martes, 17 de diciembre de 2013

Marrulleros en lugar de políticos

Las reformas constitucionales en materia energética causan a la nación un enorme daño y entre varias razones, menciono ahora tres para sostener mi dicho...


Desde luego, opino con seguridad, que las reformas constitucionales en materia energética causan a la nación un enorme daño y entre varias razones, menciono ahora tres para sostener mi dicho.

La primera es que las modificaciones a los artículos 25 y principalmente 27 y 28 constitucionales, de aplicarse harán que perdamos soberanía política a partir de perder autosuficiencia energética.

El gobierno se planteó —con dichas reformas— un objetivo inmediatista (sacar y vender el mayor volumen de gas y petróleo en el menor tiempo posible) en lugar de aplicar una estrategia energética que nos garantizara soberanía energética y que los hidrocarburos y otras fuentes de energía, fuesen utilizados para el desarrollo del país a corto, mediano y largo plazos; para con ello, garantizar menor pobreza y mayor bienestar para la gran mayoría de las y los mexicanos.

La segunda es que el gobierno de Enrique Peña Nieto privilegió, desde el punto de vista económico, la visión neoliberal —a estas alturas anacrónica en casi todo el mundo— en lugar de fortalecer al Estado mexicano como el factor fundamental en la conducción de la vida económica del país. Las reformas en materia energética debilitan y empequeñecen al Estado nacional y, en sentido contrario, fortalecen a poderes fácticos del país y a otros intereses extraños a nuestra nación.

La tercera es que algunos de los personajes principales del gobierno y de otros partidos —incluyendo a algunos del PRD— en lugar de asumir la condición de políticos de Estado, actuaron bajo la concepción vulgar de entender a la política como “la capacidad de comer excreciones sin hacer gestos”. Sé que esta acepción de la política es muy común y muy recurrida, y desde hace muchas décadas se ha convertido en inercial para personajes que se encuentran situados en espacios de decisión para el rumbo del país.

Precisamente de eso se tratan las reformas progresistas, es decir, de vencer esas inercias para transformar el quehacer político y con ello contribuir al progreso y desarrollo de nuestro país.

Estos tres elementos pueden sintetizarse en el comportamiento que adoptaron el gobierno, sus coordinadores parlamentarios y otros legisladores en las sesiones en donde se aprobaron las reformas mencionadas y en aquella en donde se descartó la aprobación de la ley que debiera reglamentar las consultas ciudadanas.

“La toma del salón de sesiones” por un grupo del Morena, del MC y de un reducido grupo de legislador@s del PRD fue una marrullería —planeada por los liderazgos del PRI y del PAN— y admitida (consciente o torpemente) por los “tapiadores” del salón de sesiones, para que la reforma más importante de los últimos 50 años a la Constitución, se llevara a cabo sin cumplir con los procedimientos que obligatoriamente establece la normatividad congresual. “Que tomen el salón de sesiones algunos de los despistados de la izquierda (así decidieron los líderes del PRI y del PAN) y tenemos el pretexto ideal para violentar la norma legal y aplicar impunemente el fast track.

En el caso de la Consulta Ciudadana, en el Senado sucedió lo mismo: “Que suba a la tribuna otro de esos ‘despistados’, que insulte en lugar de argumentar, nos hacemos los ‘indignados’ y —como si se tratara de una fiesta— suspendemos por falta de quórum —con el apoyo inexplicable de algunos perredistas y petistas— el ¡periodo de sesiones del Senado!”

Así, la que suponen la “marrullería” perfecta: “Se aprueban las reformas constitucionales y a lo mejor impedimos la Consulta Ciudadana”.

¿Políticos de Estado? ¡No! simplemente marrulleros que son acompañados de tontos útiles.

                *Ex presidente del PRD

                Twitter: @jesusortegam

                http://ortegajesus.blogspot.com/


                ortegamartinezjesus@hotmail.com

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