del mundo de los hombres?;
¿hacia ellos, que lo han interpretado hasta vaciarlo?
¿Hacia dónde volverse que no revele el hueco,
el vacío insondable de la ausencia?”
Este es un párrafo de “El sobreviviente”, poema de Javier Sicilia contenido en su libro “Tríptico del Desierto” y que mereció el Premio de Poesía Aguascalientes 2009.
En este párrafo se abren a la luz los sentimientos que ahora embargan al Poeta. Hacia donde volverse ante la pérdida de lo más amado. ¿Hacia dónde volverse cuando te despojan, con violencia terrible, irracional, inhumana, de tu hijo?
¿A la venganza?
¡No! Este sentimiento es bestial, destruye y autodestruye.
¿Al rencor eterno?
¡No! Esto carcome lentamente el alma y consume a la vida en vida.
¿Al conformismo ante la injusticia más horrenda?
¡No! Esto conduce a la impunidad y la impunidad a más injusticia y así, rápidamente, a la destrucción del tejido social y de toda convivencia civilizada.
Ante la ausencia atroz, el Poeta no vuelve la vista al terrible ojo por ojo, tampoco al odio que obnubila, ni al dolor que petrifica; el Poeta vuelve hacia la entereza para llenar vacíos, para construir, para que la voz se escuche por todos y todas; y se escuche no porque sea grito, sino porque -serena- la voz es justa y sensata; porque llama a sumar, a unir; porque clama contra la indiferencia, contra la injusticia. Y la voz retumba y se oye, porque contra la inercia de los particularismos, de los partidismos, de los egoísmos, el Poeta exige el Pacto Nacional, el Acuerdo de todos contra la violencia, el de la unidad de los más, para que -casi como última respuesta- se enfrente el tortuoso camino que conduce a la más inhumana de las condiciones sociales; el de sálvese el que pueda, el de que sobrevivan unos destruyendo a otros.
El tiempo se está agotando y la paciencia de la gran mayoría de la sociedad también. El país necesita de un Gran Pacto de Unidad en contra de la violencia y ello obliga a que los más influyentes actores sociales y políticos, dejen de lado intereses particulares en razón del interés superior del país y de la gente.
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