martes, 15 de octubre de 2013

La réplica mexicana del Tea Party

El denominado Tea Party nace en el invierno de 2009 como reacción a las políticas fiscales del presidente Barack Obama. Esta organización cuenta con bases ideológicas difusas y es heterogénea (aglutina a miembros de la derecha religiosa, antiinmigrantes, defensores del derecho a poseer armas, nacionalistas, ultraliberales, etcétera). Más allá de sus “creencias no negociables”, como la xenofobia, posesión de armas de fuego y fomento de los “valores familiares”, lo que realmente aglutina a este conglomerado de conservadores radicales son principalmente sus demandas en lo económico, es decir, menos gobierno, menos déficit y menos impuestos.


Para el Tea Party el gobierno, sobre todo el federal, siempre es demasiado grande e intrusivo, por lo que exigen su reducción (hasta el grado de que prácticamente sólo se dedique a cuidar las fronteras y fungir como policía); la eliminación de toda regulación que se interponga con “la mano invisible del mercado”; y la eliminación del ya por sí raquítico sistema de seguridad social.

Pugnan también por un “presupuesto balanceado” (déficit cero), tildando a la política de gasto público deficitaria como traición a la patria. Asimismo, luchan por la derogación permanente de casi todos los impuestos y la reducción inmediata de aquellos que, según ellos, atentan contra la clase media: Impuesto Sobre la Renta, Impuesto Sobre el Capital e Impuesto Sobre la Herencia.

Desafortunadamente, la visión del Tea Party tiene su réplica en México. Ante la iniciativa de reforma hacendaria, los organismos cúpula del empresariado mexicano (con el Consejo Coordinador Empresarial a la cabeza) junto con el PAN y un sector importante del PRI, replican la negativa a elevar los impuestos a quienes más tienen, se oponen recurrir a un moderado déficit, rechazan la inversión pública productiva que dinamiza la economía, desaprueban el papel regulador del poder público, y la creación de todo sistema de  seguridad social.

Como ahora sucede en Estados Unidos, donde el Partido Republicano presionado por el Tea Party, utiliza la táctica de llevar al “punto muerto” (gridlock) al gobierno para frenar la Ley de Protección al Paciente y Cuidado de Salud Asequible, que es la reforma de la sanidad pública del presidente Obama; la réplica mexicana le apuesta a la parálisis en los acuerdos y a toda reforma hacendaria en el Congreso de la Unión. Cabe señalar que el gran empresariado y los partidarios de la derecha (junto con la izquierda nihilista) se unifican ya que comparten la táctica de la parálisis, la de la ausencia de diálogo, la de promover la agudización de las crisis política y económica.

En sentido contrario, para la izquierda responsable, lo que debe prevalecer es la búsqueda de acuerdos para llevar a buen puerto una reforma hacendaria progresiva, por medio de la cual paguen más impuestos quienes ganan más, a que se logre que el Estado aumente la recaudación y se utilice a ésta como una herramienta redistributiva, a que se haga uso del déficit flexiblemente, se redireccione el gasto público hacia la inversión productiva y en infraestructura social, y se sienten las bases para la construcción de un sistema de seguridad social universal.

Con base en lo anterior, en concreto, para una reforma hacendaria justa y equitativa el PRD ha propuesto: 1) Que el Impuesto Sobre la Renta sea el eje de la política recaudatoria, sobre la base de la progresividad, esto es, que pague más quien más tiene, por lo que proponemos una tasa de hasta 36% para las personas con los más altos ingresos; 2) Que el consumo no sea el pilar recaudatorio, por lo que no se debe aplicar el IVA en medicinas y alimentos; 3) Eliminación de regímenes especiales, particularmente el régimen de consolidación; 4) Mantener exenciones fiscales sólo para aquellos sectores más pobres y desprotegidos de la población; 5) Incrementar responsablemente el gasto público, el cual debe estar sujeto a mayor transparencia y fiscalización; 6) Utilizar un déficit moderado para contar con mayores recursos para orientarlos, como se establece constitucionalmente, sólo a inversión productiva, ello para reactivar la economía; y 7) Simplificar el pago de impuesto, eliminando aquellos que no tienen un impacto recaudatorio significativo y que afectan a sectores productivos, como es el caso del IETU y el IDE.

Como se puede observar, esto que propone el PRD es lo que cualquier izquierda progresista sostiene alrededor del mundo, lo contrario es lo que proponen los replicantes mexicanos del Tea Party, es decir, los sectores más conservadores y de derecha del país.

                *Ex presidente del PRD

                @jesusortegam

                http://ortegajesus.blogspot.com/


                ortegamartinezjesus@hotmail.com

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