La libertad de expresión debe
ser reconocida y defendida como uno de los grandes logros de la humanidad. La
libertad de expresión, en todas sus formas y manifestaciones, es un derecho
fundamental e inalienable, inherente a todas las personas. Es, además, un
requisito indispensable para la existencia misma de una sociedad democrática.
Por lo tanto, esta libertad es
un derecho fundamental reconocido en la Declaración Universal de Derechos
Humanos y el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos, así como en
otros instrumentos internacionales y constituciones nacionales.
La Declaración Universal de Derechos
Humanos establece en su artículo 19 que todo individuo tiene derecho a la
libertad de opinión y de expresión; este derecho incluye el de no ser molestado
a causa de sus opiniones, investigar y recibir informaciones y opiniones,
difundirlas sin limitación de fronteras por cualquier medio de expresión.
En el artículo 29 de la misma
Declaración se reconoce que en el ejercicio de sus derechos y en el disfrute de
sus libertades, toda persona estará solamente sujeta a las limitaciones
establecidas por la ley, con el único fin de asegurar el reconocimiento y el
respeto de los derechos y libertades de los demás, y de satisfacer las justas
exigencias de la moral, del orden público y del bienestar general en una
sociedad democrática.
El Pacto Internacional de
Derechos Civiles y Políticos establece en su artículo 19 que toda persona tiene
derecho a la libertad de expresión; este derecho comprende la libertad de
buscar, recibir y difundir informaciones e ideas de toda índole, sin
consideración de fronteras, ya sea oralmente, por escrito o en forma impresa o
artística, o por cualquier otro procedimiento de su elección. Pero el mismo
artículo prevé que el ejercicio de este
derecho entraña deberes y responsabilidades especiales. Por
consiguiente, puede estar sujeto a ciertas restricciones que deberán estar
expresamente fijadas por la ley y ser necesarias para: a) Asegurar el respeto a
los derechos o a la reputación de los demás y b) La protección de la seguridad
nacional, el orden público o la salud o la moral públicas.
Así, el hecho de que la
libertad de expresión sea un derecho, no significa, como apunta acertadamente
el jurista Miguel Carbonell, que no pueda haber reglas para el ejercicio de
dicha libertad. Sin embargo, esta reglamentación debe ser clara y muy específica,
para que las reglas sean tales que la libertad siga teniendo sentido.
Como lo establece el Derecho
Internacional y nuestra propia Constitución General, la libertad de expresión
sólo puede estar reglamentada en ciertas circunstancias: para proteger los
derechos y la reputación de otros o para proteger la seguridad nacional, el
orden público, la salud o la moral públicas.
En consecuencia, en un Estado
democrático, no todas las expresiones pueden tener el mismo valor ni gozar, en
consecuencia, de la misma protección constitucional. Así por ejemplo: las
falsedades, es decir, los rumores o insidias que pretenden disfrazarse a través
de una narración neutral de hechos y que en realidad carecen de veracidad, así
como el insulto o los juicios de valor injuriosos,
carecen de protección constitucional. En sentido contrario, los juicios de
valor personales que no sean injuriosos, aunque contengan ironía, sátira o
burla, así como la información, entendida ésta como la narración veraz de
hechos, estarían protegidas constitucionalmente por la libertad de expresión, a
menos que vulnere otros derechos fundamentales o bienes constitucionalmente
protegidos.
Hay, sin embargo, personas y
medios de comunicación que tergiversan este derecho a la libertad de expresión para
agredir, violentar en sus derechos y en su honor a otras personas. No son
auténticos ni buscan la verdad, lo que quieren es dañar para satisfacer
propósitos miserables. Un poema de Fabio Morábito los describe:
De una lejana sangre
viene el mosco,
viene a robarnos
lo que cree que es suyo,
viene derecho al grano.
Como los que han vivido
demasiado,
él (ella) lo ha probado todo
hasta quedarse con lo único:
la sangre;
no espera nada de la vida,
porque para vivir
hay que olvidar la sangre,
quien no la olvida ya no vive,
tan sólo zumba
en busca de más sangre,
como la sangre zumba
por las venas que la estrechan
y no la dejan ver el corazón.
*Ex presidente del PRD
@jesusortegam
http:
//ortegajesus.blogspot.com/
ortegamartinezjesus@hotmail.com
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