miércoles, 2 de marzo de 2011

Providencialismo vs democracia


¿Qué tiene de particular la resolución del Consejo Nacional del PRD que ha provocado que López Obrador anuncie prácticamente su retiro del partido, y con ello aliente una división en las filas de la izquierda? En realidad nada, pues el apoyo a las consultas es algo ordinario y muy frecuente en la acción política del partido.

El PRD ha llevado a cabo no pocas consultas y en todos los casos, Andrés Manuel López Obrador las ha apoyado con especial entusiasmo. ¿Por qué entonces tan desmesurada reacción? Porque como en otras ocasiones ha sucedido, López Obrador está ocultando sus verdaderas intenciones. Veamos:

En primer término, no es cierto que no le interese la suerte del PRD; por el contrario, afanosamente busca imponer al próximo presidente del partido, pues él sabe que si éste no está bajo su control absoluto, entonces pierde capacidad para erigirse como el candidato presidencial del PRD.

Como es sabido, el próximo 19 de marzo se elegirá la nueva dirección y su pretendida "solicitud de licencia", precisamente ahora, es un elemento de chantaje hacia los electores integrantes del Consejo Nacional. Su pretensión de ser candidato presidencial, desde luego es legítima, pero lo que no es ético, es que en la búsqueda de ese objetivo, ponga en riesgo la integridad del PRD.

Es así que de nueva cuenta se colocan frente a frente las dos concepciones sobre la política, el partido y la izquierda. Una es la antigua idea, tan enraizada en México, de que los problemas de nuestro país como los de otros, se resolverán mediante la llegada al poder de un hombre al que “la providencia" le tiene asignada la tarea de conducir a la nación.

Nuestra historia se encuentra pletórica de esos personajes providenciales que generan grandes esperanzas, las mismas que en poco o mucho tiempo, se derrumban estrepitosamente. El presidencialismo priista y sus "monarquías sexenales"  se hicieron "uso y costumbre" en la vida política del país y desde luego, penetraron en el quehacer de los partidos, incluido el PAN, que comparte con el PRI un culto al poder presidencial, al grado de asumirlo como omnímodo e infalible.

Igual que antes con los priistas, hoy muchos panistas están en la idea de que Calderón no se equivoca y se pasan el tiempo justificando sus enormes yerros. En otro lado, en la izquierda, el culto a la personalidad (el "padrecito Stalin”, Mao, etcétera, etcétera) fue y es una de las desviaciones más graves y enfermizas. A pesar de amargas experiencias, en pleno siglo XXI, hay muchos compañeros que continúan padeciendo de "orfandad política" y día tras día, pierden el tiempo prendiendo incienso al que creen designado por “la providencia”, o esperando que ésta les avise a qué otro pueden adorar.

La otra concepción, la de una izquierda moderada,  es que México, la izquierda, el pueblo y el PRD no necesitan de "designados providenciales", sino lo que se requiere es de la construcción de una cultura incluyente, de prácticas, leyes e instituciones democráticas que son, todas éstas, las fórmulas que alientan la participación ciudadana y la acción política pública.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario