Este sábado, el V Pleno Extraordinario del VII Consejo Nacional del Partido de la Revolución Democrática aprobó impulsar y apoyar la realización de una consulta pública a las y los ciudadanos del Estado de México. Ejercicio que tiene el propósito de ayudar al PRD en esa entidad federativa para que nuestro partido tome una decisión correcta acerca de las próximas elecciones y, especialmente, sobre qué política de alianzas debería llevar a cabo.
A raíz de esta determinación, Andrés Manuel López Obrador tomó la decisión de pedir licencia al PRD.
¿Qué es lo que motiva a Andrés Manuel a tomar una decisión tan grave, sólo por la posibilidad de que se escuche a las y los mexiquenses?
¿A AMLO, que ha sido promotor de las consultas, que repite permanentemente que hay que escuchar al pueblo, ahora le molesta una consulta?
¿Por qué oponerse a tal consulta que es un método democrático, y además entendiendo que la democracia es parte fundamental de nuestros principios?
¿Por qué oponerse a una consulta, si con ésta podría actuarse fielmente en razón de los intereses de los habitantes del Estado de México?
En realidad no hay ninguna razón verdadera para oponerse a conocer la opinión de los ciudadanos del Estado de México.
La causa verdadera del enojo de AMLO está en que el Consejo Nacional del Partido de la Revolución Democrática tomó una decisión y Andrés Manuel no soporta opiniones distintas, no escucha razones que no sean las suyas sin que los diferentes sean llamados traidores; no entiende que en México hay una diversidad política y que esta diversidad se refleja en el PRD.
La diversidad es una virtud, no una maldición.
Seguramente, Enrique Peña Nieto, cuando escuchó la decisión de Andrés Manuel de pedir licencia al partido, esbozó una gran sonrisa.
Dividir al Partido de la Revolución Democrática es beneficiar a Enrique Peña Nieto.
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