Dice Norberto Bobbio que lo que hoy hace diferente en la lucha política a la izquierda respecto a la derecha, es sobre todo, el tema de la igualdad.
Desde luego que hay que coincidir con el gran pensador italiano, pero habría que considerar, para intentar ser más precisos, que el análisis diferenciador entre izquierdas y derechas, debería darse sobre la base de situaciones específicas, en momentos definidos y en realidades concretas.
Hagamos el esfuerzo de diferenciar una posición de izquierda o de derecha en la situación del Estado de México, en el momento previo a elecciones de gobernador y en la realidad de la correlación de fuerzas existentes en esa entidad federativa.
La lucha por la igualdad de los habitantes de ese estado y con la que debe identificarse la izquierda, no debe ser ni en México ni en cualquier otro país, un asunto como lo dijo el domingo pasado en Toluca Alejandro Encinas, de "fe y esperanza". La fe, la esperanza, y la caridad -para completar la frase contenida en la carta de San Pablo a los Corintios- son virtudes teologales muy respetables, pero no lo son en modo alguno, asuntos de la lucha política.
El tema del combate a la desigualdad para que sea real y efectivo es un asunto de la política. Es decir, un asunto que implica esfuerzo y estrategia indispensables para desplazar del ejercicio del poder político a quienes ahora mantienen el status quo de desigualdad y de pobreza para los habitantes de cualquier sociedad.
En el México del siglo XXI la lucha por el poder político es obligadamente de carácter electoral y para tener éxito en esta forma de lucha, se debe avanzar por un rumbo de suma de fuerzas, las mismas que estén en posibilidad real de representar los intereses y aspiraciones de la gran mayoría de los electores. Con una minoría apasionada a lo mejor se hace una Revolución, pero no se gana una elección.
Esto es: Peña Nieto que ahora representa en el Estado de México una fuerza superior a la de la izquierda y que significa ese status quo de autoritarismo y desigualdad, debería ser enfrentado desde una posición de izquierda con una estrategia de conjuntar la más amplia y plural oposición al priismo; la más amplia coalición opositora en torno a un programa político y económicamente democratizador; la más grande alianza opositora en torno al mejor candidato (Alejandro Encinas) y en consecuencia, en la circunstancia real de acceder al poder político.
Cualquier otra cosa, sólo son deseos que como decía el viejo Lenin, no son argumentos, o bien se trata de "fe y esperanza" que siendo aspiraciones teológicas son igualmente "buenos deseos". Pero se pierde de vista, que de buenos deseos, se empiedra el camino de Peña Nieto -y el regreso del PRI- hacia la Presidencia de la República.
Contribuir a que Peña Nieto alcance ese objetivo, es colaborar al margen de palabrería radical, a preservar la desigualdad y eso es una posición de derecha.
Jesús, estaría de acuerdo con una alianza si se diera en términos que garantizaran un buen gobierno. El problema que encuentro, y que nadie me ha dicho, sobre qué coincidencias, que no sea evitar PRI gane, podría gobernar PRD-PAN. Lo veo en la nueva ley laboral, ¡siguen siendo PRIAN!. Sólo acuerdan formas sin fondo y así se acaba un problema pero surge uno más importante: el GOBERNAR.
ResponderBorrarQue decline PAN a favor de PRD es lo mejor, así, sin condicionar al PRD pero vigilante de su desempeño.
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